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INVAP: 45 años generando tecnología de punta en la Argentina

INVAP es uno de los máximos exponentes de desarrollo tecnológico latinoamericano y un modelo exitoso de las capacidades que tiene la Argentina.


Por Santiago Rivas


INVAP cumplió 45 años este mes de septiembre, como una de las empresas más destacadas de América Latina en lo referido a la investigación y producción de tecnologías de alto nivel. Con Darío Giussi, gerente del área de Defensa de la empresa, hacemos un recorrido por su historia, su presente y su futuro.

INVAP nació en septiembre de 1976, aunque sus orígenes se remontan a varios años antes: “la empresa se incubó en el Laboratorio de Investigación Aplicada que estaba en el Centro Atómico Bariloche, dirigido por Conrado Varotto, con Héctor Otheguy dentro del grupo, junto a otros actores del inicio de INVAP. Se generó dentro de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y con un marco conceptual, que es la convicción que tenían los fundadores, y fundamentalmente Varotto, de que para hacer tecnología hacía falta una estructura de empresa adecuada. Esa idea la había visto en el Silicon Valley a finales de la década del ’60, donde empezó a visualizar cómo se configuraba esa relación entre lo académico, los ámbitos científicos y de investigación, y la industria. Esa es la idea fuerza, y con esa idea se dirigió al Gobierno de la provincia de Río Negro, que la tomó y se decidió fundar la empresa” comenzó explicando Giussi.

Así, INVAP comenzó desarrollando sus actividades económicas como un brazo de la CNEA, centrada exclusivamente en aportar al desarrollo del plan nuclear argentino, que tenía muchísimo ímpetu en ese momento, particularmente con la dirección del almirante Carlos Castro Madero, pero que ya venía en la Argentina desde la década del ‘50. “Todos nuestros primeros años estuvieron volcados hacia lo nuclear, pero también en cada desarrollo tecnológico íbamos adquiriendo capacidades en procesos, en materiales, en tecnologías de base… Empezaban a vislumbrarse puntas de otras actividades industriales o tecnológicas. Si uno ve la historia de INVAP, hemos hecho cosas desde automatización de una línea de control de calidad en una planta de producción de lavarropas en Estados Unidos en los ‘70s, y algo similar en una planta de producción en Corea, hasta cápsulas para la conservación de cuerpos momificados para su exhibición en un museo. Algunos de ellos se transformaron en la parte industrial que dio origen a lo que ahora es INVAP Ingeniería S.A.. Entre las primeras actividades encargadas por la CNEA estuvo la obtención de la esponja de Zirconio, un material fundamental para los reactores, en una búsqueda de soberanía que se coronaría con el enriquecimiento de uranio junto con la CNEA en el año ‘83 en la planta de Pilcaniyeu. Fue un hito que le permitió a la Argentina, en primer lugar, entrar al mercado del uranio enriquecido, y demostrar que era capaz de producirlo si así lo disponía”, narra Giussi. Actualmente, la CNEA trabaja en la producción de uranio enriquecido por métodos más modernos, para evolucionar desde el método de difusión gaseosa.



El achicamiento del plan nuclear argentino hacia finales de los ´80 y su desfinanciamiento, provoco un fuerte cimbronazo en los proyectos y contratos sobre los que trabajaba INVAP, “nosotros teníamos más de mil personas en el año 1991 y pasamos a tener 300. Se había fabricado el reactor del Centro Atómico Bariloche, el RA-6, todavía dentro de la CNEA, y después, la CNEA en un acuerdo país-país exportó un reactor a Perú. INVAP fue proveedor de una parte importante de las partes del reactor, desarrollando capacidades que le permitieron a la empresa unos años después hacer una exportación a Argelia de un reactor, de similares características al RA-6, que ahora mismo estamos modernizando. Ya estábamos en el ámbito internacional. Como parte de esa crisis teníamos una venta a Irán que fue cancelada. Casi un golpe de gracia en términos de sustentación de la empresa, porque no se pudo cumplir ese contrato por decisiones ajenas a nuestra voluntad.

