Por José Javier Díaz
En el último año, el Ministerio de Defensa de Argentina (MINDEF) ha retomado con nuevos bríos la evaluación de diversas opciones para equipar al Ejército Argentino (EA) y a la Infantería de Marina de la Armada de la República Argentina (IMARA) con una misma familia de Vehículos de Combate Blindados a Ruedas (VCBR).
Se trata de un programa que implica la incorporación de al menos dos centenares de diversas versiones del VCBR para equipar, en una primera instancia, a la Brigada Mecanizada X (Br Mec X), Gran Unidad de Combate (GUC) cuyos elementos orgánicos tienen asiento en la Provincia de La Pampa.
Cabe recordar que la Br Mec X integra la Fuerza de Despliegue Rápido (FDR) del Ejército Argentino y, simultáneamente, constituye el componente terrestre de la Fuerza de Paz Conjunta Combinada Cruz del Sur que crearon, de común acuerdo, Argentina y Chile.
Justamente con motivo de la creación de la citada Fuerza binacional, la Argentina asumió el compromiso de aportar un determinado número de vehículos de combate a ruedas, los cuales -junto a sus homólogos chilenos- serían puestos a disposición de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para su eventual despliegue en Misiones de Paz con el previo consentimiento de los dos países sudamericanos.
Asimismo, en una etapa posterior, el Ejército Argentino debe incorporar más Vehículos de Combate Blindados a Ruedas para sustituir a los ya veteranos M-113A1 y A2 en dotación de las Brigadas Mecanizadas IX y XI, así como también a los cazatanques SK-105 de procedencia austriaca, con la finalidad de estandarizar la logística de estas Grandes Unidades de Combate que tienen asiento en las provincias patagónicas.
Por su parte, la Infantería de Marina de la Armada Argentina cuenta con medio centenar, aproximadamente, de Vehículos de Combate a Ruedas 4x4 y 6x6 Panhard de fabricación francesa, los cuales poseen capacidad anfibia, cualidad indispensable para efectuar el movimiento de buque a costa o sortear cauces de ríos.
Los Panhard de la IMARA están equipados con torretas artilladas con ametralladoras calibre 12,7mm y cañones de 20mm, habiendo sido desplegados en Misiones de Paz de la ONU, como la de Haití, donde tuvieron un destacado rol.
Considerando que cada Brigada Mecanizada del Ejército requiere una dotación mínima de 200 (óptima de 300) Vehículos de Combate Blindados a Ruedas y que la IMARA debe reemplazar unos 50 Panhard, el Programa VCBR que lleva adelante el Ministerio de Defensa argentino implica la incorporación de un total de 650 a 950 unidades en los próximos diez a quince años.
Los candidatos en pugna
Entre las propuestas en estudio que analiza el MINDEF en el marco del Programa VCBR se hallan el VN-1 (versión de exportación del ZBL-09) de la empresa china Norinco, el Stryker producido por la firma estadounidense General Dynamics Land Systems (GDLS) y el Guaraní brasileño, fabricado por Iveco.
Si bien en 2015 se llegó a firmar un acuerdo por un monto de casi 200 millones de dólares con China para ensamblar en Argentina unas 200 unidades del VN-1, también es cierto que en la gestión presidencial de Mauricio Macri el MINDEF avanzó en las gestiones para adquirir unos treinta ejemplares del Stryker con torretas con ametralladoras, repuestos y accesorios por casi U$S 100 millones.
Como se aprecia, la relación de Costo de Adquisición (CA) entre el VCBR chino y el norteamericano es de casi 3 a 1 a favor del modelo oriental, que representaría un costo unitario de casi un millón de dólares versus los aproximadamente U$S 3 millones que cuesta cada Stryker.
Tanto el VN-1 como el modelo norteamericano son vehículos con tracción en sus ocho ruedas (8x8), principal ventaja técnica que los diferencia del Guaraní, que tiene tracción 6x6. Recordemos que la preferencia inicial, tanto del Ejército Argentino como de la IMARA, es por una plataforma de cuatro ejes (8x8), lo cual permite una mayor distribución del peso específico en la pisada de los neumáticos sobre terrenos fangosos, nevados, etc., además de favorecer la capacidad de adaptar un único modelo de VCBR para varias funciones (transporte de personal, portamortero, cazatanques con cañón de 105mm, defensa antiaérea, lanzapuentes, puesto de mando, recuperador, etc.)
