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¿Europa está en condiciones de tener su propio ejército y lograr la independencia estratégica?

Ignacio Montes de Oca


Por Ignacio Montes de Oca

 

El alejamiento cada vez más acelerado entre Europa y Estados Unidos obliga a analizar el futuro por separado de los dos actores más importantes de la alianza occidental. Vamos a comparar los números de la economía y la defensa para saber si podría crearse un ejército europeo.


En primer lugar, vamos a tomar las cifras económicas y demográficas de 25 de los 27 estados de la Unión Europea para compararlos con EEUU y luego vamos a sumarle los datos del Reino Unido y de Turquía, que son parte de la OTAN, pero no de la Unión Europea. Vamos a dejar de lado los datos de la Hungría de Orbán y la Eslovaquia de Fico, porque en tanto estén en el poder líderes cercanos con Rusia es difícil verlos sumarse a una fuerza europea. Y veamos como suman los números de Ucrania, en especial en el campo de la defensa.

Por la agresividad de Trump con Canadá consideremos sus datos por separado para sumarlos a una posible alianza y, por último, vamos a comparar todas las cifras con el peso económico de Rusia y su poderío militar, dado que es la principal amenaza para Europa y el resto de Occidente.

Los datos económicos parten de Eurostat y de las oficinas de estadísticas de cada país que no pertenece a la UE y para el caso de las cifras militares vamos a usar los datos de Global Firepower en donde se consignan los efectivos y material disponible en cada estado.

Empecemos por el peso económico de cada conjunto. EEUU sigue teniendo un rol dominante y Europa avanzó en su PBI conjunto por la apreciación del euro. El agregado de las naciones más cercanas acerca a Europa a los U$S 29.1 billones de EEUU, pero aún está lejos sin sus aliados.



Rusia sigue teniendo un PBI ocho veces menor que el europeo. La idea de alejar a Rusia de China solo suma 2,3 billones rusos a expensas de que China pierda los 18.5 billones europeos y un total de 25.8 billones sumando aliados. Y acercarlos a los 18,4 billones de China.

En términos territoriales, Europa suma 4 millones de Km2, muy lejos de los 9.1 millones de Km2 de EEUU y más aun de los 17 millones de Km2 de Rusia. Pero si se agregan los territorios canadienses y del Reino Unido, surge una alianza más grande que el territorio de EEUU.

Sumamos el total de su territorio ucraniano, pese a la ocupación del 18,7% por parte de Rusia, porque se trata de suelo que por derecho corresponde asignarle. Sumando a Turquía y Reino Unido y la superficie de la Groenlandia danesa, surge la alianza más extensa del momento.



Con 434 millones, la UE posee más habitantes que EEUU y su población es más numerosa que la de Rusia en 288,1 millones de habitantes. Si le agregamos los aliados, alcanza los 664 millones de personas. Esta medida es importante tanto para en enrolamiento como para la fuerza laboral. Si vamos a ponderar la población, tenemos que comparar el mercado potencial que representa cada alianza midiendo el ingreso anual per cápita. El de la UE es de U$S 34.085, menor al de EEUU que es de U$S 87.859, pero el mayor número de población aligera la brecha.



El negocio de EEUU de acercarse a Rusia para alejarla de China implica además un contexto de guerra comercial con Europa y Canadá. Ésta última tiene un ingreso per cápita de U$S 53.834. Y el de China, es de U$S 12.614 pero con 1.400 millones de consumidores. Si se miden mercados, entonces hay que comparar el peso del comercio exterior de cada uno de los actores. Allí la UE toma aventaja. Tiene un 13,7% de las transacciones globales frente al 10,4% de EEUU. Europa puede sumar el 3% de Canadá y el 2,7% del Reino Unido.



China moviliza el 18,2% de los intercambios globales. Si la guerra comercial y el proteccionismo de Trump se acentúan, EEUU podría quedar marginado de casi un tercio del comercio y más aún si los europeos acuden a China. Rusia no compensa, es apenas el 1,6% del mercado global. El peso económico y las relaciones con otros países y espacios económicos condiciona la capacidad militar. Es por eso que una vez que establecimos el contexto general, podemos pasar a los datos militares. Empecemos por los gastos en defensa.

La UE tuvo en 2024 un gasto militar conjunto, sin Hungría y Eslovaquia, de U$S 352.000 millones sumando al Reino Unido, está lejos de acercarse a los U$S 831.781 millones de EEUU. Aun sumando a todos los posibles aliados, llega a los U$S 456.000 millones. El anuncio de la UE de un refuerzo de € 800.000 millones para el rearme europeo y la intención del secretario de defensa de EEUU, Pete Hegseth, de disminuir en U$S 50.000 millones o un 8% del gasto, podrían reducir esa distancia. Con U$S 109.000 millones, Rusia está fuera de escala.