En ese momento hubo un reenfoque que dio origen al plan espacial argentino: lo que estaba orientado hacia el desarrollo de vectores de lanzamiento se paró y se volcó hacia el desarrollo de satélites, la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE), que dependía de la Fuerza Aérea Argentina se disolvió y se fundó la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), una agencia civil, de la que Varotto pasó a ser el director ejecutivo. Nosotros incursionamos, a partir de las capacidades tecnológicas, las de ingeniería de sistemas y de gestión de proyectos complejos, en la tecnología satelital, en lo que fue nuestro primer satélite, que fue el SAC-B. Éste era un satélite científico de observación, un satélite con sensores, pero no de la superficie del planeta o la atmósfera, sino que miraba hacia el otro lado, hacia la radiación extraterrestre. El satélite fue exitoso, pero la misión no se pudo cumplir por una falla en el lanzador. Como compensación, la NASA nos ofreció fabricar un satélite, a ser puesto en órbita por el transbordador espacial, que fue el SAC-A. Todo el programa de desarrollo de satélites científicos se dio en el marco de una colaboración con la NASA que a nosotros nos permitió aprender mucho”.

Así, INVAP compensó en parte la disminución del trabajo en el área nuclear con una nueva línea de negocios que es la espacial, con los primeros satélites argentinos, los SAC-A, SAC-B y SAC-C, de los cuales el último fue el primer gran satélite de observación de la tierra multi instrumento. “Tiene más de una decena de instrumentos, muchos argentinos, pero también de una colaboración internacional muy amplia. Estaba planeado para tres o cuatro años, idealmente cinco, ¡y duró diez! La plataforma SAC-C después la eligieron la NASA y el JPL (Jet Propulsion Laboratory de la NASA) para poner a bordo un instrumento que fue el Acuarius para medir el calentamiento global a través del cambio de salinidad de los océanos, en lo que fue la misión SAC-D, en cooperación con la CONAE. Habían constatado la calidad de la plataforma que se podía ofrecer y pusieron un instrumento que valía 4 veces lo que valía el satélite”.



A propósito del instrumento a bordo del SAC-D, el radiométro Acuarius, es producido en Estados Unidos por JPL, y Giussi recordó una anécdota de cuando ya Otheguy era CEO de INVAP y empezaba lo espacial. Ante una visita del director de la NASA, le explicó “queremos, como estamos haciendo con lo nuclear, a partir de desarrollar tecnología y después tener contratos (en Estados Unidos)”, a lo cual el director de la NASA le dijo “contratos en EEUU no van a tener, lo que van a tener son contactos”. “La frase tiene sentido, porque en esto, para ser soberano en algo que se cultiva y se mantiene, es imprescindible alimentar tus propias capacidades de desarrollar tecnología. El Buy American Act dice que ‘para tener contratos con Estados Unidos tenés que estar en Estados Unidos’. Lo mismo vale si uno lo escala para la Argentina, en el sentido de lo importante que es que el estado potencie e invierta en el desarrollo de las líneas tecnológicas y de conocimiento estratégico. Así que obtuvimos contactos, y eso sí nos llevó a seguir desarrollando proyectos con contratos… todo esto junto con la CONAE, lo cual fue muy exitoso”.

Luego de los satélites SAC, el trabajo apuntó a un producto mucho más avanzado, como lo es el programa SAOCOM, junto con la ASI, la Agencia Espacial Italiana, para constituir el SIASGE, una constelación de observación de la tierra “con cuatro satélites SAR (radar de apertura sintética) de banda X y dos SAR de banda L, que son los que hacemos nosotros con la CONAE. Y los satélites de comunicaciones ARSAT a partir del 2007, con los Arsat 1 y Arsat 2 para la empresa nacional del mismo nombre que los opera” explicó Giussi.

