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Foto del escritorRichard Kouyoumdjian Inglis

Análisis del ataque de Irán a Israel y sus consecuencias

Ya pasaron los tiempos de la guerra del 67 en que Israel fue capaz de manejar múltiples frentes y salir victorioso. Hoy en día tiene que actuar mucho más estratégicamente, escoger sus batallas y tomar las decisiones correspondientes.


Por Richard Kouyoumdjian – vicepresidente de Athenalab


Ya había caído la noche en Santiago el sábado 13 de abril de 2024 cuando llegaron noticias de que el anunciado ataque iraní con medios aéreos y espaciales sobre Israel estaba en curso. Obviamente una noticia como esta causa nerviosismo en todas partes, no sólo en Israel y países del Medio Oriente. El temor a un conflicto generalizado en esa parte del mundo y la posibilidad de que se extienda más allá está en el aire desde el amanecer del 7 de octubre, día en que Hamas desató su furia sobre los habitantes del Estado que los judíos crearon en 1948 para estar seguros de las persecuciones de las que habían sido víctimas y los horrores de la Segunda Guerra.



Para la tranquilidad de muchos el ataque fue inefectivo en lo material ya que sólo hubo daños insignificantes a la infraestructura física israelita, lo que de inmediato le quitó presión al tema de posibles represalias por parte de Israel o sus aliados, permitiendo al gobierno de Benjamin Netanyahu y su gabinete de guerra evaluar sus posibilidades con más tranquilidad y con una clara evaluación de lo sucedido, teniendo a mano las reacciones de sus electores y de la comunidad internacional.

Lo primero y más obvio a entender en un conflicto entre Israel e Irán, es que ambos países no son vecinos y por ende para llegar de Teherán a Jerusalén se debe pasar por Irak y Siria, o bien Irak, Arabia Saudita y Jordania, o por último Irak y Jordania. Eso aplica para ataques terrestre o aéreos ya sea usando drones, misiles crucero y aviación de ataque aire-tierra. También existe la opción de desplazar medios navales desde el Golfo Pérsico al Mar Rojo objeto atacar desde el sur con misiles sean embarcados en buques de superficie o submarinos, pero se cree que esa opción por ahora no está disponible, pero puede estarlo en el futuro conforme no sólo estén ubicados en el Mar Caspio las plataformas más modernas con capacidades de lanzar misiles del tipo crucero.

También existe la posibilidad de atacar usando misiles balísticos, los que por su trayectoria y dependiendo de la distancia a cubrir, se elevan a lo alto, pudiendo salir de la atmosfera terrestre, lo que los hace ideales para atacar blancos a distancia y no tener problemas con los países por los cuales hay que pasar o sobrevolar.

Irán atacó usando una combinación de medios, los que lanzó de modo de que llegaran idealmente en simultáneo. Se dice que el mix eran 170 drones kamikaze (del tipo que se lanzan para que no vuelvan), 120 misiles balísticos y 30 misiles crucero. De todos, sólo 5 misiles balísticos habrían impactado en territorio israelí en o en las cercanías de una base aérea de donde operan los F-35 de la fuerza aérea de Israel.



Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) indican que todos los drones y misiles crucero fueron derribados antes de que ingresaran al espacio aéreo israelita y como se dijo antes, sólo 5 de 120 misiles balísticos lanzados llegaron a tocar tierra, habiendo varios que no salieron, o se destruyeron en vuelo. Ya tendremos más detalles del cómo se logró lo anterior. Lo que se ha informado aún no es 100% preciso, pero sí se sabe que fue producto de los esfuerzos conjuntos de Estados Unidos, Reino Unido, Jordania, Arabia Saudita, Francia y quién sabe quién más. Se dice que los rusos habrían entregado información en un claro ejemplo de que había un esfuerzo multinacional por hacer fracasar un ataque incluyendo los propios iraníes, que lo ejecutaron de forma tal que fuera inefectivo a pesar de que en casa dijeron que había sido un éxito.

Los más difíciles de derribar son los misiles balísticos. Para ello en esa zona sólo los norteamericanos e israelitas tienen la capacidad tecnológica de hacerlo. También podrían haber ayudado los británicos y franceses, pero no creo que hayan tenido medios disponibles en la zona con esas capacidades. En ese sentido, si es que Irán volviera a intentar otro ataque similar tendría que aumentar el mix de misiles balísticos y eventualmente, de tenerlos, misiles crucero del tipo hipersónicos.

Hay muchos de que se sorprenden del apoyo de Arabia Saudita y Jordania, pero nada raro hay en eso. De partida son países sobre los cuales muchos de estos artefactos pasaron por encima y que eventualmente podrían haber impactado a ellos y no sus blancos de destino. Irán los lanzó mayoritariamente desde su propio territorio, lo que como se dijo en uno de los primeros párrafos, implica sobrevolar varios países que no deben haber estado felices, o desde instalaciones de los Huties en Yemen. Se sabe que pilotos jordanos derribaron varios y que los sauditas pidieron permiso para agregarse a la cacería de los drones y misiles.

