El Regimiento de Granaderos a Caballo es tal vez la unidad más emblemática del Ejército Argentino y una de las que tiene más historia, habiendo sido protagonista de la libertad de una gran parte de América del Sur. Hoy, mucho más allá de su actividad ceremonial, la unidad cumple una de las tareas de mayor responsabilidad de la fuerza: la custodia presidencial.
Por Santiago Rivas
Entre las unidades militares argentinas, tal vez la más conocida por todos sea el Regimiento de Granaderos a Caballo, aquella unidad creada por José de San Martín el 16 de marzo de 1812, inicialmente como Escuadrón de Granaderos a Caballo, pocos días después de que recibiera el grado de Teniente Coronel de Caballería tras llegar de España y ofrecer sus servicios al Triunvirato que estaba dirigiendo la contienda contra el Ejército Realista luego de la revolución iniciada el 25 de mayo de 1810.
Hoy, a 211 años de su creación, la unidad no solo cumple el rol ceremonial con el que la mayoría de la población la conoce, participando de desfiles y eventos a lo largo de todo el país, sino que mantiene una tarea poco conocida, pero de enorme responsabilidad, como es ser la custodia del Presidente de la Nación.
Visitamos a la unidad en su cuartel en el Barrio de Palermo en Buenos Aires para mostrar a fondo su actividad actual y cómo mantienen el legado del General San Martín.
Una breve historia El 11 de septiembre de 1812 se había creado el Segundo Escuadrón de Granaderos a Caballo, también bajo las órdenes de San Martín, mientras que el 5 de diciembre se ordenó la creación de un tercero y dos días después los tres escuadrones se conformaron como Regimiento de Granaderos a Caballo, nombre que mantiene en la actualidad, mientras que San Martín era ascendido al grado de coronel.
El 3 de febrero de 1813 el regimiento entraría en combate por primera vez, derrotando a los realistas en el Combate de San Lorenzo, al norte de la ciudad de Rosario, cesando las actividades de los españoles a lo largo del río Paraná.
Tras participar en el Sitio de Montevideo y en las campañas auxiliadoras al Alto Perú, en enero de 1817 participaron del cruce de los Andes junto a San Martín, para derrotar a los realistas en Chile y luego en Perú, llegando hasta Ecuador. Posteriormente, entre 1826 y 1828 la unidad participó de la Guerra con el Brasil, aunque luego de la misma el Regimiento fue disuelto y recreado recién el 29 de mayo de 1903 por el presidente Julio Argentino Roca, cambiando su ubicación desde la original que estuvo donde hoy está la Plaza San Martín en el barrio de Retiro, a la actual en el barrio de Palermo, ambas en Buenos Aires.
Actualidad
El Regimiento de Granaderos a Caballo está organizado en un jefe y su plana mayor más una serie de escuadrones bautizados con los nombres de distintas batallas donde participó la unidad. Estos son cuatro escuadrones montados, que son los Riobamba, Junín, Maipú y San Lorenzo, dos a pie, llamados Ayacucho y Chacabuco, uno de Comando y Servicio denominado Montevideo y la Fanfarria Alto Perú, que es la banda del regimiento y tiene la particularidad de ir montada.
El Escuadrón Montevideo se encarga de la logística, con una sección comunicaciones, otra de veterinaria, la herrería, el Grupo Arsenal y el Grupo Transporte.
Cada escuadrón montado emplea caballos de una raza particular, con el Riobamba dotado de caballos criollos, el Maipo tiene cuartos de milla y los otros dos usan alazanes. La elección de las razas no responde a una cuestión técnica, sino a lo que la unidad tiene disponible, ya que los caballos que se asignan al regimiento provienen tanto de lo que cría la fuerza a través de la Dirección de Remonta y Veterinaria como por donaciones que hacen particulares. Así, se busca que cada escuadrón tenga homogeneidad en la raza de sus caballos.
Por otro lado, el Regimiento mantiene secciones en el convento de San Lorenzo, donde ocurrió su primer combate, y en Yapeyú, donde nació el general José de San Martín.
Seguridad presidencial
El 23 de abril de 1826, el presidente Bernardino Rivadavia nombró al Regimiento de Granaderos a Caballo como escolta presidencial, pero esto duró solo dos años hasta que la unidad fue disuelta. Tras su recreación, el 15 de julio de 1907 el presidente José Figueroa Alcorta volvió a designarlos como escolta presidencial, función que cumplen hasta la actualidad y que incluye dar seguridad al presidente tanto en su residencia como en la Casa de Gobierno.
