Por Ignacio Montes de Oca
El avance de una facción rebelde sobre Alepo puso en las primeras planas el conflicto civil sirio que se inició en 2011. Desde entonces el conflicto provocó al menos 350.000 muertos y 5,7 millones de refugiados. Vamos a explicar de un modo simplificado los bandos en pugna.
Para empezar, vamos a establecer que hay ocho figuras centrales: el gobierno de Al Assad, el Frente Islámico, el Ejército Libre Sirio, el ISIS, los kurdos, Turquía, Occidente y Hezbollah. Estos actores a veces colaboran entre sí y forman alianzas, muchas veces efímeras. Lo dividimos de ese modo porque cada uno ocupa una parte de territorio sirio y de ese modo se hace más sencilla su comprensión. Empecemos entonces a describirlos y a explicar de quien reciben apoyo junto a sus objetivos. Anticipo que es un escenario muy complejo.
Empecemos por el gobierno sirio, que controla dos tercios del territorio, aunque no de manera efectiva porque, como en Alepo, ese dominio es ejercido bajo la presión constante de las facciones rebeldes. En 2014 recibió la ayuda militar de Rusia para resistir a los rebeldes. Rusia despliega hoy 22.000 soldados en Siria, una fuerza aérea en tres bases, que participa activamente del conflicto, y mantiene una base naval en Tartús, que sirve además para asegurar la logística de las fuerzas sirias. Putin salvó a Al Assad del colapso con su intervención.
El otro aliado del régimen sirio es Irán, a quien le cedió el control del sur y el oeste de país mediante la interposición de las milicias de Hezbollah a su favor. Teherán se aseguró así el control con la frontera con el Líbano, en donde está el bastión del grupo terrorista. Hezbollah luchó junto a las fuerzas sirias y rusas en contra del ISIS, que llegó a regir sobre una parte importante del territorio sirio y hoy está limitada a algunas zonas del este del territorio. Pese a su derrota, aún siguen muy activas con una fuerza militar considerable.
El otro grupo que enfrentó al ISIS son los kurdos, que habitan el norte del país. Ocupan una zona que declaró su autonomía y a la que llaman República de Rojava. Allí, están aliados con las fuerzas de las minorías asirias y caldeas. Tienen otros adversarios. Los kurdos de las Fuerzas Democráticas de Siria resisten la pretensión de Al Assad de someterlos y a los turcos, que por definición son enemigos de los kurdos, porque Rojava es una retaguardia segura para el PPK que lucha hace décadas por la independencia kurda.
Hasta el 2018, cuando Trump abandonó a los kurdos, EEUU fue un firme aliado y proveedor de armas y entrenamiento. Aun así, EEUU es otro de los actores en el tablero, porque conserva bases en el territorio sirio para darle apoyo limitado, junto a Gran Bretaña, a los kurdos. Los kurdos mantienen en prisión a 10.000 milicianos del ISIS en Rojava y esa es la principal razón de que siga el apoyo de EEUU desde su base en Dier ez-Zor, en donde operan también fueras británicas y francesas, y en la base área de Hemo en Qamishli.
Hay otra base de EEUU en Al Tanf, en el sur de Siria, junto a la frontera jordana. Esta región no es la más violenta aun, la mayor parte de los combates se dan en la zona contigua a la frontera con Turquía. Pero esa base desafía el control territorial y es un enclave occidental en suelo sirio.
Turquía intervino en el conflicto en 2019 con la excusa de perseguir a las fuerzas kurdas que operaban desde Siria. Desde entonces se anexó de hecho una franja del territorio sirio de 30 km de ancho y realizó una limpieza étnica de kurdos que huyeron en gran parte a Rojava. En el ínterin, los kurdos fueron atacados por el gobierno sirio, lo que forzó el desplazamiento de 140.000 miembros de esa etnia. El terreno quedó libre para que los dos contendientes que faltan se disputaran el control del norte, a veces aliados y otras veces en contra de Turquía.
