Por Adriano Santiago García*
El tanque es a menudo el nombre genérico que dan los profanos a cualquier vehículo blindado de uso militar en operaciones y a pesar de que los inventores del concepto práctico, los británicos, aparecen en muchas de las fotografías del primer conflicto global, con los venerables tanques Mark IV, el “char d'assaut” Renault FT-17 presentó el molde que se extendería con el tiempo.
El amplio abanico de pruebas durante la Segunda Guerra Mundial fue también el escenario para la consolidación de los tanques como protagonistas de los movimientos y maniobras de las Fuerzas Terrestres.
De los diversos éxitos y fracasos desarrollados durante la preparación y el curso del conflicto mencionado anteriormente, uno de los puntos de inflexión en cuanto al armamento de los tanques fue el uso del Flugzeugabwehr-Kanone de 88 mm, conocido como cañón 88, como arma antitanque.
Sus características de alcance y la munición perforante asociada proporcionaron a esta arma Stand Off contra los blindados aliados y más tarde se instaló en el Panzerkampfwagen VI, el temible tanque Tiger.
La asociación del calibre del cañón con su éxito como arma parece correcta desde un punto de vista lineal, pero se frustra inmediatamente al estudiar la invasión de Francia por las mismas tropas Panzer, que en aquel momento eran numéricamente inferiores en términos de potencia, blindaje y con enemigos como CC Char B1 que tenía armamento superior.
La intención de este artículo no es analizar la mente de los comandantes de tropas blindadas, ni evaluar sus decisiones en combate, sino comprender la correlación entre el calibre de los cañones integrados en plataformas blindadas con su idoneidad para su uso y, mientras tanto, identificar posibles tendencias para el futuro del señor supremo del campo de batalla terrenal.
Bocas de fuego
Las imponentes armas montadas sobre plataformas móviles o remolcadas por tracción a motor ocultan el doloroso camino que ha recorrido la ciencia de la guerra desde la creación de las primeras bombas para operaciones de asedio.
La esencia de la boca de fuego es un dispositivo mecánico en el que el calor liberado al quemar un propulsor se convierte en energía cinética para impulsar un proyectil hacia un objetivo específico.
El último argumento del Rey, frase escrita en latín en las Piezas de Artillería de Luis XIV, el Rey Sol, pasó siglos buscando la mayor cantidad de propulsor posible, para empujar el proyectil con mayor velocidad y con el mínimo daño colateral al arma y su tripulación.
La Artillería del Emperador Napoleón Bonaparte logró grandes avances en el campo de la Balística, ciencia que Leonardo Da Vinci profundizó en estudios del lanzamiento de flechas con arcos o ballestas.
El proceso científico dividió el estudio de la balística de las armas de propulsor químico en cuatro fases distintas: balística interna, balística intermedia, balística externa y balística terminal.
De los diversos conceptos ya mencionados, se profundizará en la parte de balística interna ya que se correlaciona directamente con la clasificación de calibres de los cañones.
2.1. Balística interna
La clasificación de los cañones involucra diferentes componentes además de su calibre, que puede ser en términos de uso, el tipo de munición disparada o incluso la longitud del núcleo del tubo.
Para corroborar estas diferencias podemos ver los cañones Rheinmetall L-44 y L-55, ambos de 120 mm, aunque el segundo tiene una longitud de alma mayor que el primero.
Por tanto, la balística interna comprende todos los factores y el estudio del movimiento del proyectil dentro del tubo desde el momento en que se enciende el propulsor hasta el momento antes de que el proyectil encuentre la atmósfera exterior.
2.1.1. Velocidad inicial
La cadena de acontecimientos desde la activación del encendedor hasta la completa expansión de los gases tiene como único objetivo darle al proyectil su velocidad inicial.
La alta expectativa de impacto obtenida por los tanques, observada principalmente en la Operación Tormenta del Desierto (Irak/Kwait 1991), hace que sorprenda que la munición del tanque sea considerada “tonta”, es decir, que no tenga ningún sistema de seguimiento o búsqueda de objetivos observados.
La velocidad inicial que obtiene el proyectil se deriva de tres factores: la cantidad de propulsor, la calidad de la combustión del propulsor y el peso del proyectil a lanzar.
Existen las más diversas cabezas de munición para tanques y su precisión de fabricación, con mínimas diferencias aerodinámicas y de peso, son fundamentales para que los Sistemas de Control de Tiro (FCS) tengan el promedio de sus masas y datos de vuelo para llevar a cabo el objetivo final.
2.1.1.1. Cantidad de propulsor
Desde la pólvora negra, los propulsores han ido evolucionando en su composición, forma y tamaño con el objetivo de obtener la cantidad exacta de material para disparar el tiro a la mayor distancia y con el menor desgaste posible en la recámara y el núcleo.
