Por el CNIM (R) Armando Vittorangeli - Foro Argentino de Defensa *
El arte de la guerra nos enseña a no confiar en la posibilidad de que el enemigo no venga, sino en
nuestra propia preparación para recibirlo. –Sun Tzu
Estos últimos días han aparecido varios artículos haciendo un balance del primer año de gobierno en materia de Defensa. Coincido que ha sido auspicioso. Incorporar o modernizar los medios de las Fuerzas Armadas es un imperativo para iniciar la recuperación de las mismas, nadie lo pone en duda. Luego de mas de 40 años de uso con escasos recursos para mantenerlos, la mayor parte de ellos perdieron su capacidad operativa y son más bien piezas de museo o elementos meramente figurativos más que instrumentos bélicos eficaces.
Respecto al personal militar, darle el lugar y el valor que tienen a quienes las integran es más que necesario. Los miembros de las Fuerzas hemos sido, durante los 20 años previos al gobierno actual, utilizados por políticos oportunistas que encontraron en las Fuerzas Armadas un elemento al que se lo podía castigar en nombre del pasado, para amasar poder político, pagando los miembros de entonces por hechos que no cometimos.
Paralelamente surge una preocupación entre los que están en actividad, la intervención de las Fuerzas Armadas en apoyo a las Fuerzas de Seguridad. Hay una pregunta muy sencilla a la que nadie ha respondido concretamente: ¿Está asegurado que los militares que cumplan esas funciones, tenientes o cabos, no serán juzgados dentro de 20 años por cumplir órdenes? Ésta arrastra otro interrogante: ¿Quién va a escribir y quien va a firmar las reglas de empeñamiento? Y de esta última surge una tercera: ¿Respetará el Poder Judicial las órdenes emitidas y lo fijado en las reglas de empeñamiento? La obediencia debida sigue hoy en la picota en el Fuero Penal Federal.
El resto de las cuestiones mencionadas, si bien atañen a las Fuerzas, son parte del posicionamiento geopolítico del actual gobierno y se juega en el ámbito de las relaciones exteriores. Así y todo, subsiste un tema pendiente que no es menor: Compramos medios, pero ¿qué hacemos con ellos?
Cualquiera diría que es una pregunta carente de sentido, parece, pero no lo es, porque todo lo que se compra o moderniza implica erogaciones futuras.
En primer lugar, hay que aprender a operarlos y aunque parezca una perogrullada, eso requiere usarlos, generando costos. En la ingeniería de sistemas, que no es la de las computadoras, se dice que el costo de incorporar / modernizar activos (CAPEX) insume, en promedio, el 20 % del Costo Total de ciclo de Vida y su utilización (OPEX), el 80%. No se debe confundir ciclo de vida con vida útil, una incluye a la otra, como muestra la figura 1:
El buen uso de los medios implica un equilibrio entre el nivel de habilidad que requiere el usuario o la tripulación a ese efecto y cuanto se está dispuesto a pagar por ello, pero hay que entender que existe un umbral mínimo que debería ser respetado: los operadores deben estar en condiciones de utilizar el sistema con seguridad técnica y lograr esto requiere horas de vuelo, días de navegación y días de campaña que tienen un costo. Si se desea llevar el nivel de adiestramiento a un nivel “táctico”, hay un incremento en estos parámetros y los costos se incrementan.
El segundo punto es el alistamiento de las Unidades. Para que los usuarios puedan alcanzar la habilidad necesaria para operar los medios con idoneidad, estos deben estar en óptimas condiciones y acá aparece un nuevo factor, la confiabilidad de los equipos, que, al iniciar una misión, real o de adiestramiento, debería ser cercana a la de origen. En nuestro país estamos lejos de eso, excepto en las aeronaves, debido a la introducción de la “aeronavegabilidad” en las FF.AA. y esto no es privativo de los últimos años.
Las comparaciones no siempre son agradables, suelen doler, pero son muy útiles para entender qué se hizo mal para no repetirlo en el futuro. A continuación, analizaré la confiabilidad de los buques británicos al final de la guerra, luego de los terribles efectos causados por los ataques aéreos argentinos y de haber navegado 8.000 millas para llegar a Malvinas respecto a la confiablidad de los medios argentinos más nuevos al iniciar el conflicto.
