Por Ignacio Montes de Oca
La cuestión migratoria se convirtió en un tema grave al punto de condicionar la campaña electoral de Estados Unidos, el país más poderoso del mundo ¿Por qué los países no frenan las corrientes migratorias? ¿Qué intereses se esconden? Vamos a dar una explicación basada en cifras.
Antes de empezar tengo que señalar que estas cifras surgen de un seminario organizado por hace unos días, les dejo el link para que puedan acceder a todas las reflexiones que se volcaron en ese encuentro: https://www.youtube.com/watch?v=5hfPORZWbOg&ab_channel=ExpedienteAbierto-Centroam%C3%A9rica
La primera explicación reside en los beneficios para los países “exportadores” de personas. Una de las formas más sencillas de medirlos es explorar el negocio de las remesas enviadas a los países de origen y su peso en cada economía. Las cifras son contundentes. De acuerdo con el Banco Mundial, en 2023 las remeses generan a nivel mundial U$S 656.000 millones. De ese total, U$S 156.000 corresponden a América Latina y el Caribe y nos vamos a concentrar en esa área por su influencia en las elecciones de EEUU de noviembre. México es el segundo receptor global de remesas, con un total de U$S 66.2000 millones en 2023, por detrás de India que recibió U$S 120.000 millones. De hecho, los mexicanos en el exterior acaparan el 42,7% de las remesas del área. Representan el 3,5% de su PBI. El peso de las remesas sobre el PBI crece con el siguiente receptor, Guatemala. Los U$S 20.000 millones representan el 19,6% de su PBI y ahora empezamos a entender hasta qué punto esas migraciones no son necesariamente un problema para los gobiernos de la región.
Para la República Dominicana que en 2023 recibió U$S 10.600 millones la remesas implican el 9,6% de su PBI. En orden de importancia, para Colombia los U$S 10.1000 millones que envían sus 4,7 millones de residentes en el exterior representan un 3,43% de su riqueza anual. La proporción pega un salto en el siguiente en la lista; para Honduras los U$S 9.000 millones implican el 25,7% de su PBI y para El Salvador los U$S 8.200 millones el 24,7%. Nicaragua, octavo en la lista, recibió U$S 4.700 millones, el 25,6% de su PBI.
¿Renunciar a un ingreso que en muchos casos supera a las exportaciones de las materias primas tradicionales? No suena lógico. Empezamos a entender por qué los gobiernos hacen poco para frenar el vaciamiento demográfico, que en algunos casos tiene proporciones impresionantes. Tomando solo la migración registrada, el caso más dramático es el de El Salvador, con 3 millones de habitantes viviendo en el exterior y solo 6 millones dentro de sus fronteras. Le sigue Nicaragua con el 24% de su gente en otros países, es decir 1,7 millones de personas y 7 millones residiendo en el país. México tiene 12 millones de migrantes sobre 127 millones, un 9,44%. Colombia, 4,7 millones sobre 51,8 millones, un 9%. Cuba, 1.2 millones sobre 10,2 millones, un 12%. El resto repite más o menos esas proporciones del diezmo demográfico entregado a la migración.
Venezuela tiene al 21% de su población, 7,7 millones, fuera del país, pero sus remesas fueron de U$S 2.250 millones en 2023, el 2,2% de su PBI. No obstante, el 35% de los hogares depende de esos envíos. Las trabas gubernamentales, obstruyen su llegada. Esa es una constante que se repite en otros países. En el caso de Venezuela comenzaron a utilizarse criptomonedas, hasta el 10% se hace por ese método, para evadir las comisiones estatales del 7%, las tasas de cambio desfavorables y los controles oficiales.
En Cuba, la tasa de cambio oficial es de 120 pesos por dólar y la real es de 360 pesos, por lo que al usar los servicios de transferencia el régimen les quita dos tercios de su valor. La solución es usar “mulas” que se quedan con el 20% de comisión o enviar víveres. Es por ese saqueo que las remesas a Cuba cayeron de U$S 3.700 millones en 2019 a U$S 1.972 millones en 2023 mientras que los envíos de comida y ropa desde el exterior subieron. Las cifras de Havana Consulting Group muestran un derrumbe crónico de las transferencias formales.