El Ejercito Libre de Siria es un grupo armado de unos 25.000 milicianos formado en 2011 por desertores del ejército sirio basado en la región de Idlib. Su objetivo es desplazar del poder a Al Assad y, aunque en su mayoría son sunitas, la religión no es su motivación primaria. En el pasado recibieron apoyo de EEUU, hasta 2017, y de Jordania, Qatar y Arabia Saudita. Es respaldo estuvo relacionado con su capacidad para poner en duda la permanencia en el poder de Al Assad. En la actualidad su apoyo más fuerte proviene de Turquía. Atención, porque no debe confundirse al ESL con el Ejercito Nacional Sirio, aunque ambos utilicen una bandera similar. El segundo es un grupo paramilitar formado por desertores del ESL, creado por Turquía para controlar el área del norte bajo su control y luchar contra los kurdos.
En donde la religión es un vertebrador es en la otra gran fuerza rebelde, el Frente Islámico, con unos 45.000 hombres en armas. Su propósito no solo está en derrocar al gobierno, también se propone instaurar un régimen coránico con la Sharía como ley principal. Esta facción surge en 2013 de la fusión de los integrantes del Frente Al Nusra, asociado a Al Qaeda, con otros 6 grupos que buscan crear un estado islámico. La alianza fue gestionada por agentes de Arabia Saudita para unificar bajo su manto a la oposición armada contra Al Assad. El Hayat Tahrir Al Sham de 11.000 milicianos es el principal grupo dentro de la coalición que forma el Frente Islámico y el que lidera la ofensiva contra Alepo. Son sunitas del ala conservadora salafista y su fundador, Abu Jalid al-Suri, era el representante de Al-Qaeda en Siria.
Sus apoyos se vuelven difusos, porque ese grupo es parte del poderoso Ahrar al-Sham, integrante del Frente Nacional para la Liberación, respaldado por Turquía. Pero el conflicto sirio es así, los emparamientos siguen la lógica de la necesidad militar del momento.
No debe confundirse Ahrar Ash Sham o con Ajnad Al Sham afiliado a la Hermandad Musulmana, ni con el Harakat Sham Islam formado por voluntarios marroquíes. Ni al Tahir Fateh Al Sham o “Frente Al Nusra” con el Hayat Tahir Al Sham. Si, el juego de nombres es enervante. Pese a su inclinación islámica estos grupos no son tan fanáticos como el ISIS, uno de sus grandes enemigos. La mayoría de ellos son salafistas más proclives a adoptar una versión del wahabismo saudita, lo que le valió en su momento del apoyo de esa corona árabe. En ocasiones se enfrentan al ELS por la competencia en el control de los territorios y los recursos. Además, porque la propuesta más secular de ese grupo choca con su proyecto religioso para Siria. Y el otro motivo es la resistencia a la presencia de EEUU y Turquía.
Erdogán promovió desde el inicio de la guerra un Consejo Nacional de Siria, que funcionaba como un gobierno rebelde en el exilio con sede en Ankara. La idea era aglutinar a las diferentes facciones rebeldes, incluyendo a los alauitas, una rama del Islam a la que pertenecen los Al Assad. El Frente Islámico participó en un primer momento del Consejo, pero se retiró al colisionar con la idea de un liderazgo turco que anteponía el proyecto estratégico por sobre sus aspiraciones salafistas. Esto llevó irremediablemente a la competencia y a veces al choque con el ELS. Estas diferencias no impidieron que en ciertos momentos el Frente Islámico y el ELS colaboraran, particularmente cuando se trató de enfrentar al gobierno y al ISIS en su momento de mayor peligrosidad. O contra los kurdos, cuando lo salafistas intentaron crear el fallido Frente Islámico Kurdo.
Esa relación pendular hizo que ahora las fuerzas del ESL se unan a las del Frente Islámico y al ENS para tomar Alepo con el respaldo de la artillería turca. El error más frecuente al analizar Medio Oriente es suponer que hay bandos y enemistades permanentes. Además de estos siete actores hay otros grupos locales que dominan algunas regiones menores y pueden sumarse ocasionalmente a alguno de los bandos, como los alauitas. Hacer un listado demandaría un texto más largo que la autobiografía de Matusalén.
