El Donbas y Malvinas, un paralelismo irracional
- Hernán Martínez Soler
- hace 4 minutos
- 4 Min. de lectura

Por Hernán Martínez Soler – Foro Argentino de Defensa
Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez
Principio de Halon
La falta de coherencia intelectual puede llegar a extremos inimaginables, producto no de la falta de información o conocimiento sino por mera estupidez humana.
El conflicto entre Ucrania y Rusia ha dado pie a interpretaciones geopolíticas que se ven teñidas de un fuerte ideologismo, que en muchas ocasiones no se puede disimular, pero, lo que es peor, muchas veces los autores no se percatan de la incongruencia ideológica que vierten en sus opiniones. Es una corriente de opinión extendida en Europa y en nuestro país sobre las responsabilidades del conflicto en Ucrania.
La teoría de que el ataque ruso fue consecuencia de una provocación por parte de la OTAN y, por ende, EEUU junto a la Unión Europea que, incumpliendo tratados, se expandieron hacia el Este obligando a Rusia a desencadenar su Operación Militar Especial, ingenioso eufemismo para reemplazar a la palabra invasión.
Por parte de los rusos se invoca el “derecho” a defender a las poblaciones ruso-parlantes de las zonas del Donbas, que deberían, por la autodeterminación de esos pueblos, formar parte de la gran madre Rusia, para salvaguardar a la población rusófana.
Los antecedentes históricos se remontan al siglo XVIII con Catalina la Grande, quien en 1783 invade y anexa la península de Crimea, por entonces en manos de los turcos. Decía el historiador Fernando Figes “Dentro de la ideología fundacional del estado zarista… el imperio ruso fue concebido como una cruzada ortodoxa”, donde el ruso puede no estar en Rusia y estar en la casa de otro, pero Rusia sigue siendo su tutor, donde haya un ruso está Rusia.
El Kanato de Crimea tenía una mayoría de población tártara, eran el 98% de la población, fue anexado a Rusia bajo el nombre de Gubernia de Taurida y se inició un proceso de rusificación que incluía confiscaciones, impuestos, trabajos forzados, la entrada de la iglesia ortodoxa rusa y la transculturización de la población. Para 1850 los tártaros eran el 60% de la población y para 1905 eran minoría, siendo reemplazados por población rusa.
Bajo el régimen tiránico de Stalin, los tártaros que quedaban en Crimea fueron deportados en vagones de ganado hacia Asia Central, so pretexto de haber ayudado a los alemanes durante la II Guerra Mundial, lo cual fue en parte cierto porque habían sido sometidos a un genocidio como el resto de Ucrania, llamado Holomodor (en ucraniano “matar de hambre”) que se dio en los años 1932 y 1933, donde la Unión Soviética, con su política de colectivización de la producción agropecuaria, que fue resistida por los campesinos ucranianos, hizo que Stalin, para quebrarlos, confiscara la totalidad de las reservas de granos y otros alimentos, llevando a Ucrania a una hambruna mortal, prohibiendo la emigración y confinando a 22 millones de personas en su territorio, produciéndose la muerte por inanición de alrededor de 7 millones.
Para 1943 la limpieza étnica de Crimea era completa, habiendo sido reemplazados por rusos. En 1953 un “capricho” de Nikita Kruschev les otorgó la independencia y pasó a formar parte como nación “soberana” de la Unión Soviética.
No es de extrañar que en 2013 un referéndum en la península dio un 96 % de intención de formar parte de Rusia, y ésta no pudo hacer oídos sordos a tamaña solicitud, incorporándola a la Federación Rusa como así también a la Ciudad Autónoma de Sebastopol, a la sazón sede de la más importante base naval del Mar Negro, puerto abierto durante todo el año.

El actual conflicto de Ucrania por el control del Donbas (Lugansk y Donestk) con mayoría ruso- parlante, da excusa a la intervención rusa y, de paso, lograr la comunicación terrestre de la península de Crimea con la Santa Madre Rusia.
Decía Otto von Bismarck “Iniciar una guerra preventiva es como suicidarse por temor a la muerte” y eso hizo Rusia, por lo menos en su excusa, para prevenir el avance de la OTAN.
Por estas latitudes, la Islas Malvinas son una herida abierta en el tejido social argentino, durante 192 años de ocupación inglesa siempre estuvo presente nuestro pedido de soberanía. Siempre se sostuvo que la población de las islas, insertada como consecuencia de la ocupación británica, no debía tener voz ni voto en el asunto, es decir no se contempla la autodeterminación ya que son considerados argentinos por más que sean angloparlantes.
Hoy algunos sostienen la teoría rusa de la autodeterminación de los pueblos ruso-parlantes del Donbás y al mismo tiempo no aceptan la autodeterminación de la población malvinense. Un poco de coherencia por favor, a lo mejor es mucho pedir.
La seudo-progresía autóctona por supuesto apoya a Rusia, lo cual será por un antiamericanismo visceral e irracional más que por una afinidad ideológica con la Rusia actual la cual, habría que avisarles que desde la caída del muro de Berlín abrazó un capitalismo salvaje.
Decía Voltaire “El sentido común es el menos común de los sentidos” y en los análisis que se hacen cobra sentido la frase, más allá de que la causalidad del conflicto es multicausal y sería una simplificación irracional reducirla a solo lo antedicho, el paralelismo del estudio de las excusas vertidas para justificar lo injustificable a veces ni siquiera se encuadran en la coherencia.