Los escuadrones Chacabuco y Ayacucho son los encargados de brindar la seguridad al Presidente de la Nación, para lo cual el Escuadrón Ayacucho está destinado a la Casa Rosada y el Chacabuco lo está en la residencia presidencial en la Quinta de Olivos. Los escuadrones no emplean el uniforme histórico de los granaderos, sino el uniforme de combate regular del Ejército con boina verde con el escudo del Regimiento.
Dado que su misión principal es la de defender los edificios en donde reside y trabaja el presidente, estos dos escuadrones tienen un entrenamiento totalmente distinto al del resto del Regimiento, entrenándose en combate de localidades o combate urbano cercano, lo cual llevan adelante en el Destacamento Los Talas, ubicado al fondo del Colegio Militar de la Nación en El Palomar. Allí practican ingreso a edificios, golpes de mano, ingresos a cuartos, cruce de puertas, de pasillos, etc., y una vez al mes hacen un ejercicio ante el jefe del Regimiento, que supervisa el desempeño de los escuadrones.
Estas unidades tienen como armamento el fusil FAL, el FAMCa (Fusil Argentino Modelo Carabina), ambos de calibre 7,62mm, escopetas Mossberg calibre 12 y el fusil Steyr AUG calibre 5,56 mm.
Cómo se llega al Regimiento
Como toda unidad del Ejército Argentino, está formado por oficiales, suboficiales y soldados voluntarios. En el caso de los voluntarios, a diferencia de la mayor parte de las unidades, donde los soldados provienen de la zona cercana a la misma, los Granaderos, si bien tienen una mayoría de soldados reclutados por el Centro de Reclutamiento ubicado en el Regimiento de Infantería 1 Patricios, también en Palermo, también recibe voluntarios de los otros centros de reclutamiento ubicados en el resto del país. Una vez asignados al regimiento realizan el Núcleo de Instrucción Básico (NIB), el cual dura diez semanas y permite tener un soldado voluntario instruido y capacitado, adiestrado para ser parte del regimiento y se lo asigna a un escuadrón según sus capacidades y conocimientos.
Los voluntarios que luego deseen luego pasar a suboficiales pueden hacer el Núcleo de Instrucción Avanzado para pasar a la Escuela de Suboficiales y hacer el Curso de Formación Elemental de seis meses para egresar como cabo en comisión.
En cuanto a los suboficiales, ya pueden ingresar al regimiento apenas egresan de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, con el grado de cabos, mientras que los oficiales deben pasar antes por otra unidad del arma de Caballería antes de poder ir a Granaderos, por lo que recién pueden ingresar con el grado de teniente o teniente 1º. Esto es para que primero se instruyan y adiestren en las operaciones regulares de una unidad de caballería antes de poder pasar al Regimiento de Granaderos, ya que en esta unidad no tendrá contacto con las armas típicas de una unidad de caballería moderna.
Los tenientes 1º ya pasan a ser jefes de una de las dos secciones que conforman los escuadrones, tanto montados como los de a pie.
Los escuadrones montados
El resto de los escuadrones tienen instrucciones diferentes, más enfocadas en ceremonial y protocolo, que comienzan por instrucciones montadas y de desfile, montado y a pie, con el manejo de sable, para lo cual existe un manual de galas y formaciones del Regimiento. El soldado que egresa del NIB empieza con un ciclo de adaptación que arranca por el manoseo del caballo, conocer el caballo que tiene asignado, aprender a ensillarlo, el rasqueteo, la limpieza y alimentación. El caballo se asigna con cargo al personal, sea oficial, suboficial o voluntario, y la persona es responsable de todo lo referido al animal y que éste esté impecable. El integrante del regimiento, a diferencia de cualquier otra unidad de caballería, tiene aquí la responsabilidad de encargarse de su caballo, todos los días del año, de alimentarlo, mantenerlo limpio, en buenas condiciones y que camine todos los días.
Luego de una primera etapa de adaptación se pasa a una instrucción básica y una avanzada hasta que la persona desarrolle la destreza participar en galas y desfiles en la unidad o en cualquier lugar del país donde deban presentarse.
