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Ignacio Montes de Oca

Corea del Norte envía tropas para ayudar a Rusia y Ucrania ahora enfrenta a dos potencias nucleares




Las tropas de Corea del Norte estarían llegando a Kursk de acuerdo con la inteligencia ucraniana y surcoreana para sumarse a las fuerzas rusas. Es hora de responder a algunas de las preguntas que surgen en torno a la entrada directa del aliado de Putin en la guerra.

 

Por Ignacio Montes de Oca


La primera duda es respecto a si se trata de un acto de guerra. La respuesta es positiva y la base es la Resolución 3314 de la ONU del 14 de diciembre de 1974 en la que se establece cuando un país puede considerarse agredido y por lo tanto en situación de guerra. En el Art 1 queda claro que Corea del Norte cumple el requisito y con el de “primera agresión” del siguiente. Y cabe en los considerandos del 3° articulo, en particular en el que se refiere al “envío por un Estado o en su nombre de bandas armadas”. Alguno puede argumentar que ya hay soldados de otros países luchando en ambos bandos, pero no se trata del mismo caso porque no van en representación de un estado y entran en la categoría de “voluntarios”. Los norcoreanos son parte de un apoyo público de Pyongyang a Rusia. Puede decirse que los voluntarios cubanos y sirios llegan por iniciativa de sus gobiernos porque sin ese aval no saldrían de sus territorios, pero no se trata de soldados activos como en el caso de los norcoreanos encuadrados en la “Fuerza de Operaciones Especiales”. Además de ser un cuerpo del estado norcoreano, es ilógico suponer que al estar reunidos en un mismo cuerpo no cuenten con el mando de oficiales también enviados por el dictador bajito en función del acuerdo de defensa mutua firmado el 20 de junio pasado con Rusia. Con la misma lógica es difícil imaginar a un oficial de Putin intentando coordinar a los primeros 2.600 norcoreanos que llegan a Kursk, dándoles ordenes en ruso. Lo mismo cabe para el total de 11.000 que se prevé que pasaran por los cuarteles de Vladivostok antes de ir a Ucrania.


Si bien estamos ante un “casus belli”, tampoco es la primera agresión contra Ucrania. La Resolución 3.314 también aplica a Rusia y por supuesto a Bielorrusia que sigue prestando su territorio como base para la invasión a Ucrania sin que haya habido declaración de guerra. Ucrania tiene motivos fundados para declararle la guerra a ambos y no lo hizo. Putin sigue sin animarse a llamarle “guerra” a su invasión y sigue insistiendo en llamarle “operación militar especial” para no decir que la guerra que planificó es un fracaso. En este juego de eufemismos, puede decirse que “la operación militar contra la sede legal y jurídica del estado ucraniano que iba a durar lo que tarda el planeta tierra en girar 3 veces en torno al sol ha salido no-bien”, y que por eso acuden al “otro dictador de estatura breve”.

La llegada del primer contingente de norcos revela la extensión del fracaso de Putin en Ucrania y las evidentes dificultades que tiene para sostener el reclutamiento habida cuenta que no tiene forma de mantener abastecido el agujero negro de tropas que creó en Ucrania. Rusia pierde más de mil tropas al día desde julio y los 30.000 reclutas mensuales y los “voluntarios” del Batallón Benetton que recoge en todo el mundo no son suficientes para sostener los ataques en masa que mantienen sus avances en todos los frentes. Es una cuestión numérica que confirma que la ventaja demográfica a favor de Rusia no es un factor decisivo como sostuvieron durante meses muchos propagandistas del Kremlin. Y lo mismo sucede con la industria militar rusa, que tuvo que salir a mendigar.

Ucrania, un país pequeño y desarmado bajo las promesas de Minsk y Budapest, también pide armas. Pero se suponía que Rusia era capaz de producir suficientes municiones, misiles y almas para sostener la guerra. El haber acudido a Corea del Loco refuta aquella suposición. Corea ya envió al menos 4 millones de municiones de artillería que representan casi la mitad de las rondas disparadas por Rusia desde julio de 2023. Luego le sumaron misiles para confirmar que Putin necesita una prótesis balística para seguir alardeando su capacidad de masacre.

Putin también tuvo que acudir a los iraníes en tiempos que libran su propia guerra de agresión contra Israel, pero lo que obtuvo fueron misiles, drones y a lo sumo algunos miles de voluntarios sirios atraídos por cambiar de un escenario de conflicto por el otro.

Pero Putin necesita mucha más mano de obra para seguir su táctica de derroche de vidas y nada mejor que acudir al país que durante la Guerra de Corea utilizó la misma maniobra e hizo idéntico uso de tropas chinas y “especialistas rusos” vestidos con su uniforme.

