Por Gonzalo Mary
Dialogamos con Roberto Oscar Reyes, un sanjuanino miembro de la promoción 111 que se unió al Ejército Argentino por un anhelo personal y familiar. Es un veterano del Conflicto de Atlántico Sur que vivió el desembarco argentino, la llegada de la Task Force, y debió enfrentarse a las inclemencias del ambiente geográfico malvinero.
Pucará Defensa: ¿Cómo se enteró del estallido del conflicto? ¿Cómo fue la preparación?
Roberto Reyes: Fue por la orden preparatoria para recuperarlas, impartida por el jefe del Regimiento de Infantería 25, Mohamed Ali Seineldin. Por tres meses ya nos hablaba y nos preparaba como un regimiento de infantería especial. Los jefes de sección dábamos instrucción en el terreno, preparando a las pequeñas fracciones para cumplir la misión en forma descentralizada. Desde el primer soldado hasta el último jefe nos sentíamos verdaderos guerreros.
Realizábamos ejercicios eminentemente prácticos en el terreno, bajo cualquier condición meteorológica, especialmente con frío y de noche. Los distintos cursillos que realizábamos crearon un sentido de pertenencia e identificación con el regimiento que fue clave en lo que después sucedería en Malvinas. Nuestro jefe siempre nos lideró con su ejemplo personal, algo que nunca olvidaré, es la teoría del equilibrio emocional en el mando de las tres C; “cabeza, corazón y cojones”. Otra cuestión importante fue la preparación espiritual, la formula “Dios y Patria” acompañaba siempre nuestros quehaceres.
PD: ¿Cuándo llegó a las islas? ¿Cómo las describiría?
RR: Llegué a Malvinas con el desembarco del 2 de abril. Las islas tienen una geografía muy particular, son agrestes, con una topografía media-baja. El suelo blando por los turbales. El clima es subantártico, frío y húmedo, con vientos fuertes y constantes.
PD: ¿Cuál era su misión ese 2 de abril?
RR: Para el 26 de marzo de 1982 la operación era solo conocida por los oficiales. Mi sección, la 3/C/25, denominada Gato, comenzó los preparativos en el marco de un ejercicio conjunto en el que participaría el regimiento. Preparamos una fracción liviana con buen poder de fuego y de rápido despliegue.
Cuando nos desplazamos desde Sarmiento hasta Puerto Belgrano, era el único de la sección que sabía que nuestra misión consistía en “conquistar la casa de gobierno inglés en nuestra Islas Malvinas a través de una operación aeromóvil y capturar al gobernador sin provocarle daños, en oportunidad que se determinaría”.
PD: ¿Cómo fueron los momentos previos al desembarco?
RR: La sección formaba parte de la fuerza de desembarco (FD) que debía recuperar nuestras queridas Islas Malvinas. Éramos 37 infantes de Ejército entre casi 860 marinos. Zarpamos el 28 de marzo en el buque ARA Cabo San Antonio.
La navegación fue difícil, la meteorología se agravaba con el paso de los días, había muchos descompuestos, pero el espíritu y la motivación de los soldados era excelente, aunque no sabían el destino final.
Al tercer día, los jefes de fracciones que desembarcaríamos fuimos llamados a realizar los ensayos de las distintas acciones futuras. Se me pidió que expusiera al oficial de operaciones de la FD cómo había concebido la aproximación cercana, la adopción del dispositivo y el asalto a la casa del Gobernador, lo que hice en presencia de Seineldín, del Estado Mayor y del Cte FD Contraalmirante Carlos Busser. Se ajustaron los planes y se asignaron las embarcaciones, hasta ese momento el desembarco estaba previsto para el 1º de abril, pero a causa de la meteorología se postergó al 2 de abril.
El 1º de abril se me comunicó que como los ingleses detectaron nuestro desplazamiento, y preparaban su defensa fortificando las zonas de interés y organizando a la gente, habíamos perdido la sorpresa táctica. Debido a esto y a la rotura de medios para el desembarco, especialmente un helicóptero, recibimos una nueva misión: Conquistar el aeropuerto y despejarlo de los posibles obstáculos y trampas instaladas a partir de la 06:30, permitiendo el desembarco del resto del regimiento horas más tarde.
Se nos asignó el Vehículo Anfibio a Oruga (VAO) Nro 10, con capacidad para 26 integrantes de la sección. Me sentía orgulloso porque la sección tardaba el mismo tiempo que los infantes de marina en abordar el vehículo. Nos olvidamos de los mareos y sólo reinaba el deseo de cumplir la misión. Se dio una misa por altavoz, Busser arengó a las fuerzas que desembarcaríamos, dando a conocer a todos el objetivo de la operación que ejecutábamos. Jamás olvidaré la emoción, los gritos de júbilo y la demostración de voluntad de vencer que esta revelación originó en los soldados de la sección y en todo el buque.
PD: ¿Cómo fue el desembarco?
RR: Esa madrugada fue inolvidable, todo era aliento y deseo de conquistar. Ordené comenzar el equipamiento y la distribución de salvavidas. Faltaban dos. El Sargento Colque y yo nos quedamos sin ellos, deseábamos no tener que necesitarlos.
A las 05:30 cuando todo estuvo listo, y luego de una arenga, se escuchó la orden de embarque. Dentro del vehículo estábamos en silencio de radio, con las luces de la bodega apagadas, todas las compuertas cerradas, y con una luz interna de color rojiza que resaltaba nuestros rostros sombríos y preocupados, esperamos la orden de “primera ola al agua”.
Entre las 06:05 y las 06:10 se abrieron las compuertas de proa. la sensación de estar en el mar fue alucinante, todo se calmó, el vehículo se hundía hasta sus tres cuartas partes. Escuchábamos los acordes de la marcha “Cala Cuerda” en un pasacasete mientas nos dirigíamos hacia “Playa Rojo”, lugar marcado y controlado por los buzos tácticos horas antes. No estábamos recibiendo fuego, pero si se escuchaban disparos en dirección a la ciudad.
El clima reinante dentro del vehículo fue de júbilo al sentir que dejábamos el agua para entrar a carretear en la arena y el pedregullo de la playa. Habíamos llegado a Malvinas.
Nos desprendimos con rumbo al aeropuerto, encontramos las instalaciones abandonadas, sin resistencia ni trampas explosivas. Limpiamos casi 30 máquinas y camiones de la pista, y enarbolamos por primera vez en Malvinas la bandera nacional en espera del resto del regimiento.
PD: ¿Cómo continuo la operación?
RR: Transcurrido unos 40 minutos pedí una nueva misión. La sección debía rastrillar una de las calles de Puerto Argentino en dirección a la casa del Gobernador, teniendo que capturar a los soldados ingleses que al parecer aún estaban ocultos entre el caserío.
Encontramos dos soldados ingleses desarmados que se dirigían hacia el hospital. Los acompañé hasta el hospital y allí pude ver al Comando de Infantería de Marina Pedro Edgardo Giachino sobre una camilla muy mal herido, poco despues moriría. Comprendí que Giachino sería el primer héroe en entregar su vida en la recuperación y defensa de nuestras amadas Islas.
Al cabo de una hora, se realizó una formación en el patio de la casa para materializar oficialmente la recuperación las Islas después de 150 años. Ese 2 de abril, formados en el patio vi a mis valientes soldados, orgullosos de haber cumplido las misiones impuestas, representando a nuestro Ejército con profesionalismo y disposición de guerreros. Finalizada la Operación recibí nuevas misiones, estas estaban directamente relacionadas con la defensa.
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