Por Luis Briatore*
Creo que todos estamos de acuerdo en que “La Familia” es el basamento de la sociedad, es desde donde un todo surge y se irradia, es una institución social básica, la que actúa como uno de los pilares que sostiene a una Nación. Trazando un paralelismo, en la actividad operativa institucional, al “Escuadrón” lo podemos considerar de manera similar.
Con identidad propia, siendo una organización concebida para actuar de inmediato en cualquier punto del territorio nacional, podemos afirmar que el escuadrón es cerebro y músculo en la compleja tarea de defender el aeroespacio soberano. Lograr cumplir con este rol de manera eficiente ha llevado décadas, tiempo en el que se ha ido perfeccionando este modelo, esfuerzo que vio sus frutos en la única prueba de fuego que tenemos como militares, la guerra.
Organización que actúa empleando una pulida mecánica de trabajo, donde las relaciones interpersonales combinan inteligentemente el respeto y la confianza de uno hacia el otro.
Este grupo de hombres y mujeres está concebido para pensar la mejor manera de ejecutar la misión asignada con los recursos disponibles, sean pocos, como en Malvinas, o muchos, como en un país de primer nivel. Los involucrados a cargo de la defensa del aeroespacio, lanzados desde esta plataforma, explotamos al máximo las tres características que distinguen al medio aéreo: rapidez, flexibilidad y sorpresa.
La columna vertebral de un Escuadrón la forma un número no mayor a cuatro escuadrillas, desde donde profesionales del aire planifican el ataque o la defensa en un marco de elevado nivel de exigencia, núcleo que tienen como principal preocupación, preparase para actuar de inmediato. Malvinas es el más fresco ejemplo, cuando explotó un conflicto bélico sin aviso previo. Del 2 de abril al 1° de mayo, solo un mes fue necesario para lograr adaptarse a una guerra para la cual nunca nos habíamos preparado, con el agravante de no disponer de los medios adecuados para un conflicto contra fuerzas navales.
También al Escuadrón lo podemos definir como una organización táctica y administrativa integrada por varias escuadrillas, y éstas, a su vez, compuestas por secciones, las que en un conjunto responden a un jefe de escuadrón.
Los afortunados que transitamos con orgullo una excitante vida operativa integrando distintos escuadrones aéreos, podemos aportar definiciones y conceptos desde diferentes enfoques, los que enriquecen su definición y nos dan idea del papel primordial que cumple esta figura en la batalla por el domino de nuestro cielo.
Este esquema de trabajo resulta confortable para los pilotos, tanto desde el punto vista operativo, como así también, el de la convivencia. A partir de esta plataforma, piensa y se prepara para estar en condiciones de intervenir en el instante en que su participación sea requerida.
Por fin llegó el momento
Para los pilotos de combate, la jefatura de un Escuadrón Aéreo es uno de los cargos más deseados. Apelando a mi historia cazadora, sin duda fue el que más disfruté.
Mirando a los ojos a mis subordinados, pude aplicar todo lo aprendido a lo largo de muchos años a los comandos de diferentes aviones de combate, distintas experiencias y destinos, donde pude darle forma a un estilo personal y profesional de conducir.
Luego de un año volando como adscripto e instructor de Mirage en el Grupo 6 de Caza, la gran oportunidad llegaría a fines del año 1998. Fui designado como Jefe del Escuadrón Instrucción Mirage. Momento en el que quedó plasmado uno de los grandes sueños profesionales pendientes. Se cristalizaba la posibilidad de liderar a un grupo de excelentes profesionales y, además, hombres de bien.
Rodeado de una elite de gladiadores del aire, me sentía con toda la confianza y el apoyo para cumplir con el gran legado de los hombres del aire, contribuir con la defensa de la Patria desde el cielo.
Ser Jefe de Escuadrón, es, sin duda, la gran oportunidad que nos brinda la institución para conducir un grupo de pilotos que vuelan un mismo avión, y eso fue lo que sucedió.
Rasgos característicos de un Escuadrón
A sus integrantes se los puede distinguir muy fácilmente a simple vista, todos por igual lucen el mismo pañuelo cubriendo el cuello y, además, portan con orgullo el escudo del escuadrón en uno de los brazos, el que adorna el clásico buzo de vuelo lleno de cierres y bolsillos.