Dicen que el avance en Alepo fue el resultado del bombardeo previo sobre posiciones del Frente Islámico. Esos ataques ocurren a diario hace 13 años. Y esta ofensiva parece haber sido largamente planificada. Alguien olió una debilidad y actuó en consecuencia. Ahora el gobierno sirio buscará frenar la ofensiva en Alepo. La captura de soldados rusos y de “voluntarios” iraníes muestran que esa coalición no logra hacerles frente a los rebeldes con éxito. Lograron recuperar territorio en 2014, pero nunca conjuraron la amenaza.
Ahora surgió otro factor: en los combates de Alepo también se detectaron miembros de Hezbollah, lo que le da un giro interesante a la trama porque es la misma organización que acaba de ser vapuleada por Israel en el sur libanés. Movilizarla al norte es indicio de desespero.
En la zona de Damasco opera una facción del Frente Islámico denominada “Ejército del Islam”, que realizó acciones contra el grupo palestino FPLP, un derivado de la OLP aliado de Fatah, Hamas y Hezbollah. También se atribuye el asesinato del embajador ruso de Turquía en 2016. Esto implica que los aliados de Al Assad están inquietos y empeñando también sus tropas de Hezbollah, que ahora enfrentan un segundo frente en su peor momento militar. Esto puede influir en su capacidad para organizar una nueva ofensiva contra Israel en el futuro inmediato. O, si se prefiere, las fuerzas opuestas a Al Assad detectaron un momento de debilidad y lo están explotando a sabiendas de que, además, Rusia tiene una capacidad limitada por su desgaste en Ucrania y ya no es la misma potencia que salvó al régimen sirio en el año 2014.
Además, Irán y Hezbollah representan al chiismo, el adversario del sunismo dentro del mundo islámico. Por ese motivo el Frente Islámico podría apuntar a Hezbollah. El ELS tiene motivos similares porque Irán y Rusia son las prótesis militares que impiden el derrumbe de Al Assad.
Queda por ver si este avance afectará a la presencia de EEUU, una figura molesta para quien quiera regir sobre Siria y un actor al que Turquía siempre quiso ver abandonando este escenario. Por ahora, el epicentro de las acciones está lejos de las bases de Deir el-Zour y Hemo. El problema que genera ese escenario, en donde Occidente y los kurdos sean desplazados, es que tanto porque son los carceleros de 10 mil hombres del ISIS como la fuerza más eficaz para contenerlos, es que el grupo integrista aproveche la oportunidad para resurgir. El regreso del ISIS es un riesgo para toda la región y en particular para Iraq. Además, podría volver a las puertas de Damasco y cortar la ruta que comunica a Irán con sus grupos en Siria y el Líbano, lo que supondría un traspié para sus planes de continuar su yihad contra Israel.
Sin Al Assad, la presencia rusa e iraní en Siria puede ser puesta en duda. Con ello, poner fin a la primacía de Hezbollah, que parasita una gran parte de su territorio y desde allí se proyecta a El Líbano. Lo que está en juego es una enormidad en términos estratégicos. Y yendo aún más allá, sabiendo que la caída o el repliegue de Al Assad en el norte probablemente afecte también la capacidad de Irán para influir en la región, es probable que otros grupos como los cristianos y sunitas libaneses, hartos de su presencia, aprovechen para confrontar.
El millón de drusos repartidos en Siria, Israel y El Líbano y los cristianos libaneses podrían ver una oportunidad en el debilitamiento de Hezbollah. Lo mismo vale para otros grupos proiraníes, chiitas y sunitas si el conflicto al norte consume el poder militar de sus adversarios. El llamado a Hezbollah para que acuda al norte puede ser la señal que esperan los drusos para tomar una revancha pendiente con el régimen sirio y con el grupo terrorista desde el inicio de la guerra civil y por el ataque al Golán en el que 12 niños drusos fueron asesinados. Tampoco hay que olvidar que algunos de los grupos del Frente Islámico cometieron algunas masacres contra drusos, cristianos y chiitas en las primeras fases de la guerra civil siria. En este escenario de odios cruzados a veces se apaga un incendio con agua bombada desde Chernóbil.
Luego hay que ver con que se llenaría un posible vacío. Turquía tendría la vía libre para un avance neo otomano para intentar regresar a Palestina. Siendo el nuevo anfitrión de Hamas tras su expulsión de Qatar, no es un factor que deba considerarse a la ligera.