En cuanto a los británicos, transcribe Martinez[1] lo señalado por el Almirante Woodward en su diario personal respecto al estado en el que estaban los buques a su cargo los últimos días de la guerra:
“Estamos ya en el límite de nuestras posibilidades, con solo tres naves sin mayores defectos operativos: Hermes, Yarmouth, Exeter. De la fuerza de destructores y fragatas, el 45% está reducido a capacidad de operar. De los “guardavallas” (sistemas de defensa automática), el Sea Wolf (sistema de misiles antiaéreos - NdA) de la Andrómeda está inutilizado; todos los sistemas de la Brilliant padecen de una gran variedad de defectos; la Broadsword tiene un sistema y medio de armas, pero un eje de propulsión con daños prácticamente permanentes. Ninguna de las tipo 21 está en condiciones: la Avenger está descompuesta, la Arrow está rota y tiene una de las turbinas «Olympus» (sistema de propulsión para “velocidad de combate” - NdA) inutilizada... Todo esto se está cayendo a pedazos...”
Respecto a los buques de nuestra flota, la situación al iniciar la guerra era la siguiente:
La situación del Submarino San Luis, único submarino moderno operativo, al zarpar para la zona de conflicto, de acuerdo a lo narrado por Sciaroni en Infobae, era la siguiente:
“Además de estos problemas (falta de carenado. NdA), la unidad presentaba otras deficiencias que no se corrigieron del todo a tiempo para la partida, incluso con el intenso trabajo realizado: un motor diésel estaba fuera de servicio (desde 1976) porque el bloque motor estaba roto y los otros tres tenían problemas por falta de refrigeración que limitaban su potencia de salida; el agua de mar entraba regularmente por el snorkel y también tenía averías en las bombas de achique. Además, el sistema DUUX (un telémetro acústico pasivo) no daba información precisa y fue evaluado como fuera de servicio.
A ello debían agregarse serias limitaciones para la supervivencia de la tripulación, tales como el sistema de eyección de la balsa de salvamento fuera de servicio, quemadores de hidrógeno vencidos, medidor de oxígeno en reparación en tierra y las cápsulas para la medición de gases del interior de buque, también vencidas en 1976. Todo a pesar de que se trataba de una unidad moderna y nueva (incorporada en el año 1974).
… El 19 de abril la computadora de control de tiro VM-8/24 quedó absolutamente ciega y no pudo ser reparada, por más que la tripulación hizo todo lo que tenía a su alcance…[2]”
No obstante esto, la tripulación fue a Malvinas, alcanzó la flota inglesa y disparó sus torpedos. Todos fallaron, la rotura de la computadora solo daba una baja probabilidad de impacto. ¿Qué hubiese pasado si todos los sistemas del submarino hubiesen sido confiables?
La corbeta Guerrico, incorporada nueva en 1978, participó en la toma de Georgias. Al momento de entrar en combate el 3 de abril del 82, una ametralladora de 20 mm quedó fuera de servicio por fuego enemigo y la de la otra banda se trabó. Se ordenó abrir fuego con el montaje de 40 mm y rápidamente salió de servicio. Describe el entonces comandante del buque:
“el cañón derecho, después de cinco disparos, por roturas de las uñas del extractor; y el izquierdo, luego de cuatro disparos, al fallar su mecanismo de carga interrumpió la misma quedando el cierre abierto con un proyectil dentro del molinete, como producto de la salida del eje de extractores que impidió la vuelta en batería del cañón”.[3]
Se ordenó entonces disparar con el cañón de 100 mm y también falló. ¿Qué hubiese pasado si el armamento de la corbeta hubiese sido confiable?
No incluiré el estado del resto de los medios, como los destructores clases Gearing / Sumner y el crucero Belgrano, todos de la Segunda Guerra Mundial, porque carece de sentido, eran obsoletos frente a cualquier buque de la flota británica.
La comparación pasa entonces por la confiabilidad de los buques británicos al final de la guerra, luego de los terribles efectos causados por los ataques aéreos argentinos y de haber navegado 8.000 millas para llegar a Malvinas, contra la confiablidad de los medios argentinos mas nuevos al iniciar el conflicto.
La principal conclusión de la comparación es que los buques argentinos presentaban fallas serias al iniciar el conflicto aún sin haber sufrido las incidencias propias del combate y de un traslado de 8.000 millas.
La gran lección a aprender es que si los sistemas no se mantienen adecuadamente y no se los utiliza con cierta frecuencia para probar su estado, al momento de ser necesarios no van a estar disponibles y la disponibilidad implica poder entrar en un conflicto con todos los medios funcionando con confiabilidad y con la tripulación adiestrada. Caso contrario, no cumplen la función para la que fueron adquiridos.