Un típico escuadrón aéreo en la Fuerza Aérea Argentina está integrado por un Jefe de Escuadrón, con el grado de Vicecomodoro o Mayor, dos o más Jefes de Escuadrilla, con el grado de Capitán o 1º Teniente, y cada Escuadrilla tiene un Jefe de Sección, con el grado de 1º Teniente o Teniente, del que dependen generalmente dos jóvenes Numerales, con el grado de Teniente o Alférez. El Jefe de Escuadrón depende del Jefe de Grupo y esté a su vez, del Jefe de Brigada. Podríamos decir que esta organización, como lo mencionamos con anterioridad, es una gran familia, donde el Jefe de Escuadrón con mucha experiencia y pergaminos que avalan ocupar ese cargo, da los criterios y toma las decisiones, asesorado por los Jefes de Escuadrillas, en quienes delega atribuciones que van bajando hasta los Jefes de Sección. Al final de la cadena de mando se encuentran los Numerales, pilotos con poca experiencia en el avión, hacia quienes se dirige el mayor esfuerzo en cuanto a la formación. A cambio de mucho estudio, esfuerzo e iniciativa, el último peldaño de este gran equipo se trasforma en el músculo y la sangre nueva que asegura el futuro institucional.
Si uno tiene la posibilidad de interactuar con pilotos en un Grupo Aéreo, percibirá que sobresale entre sus integrantes un fuerte sentido de pertenencia y enorme orgullo por la función que cumplen, sentimiento que no sólo involucra al tipo de avión que vuelan, sino también al Escuadrón del que forman parte y sus respetadas tradiciones.
Este bloque compacto de profesionales trabaja en conjunto no solo en tareas operativas, también lo hace en lo recreativo, organizando actividades que fomentan la unión entre sus integrantes, las que buscan estrechar vínculos de afecto y apoyo en el ámbito familiar. Se trata de un grupo fuertemente unido, sin fisuras, con un espontaneo y natural compromiso. Aquí los lazos se consolidan en un ambiente de respeto combinado con el afecto, vínculo que forma una coraza de protección mutua, hasta el extremo, de ofrendar la vida por el otro, y tenemos muchos ejemplos para avalar este concepto.
Un sello malvinero
Guerreros del aire pertenecientes a distintos escuadrones, integrantes de diferentes especialidades, fueron destacados protagonistas cumpliendo un papel descollante, combatiendo de igual a igual ante un enemigo infinitamente superior en la Guerra por nuestras Islas Malvinas. Esta fue una prueba de fuego que confirmó que el camino adoptado desde hacía mucho tiempo por la Fuerza Aérea Argentina, en lo que respecta a la formación y empleo de su núcleo humano, había sido el correcto. Formó a hombres y mujeres que fueron invencibles moralmente, actuando como punta de lanza y poniendo el pecho con lo poco que teníamos, logrando atacar y lastimar casi de muerte a un poderoso y tecnológicamente superior enemigo invasor.
Si nos introducimos en la intimidad de esta fantástica organización, la relación entre sus miembros no es la típica de compañeros de trabajo, el vínculo va mucho más allá, es mucho más profundo. La principal causa es estar bajo el paraguas de un “estilo de vida”, el que se basa en actitudes y comportamientos ejemplares direccionados hacia un solo objetivo, defender con arrojo y valentía la celeste y blanca. Estos verdaderos profesionales del aire responden al llamado superior de “Dios-Patria-Hogar”, componentes de un ADN que nos aglutina.
Una rutina muy productiva y efectiva
La jornada de un escuadrón comienza bien tempranito. Arrancamos con una presentación perfectamente formados y parados firmes frente al Jefe del Grupo Aéreo, el que se anoticia de las novedades del personal que le depende. Acto seguido, cada escuadrón se dirige al aula o sala de conferencias, auditorio donde se mencionan desde recomendaciones generales y particularidades sobre la actividad del día, hasta el repaso de una emergencia con la sola ayuda de la memoria, o la lectura y análisis de un procedimiento operativo, como otros tantos temas relacionados a la operación del avión de dotación.