A diferencia de los cañones utilizados por la artillería, que disparan municiones en trayectorias curvas, los tanques realizan disparos tensos observando al enemigo, conociendo o estimando su distancia.
La munición, por tanto, llega a manos de las tripulaciones lista para ser disparada, ya sea con cartuchos confeccionados, que unen el proyectil y la carga explosiva, o con la ojiva separada del propulsor, como los tanques rusos.
La relación que importa para la fabricación de munición es la del calibre y la recámara, ya que después del disparo los residuos serán descartados por la recámara.
Es posible concebir que aumentando el calibre se podría crear una caja propulsora más amplia, sin embargo, si no se alarga también la cámara de combustión, se pierde velocidad inicial.
Sin embargo, un aumento en la cantidad de material explosivo puede resultar en mayores daños transferidos al conjunto de recámara, recámara y núcleo, reduciendo la vida útil del material y/o provocando una pérdida de presión del gas, reduciendo la expectativa de impacto y daño causado.
Las variables en esta ecuación también incluyen el desarrollo de materiales más densos para la penetración de blindaje o propulsores con mayor poder para generar expansión gaseosa, y son estas condiciones las que colocan a las industrias en un campo más conservador dadas las grandes sumas de dinero en desarrollo, conversión industrial y parque logístico.
2.1.1.2. Tasa de combustión del propulsor
El comportamiento de combustión del propulsor, que se mide gráficamente por la presión generada durante el tiempo de ignición, no es más que cómo será el empuje que se le dará al proyectil.
Si es un material que tiene un ritmo de combustión muy rápido, el pico de presión también se alcanzará muy rápidamente y como consecuencia la fricción contra el tubo ofrecerá resistencia y reducirá factores como el alcance, entre otros.
En la situación diametralmente opuesta, el proyectil saldrá del tubo sin transferir la presión máxima y, por lo tanto, se perderá en el medio ambiente.
La empresa Rheinmetall, fabricante de los cañones L-44 que equipa a los Leopard 2A4 y 2A5, aumentó el tamaño del alma del respectivo cañón, creando así el modelo L-55, que equipa las versiones más modernas de los mencionados tanques.
La ampliación del tubo permitió transferir una mayor presión al proyectil, antes perdida en el medio ambiente, aumentando la velocidad inicial y, en consecuencia, el alcance y la penetración de la munición.
Por tanto, una transferencia de presión procedente de la combustión de los gases, convirtiéndola así en la velocidad inicial de la granada, así como el mínimo daño colateral a los componentes del cañón y el mínimo rozamiento posible, son las premisas que se buscan en la ejecución de cada disparo.
2.2. Integrando cañones y plataformas
Al analizar numéricamente las magnitudes y variables que intervienen en el disparo de un solo proyectil de cañón en condiciones ideales, sorprenden realmente los avances que logra el FCS en la puntería a pesar de los movimientos de la plataforma sobre la que está encajado e integrado.
La plataforma es precisamente una de las principales razones que también impiden los calibres megalómanos ya vistos en el desarrollo de tanques y otras armas con cañones a bordo.
Los ingenieros señalan que la migración del actual calibre de 120 mm, estándar en los tanques de la OTAN, a un cañón de 130 mm aumentaría el peso en al menos 3,5 t, factor que también requeriría un rediseño de las torretas para acomodar esta munición.
El aumento de peso puede no parecer tan importante, dadas las ya enormes fortalezas que tienen las tropas blindadas, pero cuanto más pesados se vuelven los vehículos, su movilidad y flexibilidad disminuyen.
Una consecuencia directa de tener un mayor calibre será el aumento del ancho final de las orugas, que ya tienen considerables dificultades para circular dentro de ciudades y puentes dada su construcción y dimensiones.
El sistema de retroceso y retorno de la batería, encargado de absorber el movimiento en sentido contrario al disparo y colocar el cañón en la posición de disparo original, tendrá que ser rehecho para seguir permitiendo el disparo continuo en movimiento sobre cualquier terreno.
El Vehículo Blindado de Reconocimiento (VBR) Centauro, armado con un cañón de 105 mm, retrocede una media de 80 cm hasta que los frenos son capaces de detener el movimiento del arma, aproximadamente 50 cm más que en el VBCCC Leopard 1.
También hay que poner en la balanza el componente humano, poniendo en duda la figura del cargador militar, hasta qué punto será posible la carga manual dadas las limitaciones físicas humanas.
Las granadas de 120 mm tienen un peso medio de 20 kg y pesarán 10 kg más con el aumento de 10 mm de su calibre.
La carga automática, una solución al problema del tamaño de la munición, se trasladará como un sistema más susceptible de sufrir fallos que puede sacar a un tanque del combate sin que sufra ningún impacto sobre él.