Para eso debería reforzar la capacidad del ELS, salvo que ese grupo pacte un acuerdo por su cuenta con el Frente Islámico. Es algo difícil por la distancia entre un proyecto que es político y otro que es religioso. De no acordar, se espera otro capítulo de masacres de la guerra civil.
Medio Oriente es una construcción en la que las piezas están en un equilibrio tan precario que el mover o quitar una sola de ellas puede desencadenar una cadena de eventos imprevisibles y que pueden conducir a escenarios absolutamente inesperados. Dicho con menos palabras: un triunfo del Frente Islámico haría colapsar la presencia rusa y del chiismo iraní, podría cuestionar la presencia turca en el norte y convertiría a las bases occidentales en una presencia indeseable. Y haría lugar a un estado integrista en Siria. Si el Frente Islámico lograra imponerse, el régimen secular de Al Assad y la propuesta del ELS serían desplazadas a favor de un gobierno de corte islamista sunita en donde se impondría la lógica de la Sharía. Pero también uno que confronte con Occidente. A su vez, un mayor poder del Frente Islámico implicaría sojuzgar a otros grupos que no adhieren a esos preceptos, como los kurdos, drusos, alauitas y la minoría chiita que aún existe en territorio sirio. Y también a los palestinos. En total, implica al 26% de la población siria.
Es por eso que un suceso en Alepo, como todo lo que sucede en Medio Oriente, tiene alcances que van más allá de donde ocurre un incidente en particular. La región es masa gelatinosa de tensiones irresueltas que se conmueve por entero con un incidente mínimo. La guerra civil siria había entrado en una meseta y el poder de al Assad ya no era puesto en duda. Ahora el Frente Islámico parece haber detectado una debilidad y el conflicto se reavivó luego de cuatro años sin mayores variaciones en el balance de poder.
Por donde se lo aborde, el conflicto sirio es una serie de callejones sin salida porque son muchos actores con intereses, necesidades y urgencias contrapuestas. Tras 13 años de guerra esas diferencias se dirimen a los tiros y Siria se sigue derrumbando a diario. Occidente podría estar interesado en salirse para no recibir el golpe en sus bases o subir la apuesta para debilitar una posición clave de Irán, acelerando el proceso sirio que, además, le ofrece un beneficio adicional al poner en riesgo la presencia rusa en la zona.
Si no calcula bien puede verse envuelto otra vez en el conflicto sirio sin terminar de solucionar las demandas de otros frentes en curso en Europa y el Medio y Extremo Oriente. Y ese involucramiento no se resuelve enviando un mediador, diez soldados y dos valijas con dinero.
De salirse, Occidente dejaría otra vez a los kurdos expuestos y la prisión del ISIS desprotegida. Mirar para otro lado no va a resolver nada porque los eventos seguirán adelante y la complejidad del entramado regional lo hace inmune a una iniciativa unilateral para resolverla. Eso es algo que saben los países que se disputan el liderazgo islámico. Irán, Arabia Saudita y Turquía forcejean en paralelo apoyando cada uno a sus respectivos peones dentro del tablero de la guerra civil siria. Esa puja es impermeable a la injerencia occidental. Lo tres saben que el resultado de este conflicto influye en el de Israel y Palestina. El que controle Siria por sí o por medio de terceros, influirá en el desarrollo del conflicto vecino. Y que hay un riesgo oculto en desatenderlo y es que el ISIS sea el castigo a la desaprensión.
Si la ofensiva en Alepo derrapa a un conflicto aún más crudo es previsible que el número de víctimas y desplazados se eleve, aunque por la atención que recibe esta crisis en los últimos años es probable que pase al anecdotario de masacres en donde los protagonistas son invisibles. Aunque no tenga solución a la vista, es mejor comprender este conflicto por sus consecuencias. Al entenderlo será posible explicar algunos eventos que podrían producirse en su periferia. Porque el ruido de una bala en Alepo puede convertirse en un alarido al llegar a Damasco
PS: es una guía muy simplificada y se omiten preciosismos que, seguramente, van a irritar a los obsesivos y caranchos de los textos. Lo importante es explicar un conflicto al que no se le da mucha atención hace años y es tremendamente letal e influyente para la paz mundial