Pese a su desventaja en el sistema de propulsión/tracción, el VBCR brasileño ofrece el atractivo de tener un Costo Total del Ciclo de Vida Útil (CTCVU) en un valor intermedio entre el oneroso Stryker y la opción más barata que representa el VN-1.
El CTCVU de un Sistema de Armas (SdA) está compuesto por el Costo de Adquisición (CA), más el Costo de Operación (CO), más el Costo de Modernización (CM), más el Costo de Desprogramación (CD).
Por lo expuesto: CTCVU = CA + CO + CM + CD
Normalmente, el CA representa una tercera parte del CTCVU a lo largo de los 20 a 30 años que está en servicio un determinado SdA. Esta aproximación sobre las implicancias económicas de las inversiones en medios para equipar a las Fuerzas Armadas (FFAA) permiten inferir que las autoridades políticas del MINDEF no deberían inclinarse sólo por la opción más barata (en este caso la china) al momento de firmar el contrato para la compra de los VCBR, sino que además deberían analizarse los costos de operación o funcionamiento (consumo de combustible, lubricantes, repuestos, etc.), de modernización (la llamada media vida para actualizar los sensores, equipos de visión nocturna, comunicaciones, etc.) y desprogramación (radiar de servicio, venta de segunda mano a otras FFAA, inutilización para uso militar y venta a civiles, etc.).
Otro aspecto importante que debe considerar el MINDEF para definir cuál será el modelo de VCBR que equipará al Ejército y la Armada está relacionado con la transferencia de tecnología (Know how) que ofrezca el proveedor y el grado de participación de la Industria Argentina en la fabricación de componentes, subsistemas y equipos; el eventual ensamblado de los vehículos en nuestro país y la autonomía nacional en cuanto al mantenimiento y modernización.
Iveco Guaraní con torreta de 30mm y vista del interior. El Guaraní tiene la ventaja de que tanto su motor como la transmisión ya se fabrican en la Argentina.
Además, debido al reciente veto que ejerció Inglaterra para obstruir la venta de un escuadrón de aviones supersónicos FA-50 Fighting Eagle para la Fuerza Aérea Argentina (FAA), resulta imprescindible que el proveedor seleccionado asuma el compromiso contractual de no adherir a un eventual embargo de armas que afecte la incorporación y operación de los sistemas de armas.
Dada la histórica relación entre EE.UU. y Gran Bretaña, no sería de extrañar que en el caso de una situación de crisis o conflicto se vea afectado el suministro de repuestos; en menor medida también podría esperarse algo similar en caso de seleccionarse el Guaraní debido a que IVECO es una empresa europea y, si bien el Reino Unido ha efectivizado su salida de la Unión Europea, no deja de tener una elevada capacidad de influir en sus ahora ex socios del citado bloque.
En el extremo opuesto con relación a un eventual embargo/bloqueo se encuentra China, la super potencia emergente con la cual la Argentina suscribió una Alianza Estratégica en la década pasada y que siempre apoyó los legítimos derechos argentinos por la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.
Por otra parte, si bien es importante considerar las implicancias económicas y geopolíticas a la hora de definir la incorporación de un determinado Sistema de Armas, no menos relevante resulta analizar y comprobar si el mismo satisface -o no, y en qué medida- los requerimientos técnico-operacionales definidos por el futuro usuario.
Hasta el presente, el personal especializado del Ejército Argentino no ha realizado una comprobación en el terreno del VN-1, cosa que sí hizo con el Stryker y el Guaraní en mayor medida, habiendo determinado las ventajas y falencias de cada uno de ellos.
Entre las ventajas, se puede indicar que el Stryker posee tracción 8x8 y la mejor capacidad para superar obstáculos verticales y zanjas; en tanto que el Guaraní posee capacidad anfibia para cruzar cauces de ríos (cualidad muy útil en la Mesopotamia e imprescindible para las operaciones de desembarco de la Infantería de Marina) y facilitaría la interoperabilidad con Brasil (país vecino y mayor socio económico de Argentina).