Acto seguido, cada piloto pasa por Operaciones, allí se detiene ansioso esperando verse en el plan de vuelo. Los afortunados que vuelan, pactan el horario de briefing y los que no, cumplen distintas actividades en otros cargos en los que somos jefes, muchos ajenos a la actividad aérea. Recopilada la información necesaria, planificamos la entretenida agenda del día.
Un gran escuadrón
Con 38 años y con el grado de Mayor, tuve la oportunidad de ocupar el cargo de Jefe del Escuadrón X, el que estaba dedicado por esos tiempos a la formación de noveles pilotos de Mirage antes de pasar a los escuadrones operativos de M-IIIEA y M-V Finger. Formábamos parte del glorioso Grupo 6 de Caza de la VI Brigada Aérea. Disponíamos de todos los Mirage biplazas, tanto los M-IIIDA como los M-5DA. Completaban la dotación los aviones monoplazas M-5A Mara, cedidos durante la guerra por nuestros queridos hermanos peruanos.
Al tratarse de un Escuadrón Instrucción, su composición era atípica. Por un lado, instructores con mucha experiencia, y del otro, cursantes con ninguna hora en el Sistema de Armas Mirage.
Al comenzar nos esperaba un exigente cronograma anual, el que se iniciaba con un curso teórico por espacio de un mes, el que estaba dividido en dos aéreas del conocimiento: Materiales y Equipos, y Operaciones del Avión, clases dictadas por los instructores de vuelo.
Una vez superado el examen escrito y un extenso oral, en presencia de todos los instructores de vuelo, concluía un demandante periodo de formación inicial. Finalizado el mismo, no quedaba ninguna duda que los potenciales mirageros conocían cada detalle del avión que volarían en poco tiempo ¡Pero los chequeos no terminaban ahí!
Con los ojos tapados por el pañuelo del escuadrón, estos jóvenes guerreros rendían un tradicional examen, al que llamamos de manera muy original, el de “cabina ciega”. Sentado en la cabina de un Mirage, privado del sentido de la vista y ante distintas preguntas del inspector, el alumno debía ubicar táctilmente la posición cada instrumento, perillas, botones e infinidad de componentes existentes dentro del cockpit, donde cada error iba restando en el score final.
Cuando la ansiedad de los inexpertos llegaba al límite soportable, unos cuantos turnos de simulador de vuelo despejaban las últimas dudas.
Los más inexpertos son siempre la prioridad
Finalizada la primera parte del curso, comenzaba el gran desafío y el momento añorado, aprender a dominar a un delta de paladar negro. En los primeros contactos con este clásico de la aviación, el foco apunta a conocer la filosofía de vuelo, diferente a las experiencias anteriores. Es un momento donde la calidad del instructor hace la diferencia, etapa en la que hay que volcar todo el saber al servicio del inexperto.
A lo largo de 15 de horas en el aire en el puesto delantero de un biplaza, el maestro desde el trasero muestra el camino hacia el dominio de un noble delta. A medida que pasan los vuelos, llegará el momento en que el novato cristaliza el sueño más preciado, volar el Mirage sin ayuda alguna.
En el primer vuelo en soledad, el mismo que lo vio crecer lo acompaña, esta vez lo hará pegado como una estampilla desde otro monoplaza, con la sola función de supervisarlo para que todo salga de acuerdo a lo planificado.
Una vez que el caucho de los neumáticos toca la pista, comienza lo mejor. Luego de una hora de vuelo y cuando el motor se detiene, una multitud de brazos lo reciben luego de un clavado desde el borde de la cabina. Un cuerpo empapado de sudor guerrero siente los potentes saludos de un afecto que se llega a sufrir.
Le sigue una solemne y a la vez imponente ceremonia con palabras del Jefe de Escuadrón.
Dejando lo formal de lado y dando rienda suelta al espíritu cazador, comienza una fiesta que será recordada por siempre. Saborear en primera persona los ineludibles rituales del ingreso a un club tan exclusivo, es lo más.
¡Momento trascendente si los hay! Lucir orgulloso el pañuelo y escudo del escuadrón, significa mucho, y ellos lo saben.