Para el gobierno cubano es un problema, porque luego de los ingresos que recibe por sus “misiones médicas”, las remesas son su siguiente fuente de obtención de divisas y el turismo, la tercera fuente, está en baja por la falta de infraestructura y de medios para sostenerla.
Queda claro que la migración es una gran fuente de divisas. El giro de remesas creció en un 8,4% en la región, a diferencia de otras en donde bajó y para 2024 se espera que crezcan un 2.7%. Es fácil de explicar por qué los gobiernos no luchan contra el exilio de sus pobladores. Hay otro motivo menos visible y es la influencia exterior. Por un lado, está el uso de la migración como elemento de presión hacia otros estados. Existe, y lo usó el chavismo para negociar con Colombia cuando el gobierno de ese país no le era amigable.
Es más evidente aun en el caso de Nicaragua, que maneja la facilitación de la salida o paso de migrantes de acuerdo con las necesidades políticas del matrimonio Ortega. Horas atrás, avisó que impondrá visado para el paso de venezolanos hacia el norte. Los Ortega generaron ingresos por U$S 52 millones adicionales en conceptos de visas, permisos de tránsito y multas, y otros U$S 29 millones por el aumento de vuelos chárter. El circuito incluye migrantes asiáticos y africanos:
Erdogan usó el tema migratorio para negociar el ingreso de Suecia a la OTAN y restringir la actividad política de los emigrados kurdos en ese país. Marruecos hace un uso ostensible para condicionar las reacciones de España: https://x.com/Jacobo_Ramos_/status/1838193455840796951
El otro motivo para favorecer la migración es la creación de un grupo de presión en otros países, en particular en los EEUU. Estos grupos pueden tener un peso importante en cada elección y en particular en las de noviembre. Vamos a explicarlo con cifras. Según el Pew Research, el voto latino (14,3% del total de votantes habilitados) es el segundo en importancia luego del blanco y superó al afro (13,6%) hace varias elecciones. En cifras, significa que en EEUU viven 63,7 millones de latinos y que 36 millones de ellos pueden votar. Pero el voto latino crece a mayor velocidad que el de otros grupos. Entre 2016 y 2020 pasaron de 12,7 a 16,5 millones de votantes y tienen una de las mayores tasas de votación efectiva a la hora de acudir a las urnas. Esto tiene consecuencias políticas inmediatas. Si los candidatos quieren obtener el favor de estos grupos y teniendo en cuenta que cada dos años hay elecciones presidenciales, gubernamentales o legislativas, tanto su postura frente a sus países como respecto a cuestiones cotidianas de su residencia resultan claves.
La población de origen mexicano, según Pew Research, representa el 59,5% de los latinos en ese país, la portorriqueña el 9,3% y la salvadoreña el 4% y la cubana un 3,8% y eso puede condicionar tanto las relaciones exteriores como los discursos electorales y su resultado. Esa es otra cuestión porque el sistema de colegio electoral hace que el voto en los estados clave sea crucial. En California el voto latino representa el 25%, en Nuevo México el 45%, en Florida el 65%, en Nevada el 20% y en Georgia, Carolina del Norte y Pensilvania el 5%. Con márgenes electorales estrechos ese apoyo puede resultar definitorio. Y ninguno de los partidos tiene asegurado ese voto. Los demócratas pueden tener gran parte del voto latino en algunos estados, pero los republicanos suelen obtener el apoyo latino en Florida y Texas.
Es posible extrapolar esta representación a otros países en Europa en donde también se repite el mismo esquema: elecciones crónicas, márgenes ajustados, creciente población migrante y en consecuencia generan un condicionamiento a los políticos y gobiernos. Es entendible entonces que muchos países que expulsan población hagan poco para detener esos flujos o que incluso los estimulen. Y esos estímulos conducen a otra cuestión más allá de la conveniencia y se adentran en otro negocio, esta vez de perfil macabro.