El gasto militar en la UE es desparejo. Va de los U$S 55.941 millones de Alemania al cero de Islandia. Reino Unido sigue teniendo el mayor gasto militar y Francia se propone aumentar en U$S 30.000 millones su gasto, que hasta ahora es de U$S 49.730 millones.

Revisemos las cifras de soldados de cada bando y posible alianza. EEUU tiene 1.328.000 efectivos, unos 194.000 menos que la suma de los países de la Unión Europea, pero con la ventaja de que no están dispersos en sistemas con normas diversas y con 24 idiomas diferentes. En ese conteo incluimos al Reino Unido, que comparte la estructura de la OTAN con los ejércitos comunitarios. Habría que agregarle los 355.000 efectivos turcos, también integrados en la alianza atlántica, aunque Turquía como el Reino Unido no sean parte de la UE.



Queda claro que en tanto EEUU con sus ambigüedades y tensiones sean parte de la OTAN, la alianza está en terapia intensiva y salvo que Trump se salga del acuerdo, lo más razonable es pensar en una nueva estructura europea que sume a turcos y británicos. Desde que Churchill mencionó en un discurso en 1946 la idea de crear los “EEUU de Europa”, ronda la idea de construir un sistema de defensa europeo. No faltaron intentos como la creación del Benelux en 1950 y la Comunidad Europea de Defensa de 1953. En 2007 se crearon 15 cuerpos de combate europeos y en 2009 se firmó el Tratado de Lisboa que allanaba el camino para que los miembros de la UE adoptaran una política de seguridad común. Pero todo fue muy lento porque la OTAN funcionaba patrocinada por EEUU.



Luego de la primera invasión rusa a Ucrania en 2014, se creó la PESCO o Cooperación Estructurada Permanente para crear un sistema de defensa común para los 25 países que se integraron y un Fondo Europeo de Defensa de 7.900 millones de euros. Pero EEUU seguía siendo el sostén de la OTAN y la UE estaba cómoda descansando en su protección, mientras se atiborraban de gas ruso y dejaban que Greta Thunberg les marcara el rumbo. Ahora, con el regreso de Trump, comenzó el apuro por recuperar el tiempo perdido.

Ahora que Trump comparte sus baños estratégicos con Putin y el mundo asiste a sus maniobras para beneficiar a Rusia a expensas de Ucrania, Europa comprendió que EEUU comenzó a retirarse y que al menos por los cuatro años no es sensato contar con su apoyo militar. Queda entonces contar las fuerzas militares disponibles en los países de la UE junto a las del Reino Unido, que por ahora están formando un bloque estratégico coherente. Revisemos los tres ítems más representativos: tanques, aviones de combate y buques de guerra.

Aunque con material muy diverso, Europa tiene una fuerza respetable. Si, persisten los problemas de compatibilidades y de normas, pero como se ve a diario en Ucrania, la heterogeneidad de equipos es un problema menor frente a un enemigo que ataca.

Europa cuenta con una fuerza de tanques de 4.432 unidades, superior en 402 tanques a Rusia y menor en 226 a los de EEUU. Pero si se agregan los de Turquía, alcanza las 6.663 y si solo se suman los 1.777 de Ucrania, con 6.208. Si se suman los tres, 8.439.




La UE tiene el potencial de duplicar a Rusia en tanques operativos, siempre y cuando no se cuenten como válidos los que están en depósitos de la era soviética y son irrecuperables. Aunque la cifra más optimista dice que Rusia podría reciclar otros 2.000, no cubre la brecha. Rusia produce a lo sumo 170 tanques anuales. Solo Alemania está fabricando 100 Leopard 2 por año en las instalaciones de Krauss-Maffei Wegmann y Rheinmetall. Luego hay que agregar la capacidad de producción francesa, británica, italiana, turca, sueca y polaca. Se puede medir la capacidad de producción a través de las cifras de exportaciones del SIPRI. EEUU domina el 43% de las ventas entre 2020 y 2024. Rusia es el tercero con un 7,8% pero sin contratos nuevos porque su industria está ocupada reemplazando lo que pierde en Ucrania.