Si bien los oficiales, al pertenecer al arma de Caballería, ya tienen formación en equitación en el Colegio Militar, muchos voluntarios recién tienen su primer contacto con caballos al llegar al regimiento, por lo que se les da una instrucción completa en la unidad, para lo cual hay un picadero cubierto y una pista de arena descubierta. La instrucción básica se hace en el picadero, para que el jinete vaya agarrando confianza, antes de pasar a la pista descubierta. Luego se comienza la formación en desfile, que se hace en la calle principal del regimiento, donde todos los días se hacen formaciones.
Así, los turnos de los soldados comienzan a las 4:30 de la mañana, en donde se moja la avena, para que el caballo no tenga cólicos. A las 5 comienzan a racionar a los caballos con forraje y luego avena, a las 7 se empieza el ensillado y a las 7:30 comienzan las formaciones con el personal montado. Luego se sigue con el entrenamiento hasta que a las 11:30 los caballos pasan a descansar y tomar agua y a las 12 se les da el alimento, con una tercera ración a las 19. Por las noches queda el personal de guardia que recorre las caballerizas, así como queda un enfermero veterinario de guardia.
La instrucción montada incluye el orden cerrado con sable para todos los escuadrones excepto el Riobamba, que porta las lanzas con la bandera argentina. Allí se practican todas las posiciones, como la militar, descanso, firmes, al hombro armas y saludo uno. También, el paso del caballo, al paso, al trote y galope y cómo se va de uno al otro, así como la formación de las cuartas, que es la línea de cuatro caballos uno al lado del otro. Normalmente pueden ir en secciones de 12 o 16 jinetes, aunque cada sección de los escuadrones tiene 36 jinetes.
Por su parte, el entrenamiento del caballo se trabaja mucho con el contacto, con las manos y las piernas, además de la voz, donde el jinete va conociendo su caballo y trabaja todos los días con él, siguiendo un manual y el reglamento de equitación del Ejército. Normalmente, la formación de un caballo, que llega a la unidad como potro de cuatro o cinco años, demanda entre un año y un año y medio de trabajo, todos los días, para estar entrenado y que pueda ser parte de las galas.
Fanfarria Alto Perú
Con una conformación similar a los escuadrones, la Fanfarria Alto Perú conforma la banda del regimiento, que tiene la particularidad de tocar montada, lo cual implica un desafío para sus integrantes. Estos ya llegan a la unidad siendo músicos, pero deben aprender no solo al manejo del caballo, sino cabalgar al mismo tiempo que tocan sus instrumentos. Apenas llegan, pasan por las mismas etapas de instrucción en equitación que los demás miembros montados el regimiento, para luego pasar a practicar ya con sus instrumentos, con la dificultad que implica, especialmente para los que tocan los timbales, ya que no pueden usar las manos para llevar las riendas y deben llevar al caballo solo con las piernas. Para ello tienen un profesor de equitación que se dedica específicamente a instruirlos a ellos.
Para sus integrantes, formar parte del Regimiento de Granaderos a Caballo es motivo de orgullo, pero también una gran responsabilidad. Uno de sus oficiales explicó que “uno no pide venir al Regimiento, sino que lo seleccionan, pero siempre se tiene esa ilusión de ser parte, porque uno está acostumbrado a ver a los ganaderos desde chico y los identifica siempre con San Martín, con los valores. Entonces, cuando me puse por primera vez el uniforme histórico de la independencia, que fue en el año 2021 en el aniversario de San Lorenzo, empecé a darme cuenta del orgullo que sentía, el desfilar por las calles y que la gente aplauda y se emocione, eso me llenaba de orgullo y se me ponía la piel de gallina. La primera marcha al Congreso, que fue al mes siguiente, desde el Regimiento hasta el Congreso tenemos aproximadamente 1:30 a 2 horas y al ir llegando al Congreso, que la gente sale de los balcones y aplaude, prácticamente se me caían las lágrimas, es una emoción muy grande. Y a la vez es un desafío y una responsabilidad muy grande, porque nosotros somos muy conscientes de que portamos el uniforme de la patria y estamos portando el uniforme que portó el general San Martín, el fundador del Regimiento, que representa mucho más allá del Ejército, representa los valores de lealtad, la libertad, el honor. Para nosotros es una alegría, una responsabilidad y un orgullo muy grande portar este informe”.
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