Retomando el hilo de cómo siguió lo nuclear, a fines de los ‘90 se ganó la licitación de Egipto, que fue el primero proyecto obtenido de esa forma. “Ya no fueron contratos país - país como el de Argelia o Perú, sino ya una competencia internacional, con grandes jugadores del campo de los reactores de investigación. Y luego en el 2000 ganamos también por licitación lo que para nosotros como país es un hito sumamente trascendente, el reactor de Australia, denominado OPAL. Al momento es el reactor de investigación y dopaje de semiconductores, entre otras actividades productivas, más moderno que existe en el planeta, y fue hasta ese momento la mayor compra de tecnología llave en mano de Australia”. Eso llevó a la actualidad, en donde el gobierno de Holanda contrató a INVAP para el desarrollo y construcción del reactor Pallas, para la producción de radioisótopos para el tratamiento de cáncer y otras enfermedades. “Es una licitación que ganamos dos veces. La primera vez en el 2008, que se canceló el proyecto por la primera crisis del euro. Y después se volvió a licitar, tuvimos que volver a competir y lo volvimos a ganar. Ahora está algo afectado su ritmo por la pandemia, pero está en ejecución el contrato. Además, la empresa avanza con el primer reactor de enseñanza e investigación en Arabia Saudita, también modernizando la instrumentación del NUR de Argelia, y en la Argentina estamos con el RA 10, que es el hermano del RMB, el reactor multipropósito para Brasil. El RA10 es para la CNEA, el RMB es para la agencia brasileña, del cual hicimos la ingeniería y tiene que entrar en etapa de construcción. No está claro si lo vamos a hacer nosotros. Es de investigación, producción de radioisótopos y materiales semiconductores. Son muy parecidos con el RA10, tienen alguna variante en cuanto a lo que se obtiene de los distintos haces de partículas, básicamente neutrones, electrones y otras, que produce el reactor”.



La proyección de INVAP

Sobre la proyección de la empresa hacia el futuro, Giussi describe que “el objetivo siempre es empezar satisfaciendo necesidades de la Argentina a través de la ejecución de planes soberanos. Así fue con el plan nuclear, el plan espacial, los planes de radarización y en el área que me toca, ahora en un espectro más amplio de tecnologías para la Defensa, Seguridad y Ambiente. También con otros planes en líneas de negocios que tienen que ver con actividades de integración de tecnologías, como la de los centros médicos y de radioterapia. En nuestros inicios y junto con CNEA habíamos estado en la producción de instrumental complejo, de aparatología compleja de medicina como los tomógrafos PET y resonadores. Cuando se detuvo la inversión y al no poder sostenerla, esa línea se discontinuó. En ese momento estábamos al nivel de Toshiba o Philips, pero al no continuar ya se hizo difícil capturar ese mercado, entonces con el tiempo nos movimos hacia una línea de integración en centros médicos de alta complejidad, así como en otro momento se hizo el sistema de Televisión Digital Argentina. En todas nuestras áreas de negocios nuestra expectativa siempre es empezar desarrollando tecnología, ir resolviendo problemas del país y hacer esa tecnología un bien exportable. En primer lugar, permite sustituir las importaciones, luego, se traen divisas a la Argentina cuando se vende afuera, y el objetivo permanente es sostener un nivel de conocimiento que nos permita mantener esa rueda en movimiento. Es decir, estamos exportando a Holanda, estamos en el tema de centros médicos, estamos exportando a Bolivia y lo hemos hecho con Venezuela. En el ámbito espacial hemos hecho exportaciones a Brasil y a Italia, y como hecho destacado, constituimos una compañía conjunta con Turksih Aerospace Industries (TAI) que se llama GSATCOM, para el desarrollo y producción de plataformas geoestacionarias de nueva generación, con propulsión eléctrica y carga de comunicaciones flexible, entre otras innovaciones.

Por su parte, el área de Defensa nace con la consolidación de los distintos planes soberanos de radarización del país (SINVICA –radares de Tránsito Aéreo y radares militares de Vigilancia y Control y Meteorológicos)”.

La incursión en las tecnologías radar se dio desde el proyecto SAOCOM con el radar de apertura sintética y se empezó a desarrollar el resto a partir del 2003. “Hicimos hace poco nuestro primer contrato de exportación (a Nigeria, segunda economía de África), pero la idea es proyectarnos como proveedores de soluciones en varios mercados. Fundamentalmente en el campo de ISR (inteligencia, vigilancia y reconocimiento), centrados en tecnología radar, también en otras tecnologías de radiofrecuencia, en productos ópticos y en sistemas de misión, tanto militares, pero también civiles, todas estas tecnologías duales. En el ámbito civil estamos con radares meteorológicos, radares de control del tránsito aéreo y la idea es ir insertándonos en esos mercados, que son muy competitivos, a partir de aumentar nuestra oferta de productos y servicios”.