En este punto cabe preguntarse ¿Cuánto cuesta mantener los medios? Los neófitos normalmente piensan en sus autos o en embarcaciones de recreo, pero un medio de combate tiene sistemas complejos y en adiestramiento es sometido a condiciones de uso rigurosas, ergo no es barato. En el caso de los aviones se mide el “costo de hora de vuelo”, un F-16 oscila en los 15.000 USD (hay publicaciones que indican más). El resto de los medios está, entre repuestos y servicios de terceros, en el 2% del valor de reposición del mismo equipo nuevo por año. Cabe decir que si un OPV cuesta 80 millones de USD, requerirá para mantenimiento 1,6 millones de USD por año. Este cálculo surge de los valores deseables más eficientes del indicador de mantenimiento de “clase mundial”: Costo de mantenimiento sobre valor de reposición, y ha sido cotejado con estadísticas publicadas de costo de ciclo de vida de otros países.[4]
La guerra moderna ha tenido avances tecnológicos impresionantes y el coraje y voluntad de los operadores de los sistemas nunca podrán sustituir la confiabilidad de los medios.
El tercer punto, que parece inconexo con los dos anteriores pero que en su esencia es tan o más importante que ellos, es la existencia de suficientes “acopios”, definidos como el stock de abastecimientos que se debería tener al iniciar un conflicto y me refiero por ejemplo a la munición, donde entran los insumos necesarios para todos los sistemas de armas: artillería, infantería, buques, aviones, etc.; los repuestos de todo tipo, en especial los críticos o de difícil obtención; los equipos para reemplazo, desde vestuario hasta motores completos; las raciones de combate; etc.
No tener acopios es lo mismo que no tener el arma o el sistema. Un buque misilístico sin misiles pierde el carácter de tal, lo mismo un avión interceptor, o un obús sin munición o un radar sin repuestos.
Para ejemplificar, si el submarino San Luis hubiese tenido repuestos para la computadora de tiro a bordo, tal vez se hubiese podido solucionar la falla e impactar en varios buques. Y si en lugar de haber tenido 5 AM 39 Exocet hubiésemos tenido 30, las cosas podrían haber cambiado de color en Malvinas.
En resumen hablamos de tres grandes ítems: adiestramiento, alistamiento (mantenimiento) y acopios, que juntos hacen al “readiness” de los sistemas, al “estar listo para…”. Esto tiene un costo que corresponde al OPEX y como tal, debería verse reflejado en el presupuesto anual para las FF.AA. Si esto no ocurre, como ha pasado a lo largo de los años, los activos pierden su confiabilidad, los operadores su habilidad y no hay acopios para hacer frente a una amenaza que se produzca.
Tener el readiness necesario se soluciona con recursos presupuestarios y tiempo y no hablamos de días o meses, sino de años. En la inminencia de un conflicto el dinero podría aparecer, pero ¿cómo hacemos con el tiempo?
Entonces volvemos a la pregunta inicial: ¿La solución pasa solo por comprar? Evidentemente no, y así nos fue.
* Capitán de Navío (RE) Armando Vittorangeli.
Licenciado en Sistemas Navales. Técnico Superior en Mantenimiento Mecánico y Organización Industrial. Posgrado en “Gestión Logística”. Diplomatura en “Gestión de activos y mantenimiento”.
Certificado ICOGAM (Ingeniería de Confiabilidad, Gestión de Activos y Mantenimiento).
Facilitador certificado RCM, RCA, ISO 9000 e IS0 37000. Implementador ISO 55.000.
Ex Docente en posgrados de UTN-FRBA y UAI. Expositor en varios congresos, foros y universidades sobre Mantenimiento y Gestión de Activos.
Autor del Capítulo 4 “Support Process Aligned With a Maintenance Management Model”, del libro “Cases on Optimizing the Asset Management Process”. Editorial Discovery (UK). 2021.
Ha publicado y están en edición más de 15 artículos en revistas y sitios especializados.
Miembro de los Comités de Gestión de Activos de IRAM e ISO TC251 en WG 4, WG5, WG7.
Miembro del Comité Ejecutivo y Coordinador del Área Logística del Foro Argentino de Defensa.
[1] Martinez, J.L (2021). Testimonio de una trilogía. Guerra de Malvinas. Revista Escuela Superior de Guerra Aérea.
[2] Sciaroni, M (2024) “Estoy listo”: el coraje del capitán el día que se rompió la computadora de tiro del submarino ARA San Luis en Malvinas. INFOBAE.
[3] Alfonso, C. (2012). La corbeta ARA Guerrico y el conflicto austral Grytviken −Georgias del sur−, el “ataque frustado” y el control del mar. Boletín del Centro Naval.
[4] Vittorangeli, A. (2022). Bases para el diseño y soporte de un sistema de defensa nacional eficiente. Foro Argentino de Defensa. https://www.fadefensa.com.ar/2023/06/21/bases-para-el-diseno-y-soporte-de-un-sistema-de-defensa-nacional-eficiente/
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