No hay que dejar de lado a China, que representan el 68,4% de los intercambios externos de Corea del Norte y la sonda que mantiene vivo al régimen. Pekín podría haber frenado a la Legión Extranjera de Kim con un ademán, pero no lo hizo. Occidente es un Mr Magoo estratégico.



Otro dato relevante: Corea del Norte afronta una nueva etapa de escasez de comida y aún sigue gastando el 20% de su PBI para sostener su programa militar convencional y nuclear. Como en ocasiones similares, vuelve a extorsionar al mundo con la complicidad de Rusia y China.

Es una situación recurrente: Corea del Norte obtendrá tecnología militar y luego de amenazar a su vecino del sur tendrá las provisiones que necesita de sus aliados o de Occidente. Kim muestra los dientes cuando ruge amenazante y cuando se sonríe para la foto con los extorsionados. Pero este regurgitar histórico tiene algunas diferencias. Putin podría estar por hacer uso de la mano de obra masiva para cubrir su obsesión invasora. Este primer contingente abre la posibilidad de usar una parte sustancial de la reserva de 950.000 soldados norcoreanos.

Las “Fuerzas de Operaciones Especiales” norcoreanas no son, como lo sugiere su nombre, un grupo de tropas de elite como los SEALS de EEUU o las SAS británicas sino una fuerza de 180.000 efectivos mejor entrenados y equipados que el resto del Ejército de Cora del Norte. Son un equivalente a la Guardia Republicana del dictador iraquí Saddam Hussein y pueden ser una fuente de reemplazo cuya utilidad está por verse. El problema no es solo el número, sino lo que podría venir detrás porque Putin necesita mucho más que carne de cañón.

Las oleadas humanas son la consecuencia de las pérdidas monumentales de vehículos que tuvo Rusia. Ya se explicó que el ver a los rusos montados en carros de golf y motos no es una excentricidad sino el resultado de las bajas en material militar. Vamos a un par de ejemplos.



En las cifras de @naalsio25 se indica que solo en el frente del Donbás y desde octubre de 2023, Rusia sufrió las bajas de 1.919 vehículos, entre ellos 584 tanques. Ucrania perdió 393 vehículos y 95 tanques. La desproporción evita explicaciones alambicadas. En Kursk, Rusia recuperó la mitad del territorio tomado por Ucrania, pero a un costo de 231 vehículos contra los 155 de Ucrania. Incluso defendiendo, las tácticas rusas implican perder más equipo que su adversario y eso explica las masas humanas y los carros de golf.



Los depósitos de armas de la era soviética de donde sale el grueso de la reposición de vehículos rusos se están agotando. Por ejemplo, las existencias de tanques T-80 están a punto de desaparecer. Y eso nos conduce de regreso a Corea del Norte y su rol en Ucrania.



El Tom Cruise norcoreano podría estar iniciando un apoyo mucho más consistente a Rusia para resolver además de ese faltante de vehículos que tiene Putin en el frente. Lo que tiene para ofrecer es también cantidad sobre calidad y eso es compatible con la costumbre rusa.

Corea del Norte tiene un arsenal de tanques estimado de 3.000 tanques. La mayor parte son viejos modelos T-55, pero además cuenta con un millar de T-62 en su versión local denominada “Ch´onma Ho”. Son algo anticuados, pero hacen juego con lo que usa hoy Rusia en Ucrania. Luego tiene 250 tanques “P´ookpong Ho” que vendría a ser un equivalente al T-90 pero con estándares norcoreanos. Enviarle una parte a Putin significaría que Rusia podría montar una nueva ofensiva que le permita pasar de ganar unos cientos de metros diarios a algo más ambicioso.

Pero a su vez, este mayor compromiso entre los dos líderes de estatura similar podría desencadenar también consecuencias en su contra. Corea del Sur tiene una postura ambigua frente el romance entre su vecino del norte y Corea. Hay riesgos y beneficios. Por un lado, todo lo que envíe Kim a Rusia se resta del arsenal de su adversario y esa es una buena noticia. La mala es que a cambio Corea del Norte podría recibir de Rusia tecnología para mejorar y ampliar su arsenal nuclear, que hoy está estimado en 50 ojivas atómicas. No es una advertencia más, porque fue Corea del Sur la que avisó primero del envío de tropas norcoreanas a Rusia y la que informó de las municiones de artillería y misiles. Si le acertó dos veces al menos merece que el tercer aviso sea tenido en cuenta.