Además de los radares, INVAP está trabajando en el proyecto RUAS junto a Cicaré y Marinelli, para producir un helicóptero no tripulado, el cual tiene un gran potencial tanto en el mercado civil como militar. “Estamos haciendo pruebas de vuelo, estamos ultimando el cierre de un par de contratos y permanentemente recibimos consultas. Está creciendo la oferta internacional, pero todavía no está saturado el mercado, ni mucho menos. Especialmente si uno piensa en familias, nosotros estamos trabajando con el RUAS-160, de 160 kilos de peso de despegue, pero la idea es que crezca. Y esto con dos socios, también refleja una asociación virtuosa, nosotros como empresa de tecnología y gestión de proyectos complejos, con una pyme especializada en un área muy particular de conocimiento y una empresa innovadora, es un buen combo. Y en no tripulados de ala fija nosotros estuvimos a cargo del SARA, que quedó trunco en 2016. Eso ahora se está retomando, obviamente con actualizaciones tecnológicas. Legamos a volar demostradores exitosos, probar tecnologías tanto en el segmento de vuelo como en el segmento de tierra, en el sistema de misión, como en cargas útiles. Hay una oferta muy amplia de todo tipo, pero el mercado tiene un potencial enorme. Y está muy atomizado en Latinoamérica”.

En ese sentido existe una limitante desde algunos países en qué tecnología entregan con esos equipos. Hay una oferta, pero no todo está disponible para el que la quiere comprar. A eso se suma que muchos tampoco transfieren tecnología y hay muy poca asociatividad y coproducción local, que es algo que INVAP ofrece, dentro de los marcos regulatorios del Estado Nacional y en estrecha relación con la Cancillería, que siempre los apoya. “Estos son modelos de negocios que nos parecen muy valiosos, en donde aportamos un diferencial para el país con el que nos asociamos. Más que clientes desarrollamos relaciones que duran décadas. El caso de Argelia es bien gráfico, 30 años después de entregar un reactor lo estamos modernizando”.

En vehículos no tripulados, INVAP entendió que hay un gran mercado y que el mundo va en ese sentido en todos los ámbitos, tanto civil como militar, para cortas y largas distancias. Ahí, el objetivo de la empresa no es desarrollar aeronaves completas, pero sí sus sistemas. A eso se suma el desarrollo de PODs con capacidad ISR (Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento), en donde Giussi explica que terminaron la Fase 1 del Modelo de Evaluación Tecnológica con buenos resultados. “En muy poco tiempo hubo un sensor SAR que pudo obtener imágenes. Ahora estamos por encarar la segunda etapa, que ya permite llegar a un sistema operativo e incursionar en la tecnología AESA, que es un diferencial fundamental, pero esas tendencias reflejan capacidades operacionales. El POD integra radar con un sistema electróptico más uno de misión y comunicaciones, es interesante y está teniendo una revalorización como plataforma multisensor. Que puede estar dotada con un sensor SAR y de detección, o con un Lidar, o un sensor COMINT o SIGINT, electrópticos, entre otros. Y desde ya que lo que hacemos es construir tecnología transversal. Así como un radar va en un POD en una aeronave de ala fija o de ala rotativa, tripulada o no tripulada y la tecnología no cambia tanto, aunque naturalmente haya diferencias de productización de la misma”.



En radares, la empresa está trabajando a toda máquina para la provisión de dos sistemas a Nigeria, mientras que se sigue con el proyecto SINVICA con el Ministerio de Defensa y la Fuerza Aérea Argentina. “En este momento el mundo está complicado con la crisis de los semiconductores, la pandemia y la sequía, que han motivado demoras en entregas, pero ya terminó la fase de ingeniería y estamos empezando a producir”.