Francia ya desalojó a Rusia del segundo lugar con el 9,6%. Italia ocupa un 4,8% y el Reino un 3,6%. Pero si sumamos una alianza hipotética con Turquía, Canadá y Ucrania, sumarían un 33,4% del mercado. Y algunos productores europeos siguen ganando terreno. Pero hay otra variable que analizar. Portugal y Canadá someterán a revisión la compra de los aviones F-35, lo que pone en duda cerca de U$S 100.000 millones de dólares en exportaciones de armas. Alemania y otros países alarmados por la verba de Trump, podrían hacer lo mismo. Turquía que hasta hace poco pedía ser reincorporado al programa F-35, anunció que podría comprar 40 Eurofighter británicos. Lo que se asoma es una debacle para la industria militar de EEUU si pierde a sus clientes europeos, que le compran el 55% de sus ventas al exterior.

El plan de rearme europeo de € 800.000 millones seguramente estimulará las compras a las industrias de la eurozona y desplazará a las norteamericanas, que perdieron la confianza política en el país que hasta ahora fue su principal proveedor. La venta al exterior abarata las compras del estado productor, por lo que el daño a la industria de EEUU se traslada a su sistema de defensa. Putin fue el mejor promotor de la ampliación de la OTAN, puede que Trump se convierta en vendedor del año de la industria militar europea.




Revisemos algunos datos. EEUU proveyó del 86% del material militar que importó el Reino Unido, el 45% de Polonia, el 97% de los Países Bajos, el 91% de Noruega, el 94% de Italia, el 79% de Dinamarca, el 70% de Alemania y el 61% de Rumania de acuerdo con los datos del SIPRI. La verba amenazante de Trump hacia europeos y otros socios y el tic arancelario está afectando tan negativamente a la industria militar norteamericana como la imagen de las torres de tanques remontando la estratosfera perturbó a las exportaciones de defensa de Rusia.

La decisión de dejar de depender de las decisiones de la Casa Blanca se engendró cuando Biden negó el uso de los SCALP y Storm Shadow por tener componentes fabricados en EEUU. El bloqueo de envíos a Ucrania incubó una respuesta. Ahora, la suerte está echada.

Vamos a los aviones de combate. De nuevo hay heterogeneidad y Europa se encuentra en un momento crucial mientras renueva su flota y duda sobre si es conveniente hacerlo con los F-35 norteamericanos o aumentar la producción de Rafale, Eurofighter y Gripen. Según las cifras, Europa reúne 1.532 aviones de combate de todo tipo, a los que podrían sumarse los 186 de Turquía y los 102 de Ucrania. Aquí está 1.258 por debajo en el número respecto a Rusia, que despliega 2.790 y de EEUU, que cuenta con 2.750 unidades.

Queda ver el capítulo naval, en donde Europa está muy por encima. Cuenta con 2.132 unidades de todo tipo, y no necesita sumar las 186 de Turquía ni las 104 de Ucrania para superar a las 472 de EEUU y las 419 de Rusia. Solo agregando las de Ucrania, la supera en 1.817 buques.

Probablemente surgirá el cuestionamiento sobre el predominio naval y para eso hay que contar portaaviones, el buque que mejor proyecta la fuerza estratégica en el mar. EEUU tiene 11 de los 24 portaviones que existen en el mundo. Europa tiene seis. Rusia uno, pero fuera de servicio.



Queda la fuerza nuclear, y la vamos a comparar rápido antes de que venga un coronel retirado a plantear su indignación andropáusica por su ausencia. Pero antes hay que hacer una aclaración. No vale la pena debatir cuantas armas hacen falta para destruir a Rusia o Europa. Lo más sensato es analizar cuantas ojivas se necesitan para disuadir a Putin de usar las suyas. Considerando que el 30% de la población rusa vive en 15 ciudades de más de 1 millón de habitantes y que allí reside su poder político y económico, tenemos una medida de disuasión. El poder nuclear europeo es de 400 ojivas, más que suficientes para que Putin las considere un arma de represalia efectiva, más aun porque la mayor parte está a bordo de submarinos nucleares que son casi inmunes a un primer ataque por sorpresa.

Ese poderío nuclear, de acuerdo con el SIPRI, se reparte entre las 280 de Francia y las 120 del Reino Unido. Son pocas en relación a las 1.770 de EEUU y las 1.720 de Rusia. Pero su número es suficiente para devastar a Rusia si decidiera lanzar un ataque nuclear contra Europa.



Antes de que surjan quejas por las cifras, esa es la cantidad de ojivas listas para usarse, EEUU tiene otras 1.938 almacenadas y Rusia 2.670. Pero no están preparadas para ser lanzadas, al igual que las 105 que tiene guardadas el Reino Unido y las 10 que almacena Francia. Hay otras miles en los arsenales estadounidense y ruso, pero se trata de artefactos desactivados o vencidos cuyo funcionamiento no puede garantizarse y menos aún su supervivencia luego de un intercambio nuclear. Igual sobran para que nadie se anime a tocar el botón rojo.

