Por Angie Rajkovic
Dejó una huella en la historia de la aviación peruana
Al cumplirse 86 años del vuelo invertido del Alférez Fuerza Aérea Peruana, José Quiñones Gonzales, aquel 21 de enero de 1939, fecha en que se graduó en la Escuela Central de Aviación, vemos que su avión parecía tener vida propia cuando realizó una increíble exhibición aérea, haciéndose realidad sus aspiraciones por su destreza para el vuelo. Horas antes, había sido distinguido con el “Ala de Oro” como piloto de caza, por ocupar el primer puesto en el orden de mérito.
Quiñones sorprendió a la tribuna oficial al realizar un “vuelo invertido”, a sólo metro y medio del suelo, en un avión de alta acrobacia como era entonces el Caproni 113, vuelo que simboliza valentía y destreza. En la tribuna de honor estaba el presidente de la República, General Óscar R. Benavides, acompañado de las principales autoridades del país, y un nutrido grupo de espectadores.
Ante la unánime exclamación de asombro, un rumor multitudinario, denso y vasto como oceánica marea enmudeció todas las voces y apagó los ruidos. La aeronave, guiada por Quiñones, descendió en caída casi vertical, y cuando parecía estrellarse, endereza sus alas, emprende nuevamente el vuelo en posición invertida, casi al ras del suelo, se eleva un poco, magistral y victorioso pasa rozando las tribunas.
En esos momentos estalla el grito de júbilo del público, dando vía libre al asombro y el eco de los aplausos, llevados por el viento, que anuncia el comienzo de la meteórica trayectoria aeronáutica del Alférez José Quiñones. Algunos espectadores todavía no volvían de su asombro, sin embargo, sus compañeros de promoción estaban realmente orgullosos por el éxito logrado.
Según la versión, procedente del Suboficial de Segunda FAP Juan Ruales Váscones, afirma que el Alférez Quiñones efectuó, tres pasadas, en progresivo descenso con las maniobras de “Looping invertido” y que esto fue acompañado de otra maniobra conocida como el “Tonneaux”.
El primer vuelo fue a tres metros del suelo; el segundo, a dos metros y el último, a lo escalofriante de metro y medio, constituyendo el alarde de su suprema pericia de veterano en el novel aeronauta que se graduaba de piloto como “Ala de Oro”.
Esta temeraria acrobacia, impactó a los asistentes, a tal punto que la fotografía histórica fuera incluida para la posteridad en el reverso del billete de la denominación de “Diez Nuevos Soles” que todos conocemos.
El avión al mando de Quiñones parecía tener vida propia. Él, era el alma del avión. Es quien le dio vida a la maniobra acrobática. Nadie podía prever, ni siquiera él mismo, que en ese preciso instante Quiñones estaba suspendido, entre la tierra y la eternidad… Entre la tierra que lo atraía y la eternidad que lo llamaba.
La Fuerza Aérea del Perú tiene motivos suficientes para sentir legítimo orgullo institucional al contar con una figura representativa de la talla del héroe de la Campaña del 41, Capitán FAP José Abelardo Quiñones Gonzales, Gran General del Aire del Perú, que sirve para mantener viva la flama de peruanidad en nuestros corazones y nos mantenga unidos olvidando odios y rencores para que nuestra patria ocupe el verdadero sitial que le corresponde en el ámbito continental.
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