El tráfico de personas mueve U$S 32.000 millones cada año en todo el mundo según la OIT. Se estima que cada año las organizaciones criminales intervienen en el movimiento de 2,5 millones de personas, pero que además hay 20 víctimas sin identificar por cada una de ellas. La trata desde el esclavismo, la prostitución forzada y el cobro de tarifas para llevar a migrantes hacia su destino. Éste último es el que moviliza a la mayor cantidad de seres humanos y lucra sobre los 153 millones de personas que migraron desde 1990. El 20% son menores de edad.
Vamos a un caso concreto. Los carteles mexicanos diversificaron sus actividades para controlar el paso de las multitudes que pretenden ingresar a los EEUU. Si consideramos que en 2023 la fuerza fronteriza frenó 2,4 millones de ingresos, nos hacemos una idea del tamaño del mercado.
Los carteles cobran tarifas que van desde los U$S 500 a los U$S 1.500 en concepto de peaje a los “coyotes” o a las personas que intentan el paso en solitario hacia los EEUU. Por el traslado al otro lado de la frontera, el servicio se cobra entre 5.000 y 20.000 dólares. El Tren de Aragua también entró en el negocio y creó la ruta marítima a través de la Isla San Andrés, que es colombiana pero que carece de controles, para cobrar entre U$S1.500 y U$S 5.000 para acercar a los migrantes hasta Nicaragua. Una parte de los migrantes desaparece.
Detrás, hay otras modalidades de crimen como el secuestro extorsivo, la estafa con visados o el asesinato a lo largo de las rutas migratorias. En el paso del Darién los asaltos son una constante. La falta de controles muchas veces obedece al reparto de dinero con las autoridades.
Insgiht Crime estima que los carteles mexicanos generan U$S 5000 millones al año por el tráfico de personas. En todo el proceso hay una participación necesaria de las autoridades locales o nacionales. Ese es otro motivo informal que se adentra en las complicidades partidarias. Con la reforma judicial en México, se abre la posibilidad de financiar la elección de funcionarios judiciales para facilitar aún más la migración. Con 500 millones alcanza y sobra para organizar elecciones y aceitar los mecanismos que fortalezcan la impunidad.
Es por esta suma de factores que muchos gobiernos hacen poco para frenar la migración masiva, y puede sumarse como factor adicional el relajar la presión sobre sus sistemas educativos, de salud y jubilatorios. Es ganancia pura, aunque implique un vacío demográfico.
Cerramos con un par de datos que son igual de importantes. La migración no se produce solamente hacia el norte. En su mayoría, los 16,5 millones de migrantes regionales se reparten de manera equitativa en todos los estados de la región y son una cuestión hemisférica. La tasa de crecimiento poblacional de la región está en declive, aunque los países que generan mayor cantidad de migración por lo general están por encima del 2,1 de tasa de natalidad que marca el límite del reemplazo demográfico. Es una coincidencia poco sorpresiva. En consecuencia, la población económicamente activa está cayendo y hay un envejecimiento promedio cada vez más acelerado, con sus resultados económicos y previsionales negativos. Las remesas y el éxodo económico se vuelven entonces más importantes para los países. Como se ve, hay datos que explican la situación de la migración y la actitud de los gobiernos. A la inclinación natural del hombre para buscar mejores condiciones de vida se le suman estímulos y razones políticas y económicas. Las hay legales e ilegales. Lo que no hay es forma de revertir el proceso migratorio. Está en marcha desde hace siglos y se aceleró en los últimos años. Los países se van a montar en su dinámica y sacarle provecho. No van a frenarla y vimos que hay millones de motivos para no hacerlo.
PS: desde que el antecesor del hombre salió de África las migraciones son un factor inevitable. Tenemos dos opciones: o enfrentamos el fenómeno con racionalidad o lo negamos y volvemos a las cavernas para temer por lo que no comprendemos.
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