Lo que tenemos entonces es un potencial de ejército europeo que en teoría alcanza para hacerle frente a Rusia en las actuales circunstancias y al menos por unos años luego de la hemorragia de equipos y hombres que sufre hace tres años en Ucrania. Ese número además alcanza para poder encarar el divorcio estratégico con los EEUU, aunque también requiere de un enorme esfuerzo para cambiar de mentalidad y reemplazar la burocracia y el temblequeo político por una planificación comunitaria.



Para potenciar su capacidad, si la UE quiere ser el punto de partida para suplantar a la OTAN o heredarla si EEUU se retira, deberá agregar al Reino Unido, que tras el Brexit dejó de ser parte de la unión económica. Por su capacidad militar y política, es un socio necesario. Luego considerar el rol que le cabe a Turquía, que además de ocupar un sitio estratégico como guardián del Bósforo tiene un ejército numeroso y una industria militar en crecimiento. Y es además el tapón natural para contener a Rusia y el nexo con el mundo árabe.

Canadá busca socios para enfrentar el acoso de Trump, que insiste en pedirle que sea su estado N° 51. La insistencia hace que los canadienses hayan mencionado el integrarse al esquema de seguridad europeo con algún artilugio legal. Su agregado, no debe ser descartado en el futuro. Por último, el crear algo nuevo fuera de la OTAN le permitiría encontrar la fórmula para esquivar el veto al ingreso de Ucrania al esquema de seguridad regional. De ese modo, podrían evadir las presiones de Trump, Fico, Orban y otros que se oponen a su integración.

Incorporar a Ucrania ofrece muchas ventajas militares. Es quizás la fuerza militar más poderosa con la que puede contar la UE y tiene un arsenal y un ejército con una experiencia directa de combate inigualable. Y conoce al adversario directo de Europa y vive bajo su amenaza. Pero agregar a Ucrania pondría a la nueva fuerza europea en curso directo de colisión con Putin, que ya se sabe está esperando un pacto gestionado por Trump para poder despuntar el vicio de romper lo pactado. La confrontación es hoy inevitable.

Europa tampoco puede evitar el rompimiento con EEUU. Incluso si Trump o Putin dejaran el poder mañana por la mañana, la lección fue aprendida. La confianza quedó destrozada y nadie puede garantizar que no vayan a surgir otros líderes con la misma intención hacia Europa. La era del mareo por el gas ruso y el guardaespaldas norteamericano llegó a su fin. Ahora Europa tiene que contar sus tropas, calcular qué es lo que le falta y decidir si asumirá su independencia estratégica. Para hacerlo tiene que contar con un instrumento militar adecuado.




Resta que en Europa se disemine la idea de lo inevitable y se acepte el fin de los tiempos en que la huella de carbono era más importante que la que deja un tanque ruso al avanzar. Con Putin y sus ideas vigentes en Rusia, los europeos no tienen alternativa. Incluso si se hiciese caso a los pacifistas, es probable que la forma más efectiva de conjurar un conflicto que alcance al continente entero sea creando una fuerza que disuada a cualquier adversario. El desarme solo está estimulando nuevos conflictos en el futuro.

Luego, Europa deberá revisar sus alianzas y si sale a competir por espacios estratégicos y comerciales propios o se atrinchera una vez afianzada su seguridad. El instrumento militar está siendo usado por otros centros de poder con ese fin mientras meditan una respuesta. Y por fin debe resolver si esta doble urgencia que plantea la amenaza de Putin y el alejamiento de EEUU le servirá para unificar aún más a Europa más allá de lo económico. Le hace falta un concepto propio sobre el cual construir algo más allá de la emergencia. En los papeles, Europa tiene suficiente base para emanciparse de 80 años de subordinación estratégica. Tiene motivos en Trump y Putin. Tiene el potencial económico y tecnológico. Y no le faltan socios alternativos. Solo le falta dejar de rumiar y pasar al acto.

Hay plazos; quedan 4 años del gobierno de Trump que pronostican el fin de la alianza occidental vigente desde 1941. Y de acuerdo con las estimaciones más serias, Rusia necesita de un lustro para rehacerse luego de una tregua que EEUU parece empecinada en concederle. En los números, Europa parece contar con una buena base para empezar a desandar las décadas de sopor. El camino es muy complejo y los primeros enemigos a derrotar son la 314 División de Euroburócratas y el 8° Regimiento de Derrotistas que tomaron el cuartel general en Bruselas.



PS: Esta es una presentación de las existencias teóricas y luego los hechos irán resolviendo si nace un ejército europeo u otra alternativa. Con estos datos tenemos para empezar a analizar. Europa y el tiempo dirán qué tan posible es la independencia estratégica.

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