Con relación a las desventajas del VN-1, se trata de un vehículo que no ha sido probado en combate (al igual que el Guaraní), que lo utilizan apenas cuatro países en todo el mundo (en Sudamérica sólo Venezuela) y que la experiencia del Ejército Argentino con los cuatro vehículos a ruedas 6x6 WMZ-551B1 comprados a Norinco en 2010 no dio los resultados esperados.
Norinco VN-1, donde se puede ver su interior. La pequeña puerta de acceso, sin rampa, es un punto en contra importante para el Ejército Argentino.
Como puntos favorables, el modelo chino posee tracción 8x8 y capacidad anfibia; se garantiza la transferencia de tecnología y el ensamblado de los vehículos en Argentina; Norinco, su fabricante, aceptó brindar su asistencia técnica para realizar ciertas modificaciones al diseño original para adaptarlo a los requerimientos del Ejército; tiene un costo de adquisición de casi U$S 1 millón por unidad, mientras que el Guaraní tiene un precio unitario cercano a U$S 1,5 millón y el Stryker a U$S 3 millones.
En la siguiente tabla se exponen algunas de las características técnicas más relevantes de los tres modelos de VCBR en pugna para equipar al Ejército Argentino y la Infantería de Marina de la Armada Argentina.
* La cantidad de tropas que transporta el VN-1 así como la ergonomía de los puestos del Conductor y Jefe del Vehículo se corresponde a la contextura física promedio de los asiáticos (normalmente menor a las personas occidentales).
S/D: Sin Datos
Sí, No: dato objetivo basado en información pública disponible.
Alto, Medio, Bajo: criterios subjetivos del autor basados en información pública disponible.
Distintas versiones del Stryker y vista del interior de la versión de transporte. Estados Unidos ofreció tanto vehículos usados como nuevos.
Conclusiones
Está claro que la selección de un Sistema de Armas implica analizar y ponderar debidamente múltiples aspectos, entre los cuales podemos citar los costos y condiciones contractuales, las características técnicas, la calidad y confiabilidad del producto, etc.
Además, la adquisición de armas tiene connotaciones geopolíticas que deberán ser debidamente consideradas por las máximas autoridades del Estado (MINDEF, Cancillería, Economía, etc.), ya que implica asumir un compromiso de 20 a 30 años con una potencia extranjera, por lo cual no se debe analizar solo el estado actual del vínculo con el país proveedor sino su probable evolución en las siguientes décadas para evitar problemas como los que sufrió la Argentina durante la Guerra de Malvinas.
En ese sentido, no se debe olvidar que -pocos días después del 2 de abril de 1982- las potencias europeas y EE.UU. trabaron un embargo de arma contra nuestro país, lo cual afectó el suministro y acceso a armas, aviones y municiones, incluso de aquellos sistemas de armas y equipos cuyos contratos se habían firmado y pagado con anterioridad al desembarco en Malvinas, entre cuyos ejemplos podemos citar la provisión de los cazas navales Super Etendard (SUE) y los misiles antibuque Exocet.
Recordemos que con sólo 5 de los 14 binomios SUE-Exocet que había recibido el Comando de la Aviación Naval Argentina (COAN) previo al comienzo del conflicto con Inglaterra, los pilotos argentinos lograron hundir al Destructor HMS Sheffield, al Portacontenedores Atlantic Conveyor y averiar seriamente al portaaviones HMS Invincible.
Asimismo, la selección del VCBR no debe responder a caprichos personales, situaciones coyunturales, análisis técnicos superficiales o eventuales “precios de oferta”, ya que se trata de medios que tendrán un alto impacto en las Fuerzas Armadas argentinas durante los próximos 30 años en aspectos tan relevantes como la logística, doctrina, formación, adiestramiento y seguridad del personal que los opere, ya sea en tiempos de paz o de conflicto bélico.
Se espera que el MINDEF anuncie el modelo seleccionado para equipar al Ejército Argentino y a la Infantería de Marina de la Armada Argentina a mediados de año y que la firma del contrato y el primer desembolso se concreten durante el tercer trimestre de 2021.
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