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La encrucijada de Ecuador: Frenar el poder de las bandas criminales o seguir viendo cómo la violencia desborda sus calles


 

Por Florencia Lucero Heguy

 

En los últimos años, Ecuador ha experimentado un alarmante aumento en la violencia y la inseguridad, impulsado en gran medida por la expansión del narcotráfico y la actividad de grupos delictivos organizados. Lo que alguna vez fue considerado un país relativamente seguro en la región, hoy enfrenta una crisis que ha puesto en jaque a sus autoridades y a su población.

 

Auge de la violencia y comparación con años anteriores

La tasa de homicidios en Ecuador ha mostrado un crecimiento vertiginoso en la última década. En 2021, el país registró 14,7 homicidios por cada 100 mil habitantes. Para 2022, esta cifra se duplicó a 28,4, y en 2023 alcanzó un preocupante récord de 47,2 homicidios por cada 100 mil habitantes, convirtiéndose en una de las más altas de América Latina. En 2024, aunque la cifra descendió ligeramente a 38,76, el impacto de la violencia sigue siendo devastador.

Este incremento ha sido atribuido a la consolidación del narcotráfico en el país. Ecuador, debido a su posición geográfica estratégica, ha sido utilizado por carteles internacionales para el tráfico de drogas, lo que ha generado disputas entre bandas locales y extranjeras. Ciudades como Guayaquil, Esmeraldas y Durán han sido epicentros de enfrentamientos violentos, atentados con explosivos y asesinatos selectivos. Además, Quito y Manta han registrado un preocupante aumento en extorsiones y secuestros ligados a estas bandas criminales.

 



El rol del narcotráfico en la crisis de seguridad

El narcotráfico ha intensificado la violencia en Ecuador en distintos frentes. Por un lado, la lucha entre bandas por el control territorial ha elevado la tasa de homicidios. Por otro, la corrupción en las instituciones gubernamentales y penitenciarias ha permitido que estos grupos expandan su poder. Las cárceles ecuatorianas se han convertido en verdaderos campos de batalla, con masacres carcelarias que han dejado cientos de muertos en los últimos años.

En 2024, las autoridades incautaron un 28% más de droga que en 2023. A pesar de estos esfuerzos, la violencia no ha cesado, lo que indica que las estructuras del crimen organizado continúan operando con fuerza en el país.

Actualmente, varios carteles internacionales han afianzado su presencia en Ecuador. Se han identificado operaciones de carteles mexicanos como el de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, así como de organizaciones criminales colombianas y albanesas. Estas alianzas han permitido la expansión del narcotráfico y la violencia extrema en las calles.




 

Las bandas narco que acechan la seguridad en Ecuador

En los últimos años, varias bandas han tomado protagonismo en la ola de violencia que azota al país, disputándose el control de rutas de droga, territorios y el dominio en cárceles. Los grupos criminales más peligrosos son “Los Choneros”, considerada la banda más grande y poderosa de Ecuador, tiene su origen en la provincia de Manabí y ha estado vinculada con el Cartel de Sinaloa. Su líder histórico, Jorge Luis Zambrano, alias "Rasquiña", fue asesinado en 2020, lo que desató una fragmentación interna. Controlan el narcotráfico, la extorsión y tienen una fuerte presencia en las cárceles.

Otra de las bandas es “los Tiguerones” que surgieron como una escisión de Los Choneros y han consolidado su poder en la zona costera y en el sistema penitenciario. Su estructura se asemeja a la de pandillas internacionales como la MS-13, son aliados del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y han estado involucrados en enfrentamientos sangrientos con grupos rivales.

Además, están “los Lobos”, que también son una disidencia de Los Choneros. Éstos se han convertido en una de las bandas más violentas del país. Se han vinculado con el CJNG y han protagonizado masacres carcelarias, ataques con explosivos y homicidios selectivos contra fuerzas de seguridad y autoridades judiciales.

Los Lagartos, menos conocidos, pero igualmente peligrosos, es un grupo que opera en el tráfico de drogas, sicariato y extorsión. Han protagonizado enfrentamientos con Los Choneros y otras bandas por el control de territorios estratégicos.

Finalmente, se puede mencionar a “Águilas” y “Fatales”, estas bandas han cobrado fuerza en los últimos años, con operaciones en varias provincias del país. Se dedican al narcotráfico y han participado en atentados y asesinatos contra figuras políticas y policiales.

El auge de estas bandas ha convertido a Ecuador en un punto clave para el tráfico de drogas hacia Estados Unidos y Europa. La violencia ha alcanzado niveles récord, con masacres carcelarias, atentados con explosivos y asesinatos de políticos y periodistas. Las autoridades han declarado al narcotráfico como la principal amenaza para la estabilidad del país, mientras intentan contener la crisis con estados de excepción y medidas de emergencia.

 



Medidas del gobierno y desafíos pendientes

Ante el aumento de la violencia, el gobierno del presidente Daniel Noboa ha implementado diversas estrategias, incluyendo la militarización de ciertas zonas y la declaración de un conflicto armado interno contra bandas criminales. Estas medidas han resultado en la detención de más de 68 mil personas y la incautación de miles de armas en 2024.

Sin embargo, a pesar de la reducción en la tasa de homicidios, la percepción de inseguridad sigue en aumento. En enero de 2025, se registraron 731 homicidios, el mes más violento en los últimos tres años. La violencia sigue afectando a la población, con ataques a infraestructuras públicas, secuestros y extorsiones en niveles alarmantes.

Ecuador se encuentra en una encrucijada: frenar el poder de estas bandas o seguir viendo cómo la violencia desborda sus calles. Si bien el gobierno ha tomado medidas para combatir la delincuencia y el narcotráfico, el problema sigue lejos de resolverse. Se requiere una estrategia integral que incluya el fortalecimiento de las instituciones, la inversión en educación y oportunidades económicas para prevenir que más jóvenes sean reclutados por el crimen organizado. Mientras tanto, la población sigue viviendo en un clima de incertidumbre y temor, esperando que la seguridad vuelva a ser una realidad en su país.

 

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