Desde el día siguiente comienzan a transitar un apasionante camino de aprendizaje en vuelo. Formación, Acrobacia en Formación, Navegaciones Tácticas, Tiro y Bombardeo, Combate Aire-Aire, Vuelo Nocturno y Tiro Aire-Aire, son algunos de los patrones que deberán superar.
Con la última inspección aprobada, estarán listos para combatir como pilotos operativos si la Patria los necesita.
Integración familiar
El Escuadrón también tiene un rol social. Desde la llegada de un nuevo integrante, optimizar las relaciones va más allá del ámbito profesional. Los cursantes, oficiales muy jóvenes y por lo general en los primeros años de matrimonio, sentirán estar más a gusto en este nuevo destino y lograr un mejor rendimiento si sus familias alcanzan una rápida integración. Es aquí donde el Jefe y su staff deben fortalecer el vínculo grupal. Buscando este importante objetivo, organizamos distintos eventos y reuniones, tratando que la vida familiar sea más placentera.
Al finalizar el año, como es tradición, el Jefe de Escuadrón los reúne a todos en una cena de matrimonios, donde nadie se queda sin regalo.
En cercanía a las fiestas de fin de año, culmina un importante ciclo, en el que se cumplieron varios objetivos: aprender los secretos del Mirage, adaptarse a un nuevo grupo humano e integrarse socialmente a una ciudad que no conocían.
Con una alegría que se entremezcla con el orgullo, fruto de un esfuerzo conjunto, los instructores disfrutan del resultado final, invadiéndolos la enorme satisfacción del deber cumplido.
Luego de describir lo que representa tener el privilegio de conducir a un grupo de excelentes profesionales, creo que pueden comprender por qué uno de los mejores cargos operativos en la Fuerza Aérea Argentina es el de “Jefe de Escuadrón”.
Habiendo concretado uno de los más importantes deseos profesionales, luego de un año fantástico e inolvidable, preparábamos las valijas para partir hacia un nuevo desafío, esta vez como integrante de una fuerza aérea amiga. Junto a mi familia pasaríamos un par de años en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Periodo en el que sería un miembro más de la Fuerza Aérea Boliviana. Ocuparía los cargos de Instructor de Vuelo y Asesor Académico del Colegio Militar de Aviación, continuando con el variado derrotero que caracteriza a una vida de un permanente dar y recibir, en este caso, dentro de una institución con vínculos históricos que nos unen como hermanos del cielo latinoamericano.
* Luis Alberto Briatore nació en la ciudad de San Fernando (Buenos Aires) en el año 1960.
Egresó como Alférez y Aviador militar de la Escuela de Aviación de la Fuerza Aérea Argentina en 1981 (Promoción XLVII) y como Piloto de Combate de la Escuela de Caza en 1982. Fue Instructor de vuelo en la Escuela de Caza y en aviones Mirage y T-33 Silver Star (Bolivia).
A lo largo de su carrera en la Fuerza Aérea Argentina tripuló entrenadores Mentor B45 y MS-760 Paris, aviones de combate F-86F Sabre, Mirage IIIC, IIIEA y 5A Mara ocupando distintos cargos operativos, tales como Jefe de Escuadrón Instrucción X (Mirage 5 Mara/Mirage biplazas) en la VI Brigada Aérea y Jefe del Grupo 3 de Ataque en la III Brigada Aérea.
En el extranjero voló Mirage IIIEE como Jefe de Escuadrilla e Instructor en el Ala 111 del Ejército del Aire (Valencia, España) y T-33 Silver Star como Instructor de Vuelo en el Grupo Aéreo de Caza 32 y Asesor Académico en el Colegio Militar de Aviación en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).
Su experiencia de vuelo incluye 3.300 horas de vuelo en reactores y 200 horas en aviones convencionales.
Es también Licenciado en Sistemas Aéreos y Aeroespaciales del Instituto Universitario Aeronáutico (Córdoba, Argentina) y Master en Dirección de Empresas de la Universidad del Salvador.
Tras su pase a retiro en el año 2014, se dedicó a la Instrucción en aviones convencionales PA-11 Cub y PA-12 Super Cub en el Aeroclub Tandil (Buenos Aires) y el Aeroclub Isla de Ibicuy (Entre Ríos) y en el año 2018 se empleó como Piloto de LJ-60 XR – operando desde Aeroparque Jorge Newbery.
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