Francia lanzó recientemente un proyecto para transportar un arma de calibre 140 mm sobre una plataforma AMX-56 Leclerc, pudiendo así tomar la delantera en el componente de potencia de fuego.
El intento de integración de este calibre exacto se remonta al intento fallido durante la Guerra Fría, que fracasó debido a la enorme cantidad de variables ya mencionadas.
La empresa Nexter, fabricante de la reciente versión del cañón que equipa el AMX-56 en la foto de abajo, publicó algunos vídeos de disparos sin presentar los resultados de acierto y los efectos secundarios de los disparos, tanto en el arma como en la plataforma.
2.3. Realidad de Brasil
2.3.1. L7A3 y M68
Sólo a finales de los años 90, Brasil recibió sus primeros tanques más alineados, aunque ya obsoletos, con los calibres estandarizados por la OTAN.
El entendimiento general es que los nuevos vectores adquiridos, el M60A3 TTS y el Leopard 1A1 BE, al tener el mismo calibre, pueden compartir munición y otras características.
Esta verdad comienza a desmoronarse simplemente observando la construcción de los cañones, el M68 y L7A3, del M60 y Leopard 1A1, respectivamente.
El cañón americano tiene una recámara que se desliza hacia abajo cuando se abre, característica que se mantiene en la versión de 120 mm del tanque Abrams, mientras que el modelo británico tiene una recámara que se desliza hacia la derecha para abrirse.
Las curvas de presión no dejan dudas sobre cómo cada tubo acelerará el proyectil hasta salir por la boca de fuego, trayendo así variaciones en la velocidad inicial y sus consecuencias.
Las cantidades involucradas con calibres mayores aumentarán directa y proporcionalmente cuanto mayor sean las cantidades de propulsores y cámaras de combustión.
Un factor que dificulta enormemente los estudios nacionales sobre tales efectos es la falta de laboratorios o túneles de tiro en los que se pueda aislar el tiro de todos los elementos externos.
Los tubos recibidos hasta la fecha, en las tres plataformas blindadas de 105 mm, son muy heterogéneos ya que no son nuevos y han estado en uso anteriormente, estando algunos a punto de ser rechazados.
El mantenimiento de este tipo de armas requiere de equipos y laboratorios de precisión para monitorear correctamente su comportamiento y vida útil para no generar gastos por disparos incorrectos.
Conclusiones
El calibre de las armas es siempre objeto de fascinación y de opiniones prematuras sobre el verdadero poder destructivo de estos artefactos.
Es notoria la complejidad de combinar el disparo de armas de gran tamaño con vehículos que entreguen dicha potencia de fuego con precisión a objetivos a kilómetros de distancia del origen del disparo.
En la operación “Tormenta del Desierto” (Kuwait/Irak 1991), un tanque Challenger I del ejército británico alcanzó un objetivo a más de 4 km de distancia, lo que sigue siendo un récord para tal hazaña hasta el día de hoy.
La precisión de estos disparos es tal que una desviación de tan solo una milésima en el momento del disparo desviará el proyectil linealmente diez centímetros del lugar previsto.
Otro aspecto no militar involucrado en esta materia es la necesidad de sinergia entre el equipamiento militar y el parque industrial o los planes de asociación y adquisición.
De nada sirve estar armado con los vehículos blindados correctos y no tener capacidad para producir o comprar municiones y equipos para su mantenimiento, provocando la degradación de la flota o incluso pidiendo la canibalización de los tanques.
La adquisición de vehículos de segunda mano seguirá proporcionando material militar que dificultará las investigaciones y estudios sobre esta materia en el territorio nacional, siendo necesario utilizar material producido en el extranjero.
El clamor por calibres cada vez mayores, como el de 120 mm, también puede convertirse rápidamente en una trampa, más aún cuando se trata de armas que nunca se han utilizado, lo que exige un período de transición para dichos equipos.
La industria de defensa ha presentado soluciones con el calibre de 105 mm, ya que esta arma todavía se utiliza tanto en el Stryker como en ejércitos con poderosas fuerzas blindadas como el turco.
Siempre el conocimiento y la investigación sobre el tema combinados con una hoja de cálculo de presupuesto realista, tanto en el futuro inmediato como en el próximo, presentarán la mejor y más poderosa solución para mantener al tanque como señor supremo del campo de batalla terrestre.
(*) Adriano Santiago García es Mayor de Caballería del Exército Brasileiro, graduado en AMAN promoción 2009, especialista con 10 años de trabajo con CC Leopard 1A1 y 1A5.
Realizó el curso de instrucción Leopard 1A5 y Master Gunner, siendo posteriormente instructor de estos cursos.
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