Además, vienen avanzando en la versión móvil del radar RPA-200, en un radar multifunción de Defensa Aérea (RMF-200) y un sensor embarcado para OPV y otras clases de embarcaciones. “Esos son proyectos muy activos y en los próximos meses seguramente tendremos contratos. Están enmarcados dentro de líneas estratégicas que están definidas dentro del Ministerio de Defensa y dentro del FONDEF y a partir de las necesidades de las tres FFAA, lo cual es un hecho muy relevante. Hay desarrollo de radares de vigilancia y control, de defensa antiaérea, radares de superficie y aerotransportados para las tres fuerzas, entre otros, y eso es algo importante, lograr hacer una ruta tecnológica que pueda integrar eso de manera eficiente, aprovechando la transversalidad que tiene la tecnología, del mismo modo que en los no tripulados”.

Otra tecnología sobre la que INVAP espera poder avanzar es en el desarrollo de un datalink nacional y en tecnologías de protección de la información. “Es uno de los temas que aparecen dentro de la necesaria homogeneización y securitización de las comunicaciones, tema clave tanto en el ámbito de defensa, como de seguridad y otras áreas de alta sensibilidad del Estado. Lo tenemos encima de la mesa, no hay aún un proyecto en curso en este momento, pero sí conversaciones avanzadas”.

El retraso que ha tenido la Argentina por muchos años hay que superarlo. Vuelvo a decir que instrumentos como el FONDEF, que financien planes que excedan los términos temporales de los gobiernos son imprescindibles para poder coronar estas cosas. Podemos hablar de la industria naval, de la industria aeronáutica, de cualquier cosa que nos planteemos, y necesita de la definición de políticas de estado y de continuidad y previsibilidad. Así ha sido en lo nuclear y lo espacial, destaco particularmente lo del FONDEF porque tiene que alimentar un ecosistema de trabajo que se hace en conjunto con un montón de empresas proveedoras y asociadas también con universidades e instituciones de investigación, pero siempre decimos, por cada dólar o peso que entra a INVAP, hay una parte igual que se vuelca a todos los proveedores” subrayó Giussi.

En ese sentido, INVAP es tractora, desarrolladora y/o integradora de las capacidades y productos de muchas empresas más chicas en el sector. Por ejemplo, en muchos casos, luego de hacer el desarrollo de la tecnología o prototipo de algunas partes, la producción se terceriza en la serie, transfiriendo conocimiento, “porque hay otros actores que pueden aportar su valor y nosotros concentrarnos en el desarrollo de la tecnología, es la rueda virtuosa que uno intenta hacer, y parte de la misión de INVAP, generando trabajo genuino” agrega Giussi. En términos de políticas públicas, “también son relevantes otros instrumentos como la Ley de Economía del Conocimiento, a la que hemos ingresado recientemente”.

Así, desde INVAP se ve que la Argentina es un país que siempre mantiene capacidades, aunque eso a veces no se plasma en productos por la falta de inversión y por diversos problemas, pero que tiene una gran calidad profesional, que también se está manifestando con la búsqueda y captura que hay desde el exterior de recursos humanos locales, especialmente en industrias como la del software, pero también en otros ámbitos. “Con lo cual hay que redoblar los esfuerzos del sistema científico y tecnológico argentino, que sigue siendo muy bueno, tiene instituciones de muchísimo prestigio, toda inversión que se haga siempre va a ser poca, hay que aumentarla, jerarquizar permanentemente la actividad, hay impulso ahora, pero hay que profundizarlo y dar presupuesto para inversión de largo plazo en ciencia y tecnología, prestarles muchísima atención a las universidades. Somos competitivos cuando nos planteamos estos planes sostenidos y podemos serlo aún más. Somos un país con muchas capacidades, pero requiere de inversión sostenida” concluyó Giussi. En estos 45 años, INVAP ha sido un ejemplo de lo que pueden alcanzar los recursos humanos de la Argentina, con una de las empresas tecnológicas más importantes de América Latina, que hoy ya es un actor relevante a escala global en muchas áreas, pero con un futuro en el que puede aún lograr mucho más.



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