El mayor desafío se lo llevaron los controladores aéreos israelitas que tuvieron que lidiar con el problema y administrar lo que ocurría en el aire. Era muy fácil que se produjeran errores o descoordinaciones. Conocedores de la materia indican que la coordinación entre los controles aéreos de Israel, Jordania, Líbano y Siria existe hace tiempo, pero otra cosa es hacerlo con un ataque masivo y simultáneo, logrando casi un 99% de efectividad.

Algunos indican que el éxito fue del domo de hierro. Quienes dicen eso lo dijeron antes de tener los antecedentes a mano. El domo se la llevo fácil, mucho más fácil que el 7 de octubre cuando fue estresado por un ataque de aproximadamente 2.200 cohetes lanzados desde Gaza a corta distancia. En esta oportunidad fueron más bien otros los sistemas antiaéreos o antimisiles israelitas o de sus amigos los que se llevaron la gran parte del trabajo, no siendo necesario emplear todas las capacidades israelitas disponibles.

Una de las lecciones que se saca del evento del 13 de abril es que las tecnologías de Israel y países que los ayudan son superlativas en comparación con las iranies y rusas. Dicho eso, Israel siempre ha tenido un exceso de confianza en sus capacidades tecnológicas y que los puede llevar a cometer errores como fue confiar más allá de lo razonable en su muro de protección/separación de Gaza y no complementar sus capacidades defensivas con inteligencia proveniente de medios humanos.



Lo segundo y muy obvio, es que Irán tiene más enemigos que Israel. No sólo hay quienes no los aman en occidente como son Estados Unidos, Reino Unido y Francia, sino más importante aún, Jordania y Arabia Saudita. Se cumple aquí el proverbio árabe, de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Ahora esto sólo aplica para fines de Irán, que son musulmanes, pero no árabes. Son persas y chiitas, no sunitas como los saudíes y jordanos.

El ataque del 1 de abril de los F-35 israelitas a lo que se suponía era un edificio que supuestamente era parte de las instalaciones diplomáticas de Irán en Siria está más que justificado. Era un cuartel de la parte de la Guardia Revolucionaria que administra los recursos con los que operan fuera de Irán para atacar a Israel o activos de Estados Unidos en la zona. Al destruir esas instalaciones y matar a los que estaban adentro logran disminuir notablemente las capacidades de Hezbollah y otros que amenazan a Israel desde el Líbano o Siria, o el apoyo que brindaban a Hamas desde esa parte del levante.

Irán es uno de varios que se aprovechan de las fachadas diplomáticas para esconder recursos e instalaciones que tienen otros propósitos. Por eso cuesta entender, habiendo engañado al sistema, que reaccionaran con un ataque como el realizado el 13 de octubre. Claramente hay una motivación de política interna iraní, pero otra es arriesgarse a que las cosas se salgan de control y el conflicto aterrice en las calles de Teherán. Digo lo anterior porque hasta ahora les ha resultado muy efectivo atacar a Israel por la vía de sus agentes como Hezbollah, los que evitan tener que enfrentarse directo a Israel y los que no quieren ver a los persas dominando la región. Quizás es hora de que estudien estrategia con Sun Tzu.

Está claro que Irán es el mayor enemigo de Israel, pero eso no significa que deban enfrentarse directamente. Es mucho más efectivo para Irán colocar presión sobre Israel por la vía de las milicias que les son fieles en Siria, Hezbollah, Huties, Hamas y otros, que ir al enfrentamiento, el cual por lo demás, no resulta tan obvio y está limitado a lo que se pueda hacer por medios aéreos y espaciales, sean lanzados desde tierra o mar, o debajo del mar.

Por otro lado, Israel no va a buscar ahora el enfrentamiento con Irán, lo hará a su tiempo y sólo con el fin de eliminar la posibilidad de que Irán llegue a ser una potencia con armas nucleares lo que incluye misiles balísticos de generación más avanzada. Por de pronto tiene que terminar bien el trabajo que está haciendo en Gaza. Lo debe hacer atendiendo a la realidad humanitaria que se vive en esa zona. Esta guerra no necesita más muertos, y dejo eso muy claro. Más muertos sólo actúa en favor de Hamas y contra el interés nacional israelita. Si no manejan bien el tema de la ayuda humanitaria en conjunto con el despeje del sur de Gaza el apoyo internacional se va a esfumar y no son tiempos para andar solos por el planeta.



Israel tiene que estar atento a lo que ocurre en Egipto y en la Cisjordania. En el primer caso, todo lo que ha ocurrido últimamente no ha sido neutro en su frontera sur y junto a los cambios políticos que ocurren en la zona podría implicar que un frente que ha estado calmo durante 45 años desde los acuerdos de Camp David se pueda volver a agitar, y, por otro lado, la Cisjordania está que explota. Israel no tiene capacidad política o militar para manejar otro frente tipo Gaza, el que además le coloca en riesgo su relación con Jordania, el que no quiere ruidos o problemas, y no quiere palestinos o importar conflictos.

Ya pasaron los tiempos de la guerra del 67 en que Israel fue capaz de manejar múltiples frentes y salir victorioso. Esa era una época en que sus adversarios no estaban a su altura y los podía derrotar fácilmente. Hoy en día tiene que actuar mucho más estratégicamente, escoger sus batallas y tomar las decisiones correspondientes. El escenario estratégico es más parecido a la realidad de la guerra del Yom Kipur que las primeras guerras en que siempre salió victorioso.

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