El gobierno de Corea del Sur ya anunció que podría levantar la restricción que rige para enviar armas a Ucrania. Ese cambio de postura puede darle también un giro a la guerra porque la capacidad industrial militar surcoreana es cada vez más importante a nivel global. La industria militar de Seúl ocupa hoy el 10° lugar a escala mundial según el SIPRI y tiene el 2% del mercado, pero desde hace una década aumenta sus exportaciones y la complejidad de sus productos. Sus tanques K2 están siendo incorporados por Turquía y Polonia en estos días.



Corea del Sur ya avisó que apenas lleguen las tropas de su vecino del norte a Ucrania, comenzará a elaborar un plan para enviarle munición de artillería y defensas aéreas a los ucranianos junto a “técnicos” para asistirlos en la lucha contra la legión norcoreana.

Hay otro aspecto que no es menor y es la ruptura del tabú de la intervención de terceros países. Hasta ahora se había dado mediante el envío de armas, pero no con la participación directa de tropas. Esto nos conduce a la posible reacción de occidente. Macrón fue el primero en sugerir el envío de soldados a cumplir funciones de apoyo en Ucrania sin entrar en combate directo con los rusos. Polonia, los Países Bálticos y un par de naciones más se mostraron de acuerdo, pero no hubo consenso para decidir la cuestión. Cuando el presidente francés lanzó la idea, hubo desde reacciones histéricas hasta burlas. Solo propuso cinco meses antes un compromiso mucho más leve que el que asumió Corea del Norte con Rusia. Occidente tiene más corrientes cruzadas que el Paso de Drake.



Con la entrada de Corea del Norte ese debate en las filas otanistas sobre si era pertinente enviar tropas en apoyo de Ucrania y si podía desencadenar una escalada mayor, se volvió abstracto – onanista. Putin volvió a tomar la iniciativa con la ayuda de su amigo de Pyongyang. Ahora Occidente afronta un triple dilema: debe resolver su procrastinación estratégica, afrontar la situación de que su aliado surcoreano puede abrir una brecha para involucrar directamente a más naciones de su bando en la guerra y crear una doctrina nueva basada en el mundo real.

Otra vez, Putin y el resto del Eje Autócrata muestran mayor audacia y espíritu de cuerpo que Occidente. Toda la inversión militar y política que hizo en Ucrania puede verse trastocada por su falta de iniciativa y los tiempos que se toma para decidir y enviar ayuda.

Desde junio, cuando Putin y Kim firmaron el acuerdo de defensa mutua, pasaron cuatro meses hasta la aparición de los primeros norcos en el frente. A Occidente le llevó un año sumar una batería adicional de Patriot para Ucrania y uno y medio para que lleguen los F-16. Si Ucrania no puede reforzar su dotación de tropas por limitaciones demográficas y con ello se ve imposibilitada de equiparar el numero ruso reforzado por su aliado, deberá apelar a una mayor capacidad y eficiencia de fuego. Mas orcos demandan más flechas.



Pero occidente sigue tardando en confortables charlas de pasillos y cocteles sobre las 32 dimensiones de la palabra “guerra” mientras los envíos de armas a Ucrania tardan lo que le llevó a los cinodontes evolucionar en los primeros mamíferos. Hoy ya es tarde. Porque mientras leen este artículo están llegando los primeros norcoreanos a Kursk y Ucrania intenta frenar a las tropas del Eje que, de obtener una victoria conjunta, no dudarán derramarse luego en otras direcciones. Los surcoreanos lo entendieron y son consecuentes.

Incluso si se oyera de los que se esconden debajo de las faldas del miedo nuclear, hay que comprender que estos favores que recibe Putin probablemente sean pagados con una proliferación atómica y misilística en favor de sus aliados. El riesgo a largo plazo es inmenso.

Mientras tanto Ucrania deberá hacerse cargo sola otra vez del problema y combatir abiertamente contra dos potencias nucleares y con ejércitos masivos. Detrás, 32 naciones siguen debatiendo si es correcto hacer lo que luego Putin hará de todos modos sin tanto auto manoseo. Corea del Norte e Irán mandaron misiles a Rusia a granel y sin condiciones de uso. Enviaron en conjunto más municiones y con economías más de 50 veces menores que el total de Occidente. Ahora llegaron refuerzos norcoreanos y aun se discute si el conflicto tiene escala global. Kim llegó en auxilio de Putin. En el momento de debilidad es donde aparecen los aliados verdaderos. Es algo que Ucrania no tiene. O quizás los tenga. Occidente debería organizar un gran seminario para debatir y decidirlo. O dos. O tres para estar seguros de lo que resuelvan.

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