En el ámbito naval, los submarinos son uno de los medios de combate más disuasorios para una armada. Al fin y al cabo, cazar un submarino es como buscar una aguja en un pajar ante la dificultad de localizarlo, detectarlo y combatirlo. El sigilo es la principal característica de este vector, que junto a las armas modernas y de precisión, forman un binomio aún más temido en el ámbito naval.
Junto a Francia, que tiene pedidos de un centenar de torpedos F21 para equipar todos sus submarinos, la Armada Brasileña es una de las fuerzas que ha elegido esta arma del Naval Group para equipar su flota de submarinos de la Clase Riachuelo, una derivación de la Clase Scorpène hecha para satisfacer las demandas nacionales. Además de las diferencias en los sistemas, el Riachuelo es alrededor de cinco metros más largo que la clase francesa original.
El F21 es un tipo pesado, con 1,5 toneladas, 250 kg de ojiva PBX B2211D, mide 6 metros de largo y 533 mm de diámetro. Al entrar en servicio en 2018, su lanzamiento vino a sustituir a los antiguos torpedos pesados F17 y su desarrollo comenzó en 2008 originalmente como un derivado del torpedo italiano Black Shark, con la participación de WASS, que forma parte de Leonardo.
En los submarinos de la Clase Riachuelo se pueden transportar hasta 18 F21, 12 en bastidores y seis directamente en tubos, lo que proporciona una capacidad impresionante cuando se trata de misiones de larga duración.
Diseñado para combatir submarinos y buques, el torpedo tiene un alcance de 50 km a través de fibra óptica a través de la cual se transmiten comandos y se actualiza el escenario táctico y las posiciones enemigas. Además, cuenta con guiado acústico a través de sonar. Mientras que el cableado se utiliza en la fase inicial de la trayectoria, el sistema acústico puede tomar el relevo en las fases intermedia y final de la navegación.
Uno de los socios del programa es Thales, que participa en el sistema de guiado, navegación y estabilidad a través de un sistema inercial, proporciona la electrónica de a bordo que gestiona las comunicaciones internas del torpedo, así como la integración con los sistemas de los submarinos que lanzan el F21. Por último, es el proveedor del sonar del torpedo.
El combustible del F21 se forma por una reacción química de AgO- (óxido de aluminio y plata) que, al reaccionar, tiene una autonomía de una hora de navegación. La velocidad máxima es de 50 nudos, o aproximadamente 93 km/h, y la propulsión está soportada por dos hélices contrarrotativas en la popa. Este sistema es proporcionado por la empresa alemana Atlas Elektronic.
El torpedo es capaz, cuando se lanza, de analizar el escenario táctico y buscar, clasificar y atacar objetivos de manera ordenada o autónoma. Su proyecto prevé su uso en mar abierto, a grandes profundidades (hasta 500 m), en zonas menos profundas y próximas a la costa y en lugares con grandes interferencias acústicas, propias de lugares más cercanos a la costa y provocadas por la navegación de embarcaciones.
En la guerra moderna actual, donde los entornos de combate están saturados de interferencias electrónicas, el F21 confía en sistemas para prevenir estas perturbaciones e incluso ciberataques destinados a confundir o acceder a la información de los torpedos. Debido a que el F21 puede enganchar un objetivo después de ser lanzado, Naval Group agregó el uso de inteligencia artificial para expandir su capacidad de combate, mejorando el segmento de búsqueda y clasificación de objetivos.
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