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Ignacio Montes de Oca

¿La muerte de Sinwar significa el fin de Hamas?




Por Ignacio Montes de Oca

 

La muerte de Yahya Sinwar es una victoria largamente esperada por Israel. La muerte del responsable directo del 7 de octubre es una revancha ansiada. Y es una victoria militar sobre Hamas en Gaza. Pero no implica necesariamente el fin del grupo terrorista. Analicemos escenarios.


Es cierto que Israel está aplastando a Hamas en Gaza. Apenas queda una fracción de los 38.000 milicianos que esa organización decía tener en La Franja. Pero Hamas no solo está en Gaza, sino que además tiene focos en el Líbano, Cisjordania y Qatar. Esta es la primera advertencia y se basa en el hecho que, aunque su rama militar está en vías de extinguirse en Gaza, aún hay una estructura militar funcionando en otros frentes y un organigrama político operando para reorganizar al grupo terrorista en santuarios extranjeros. Sinwar era el jefe militar de Hamas. había asumido el mando de la organización tras el asesinato de Ismail Haniyah el 31 de julio pasado en un ataque israelí en un departamento de la capital de Irán. Aquí hay un otro dato relevante: la caída del líder no cancela al grupo. Tampoco la muerte de su fundador, Ahmed Yasín, en una emboscada preparada por el ejército israelí en marzo de 2004 acabó con Hamas. Hay una lista muy grande de candidatos listos para ocupar cada cargo dentro de la estructura terrorista.

Ahmad Abd Al Hadi representa a Hamas en El Libano y es una de las figuras de peso en la política de ese país. Además, desde hace tiempo es mencionado como uno de los posibles sucesores de Haniyah. En la seguridad de las zonas libanesas controlados por Irán, sigue ejerciendo su rol. El otro candidato es Khalil Al Hayya, la mano derecha de Haniyah. Es el heredero natural del brazo político de Hamas y desde años reside en la seguridad de Qatar. Como tal, tiene acceso al circuito de fondos y empresas que financian al grupo terrorista.

Si Hamas quisiera mudar sus actividades a Cisjordania, la persona indicada sería Zaher Jabarin, jefe del grupo en el territorio palestino del este. Es otro de los que maneja la red de financiamiento del grupo y en particular el circuito de donaciones militares y financieras a Hamas. También puede reasumir el mando Khald Meshal, quien fuera líder del grupo terrorista hasta 2017 y hasta hoy se encarga de coordinar a los grupos en Cisjordania y el sur libanés. Es otro de los jefes terroristas que vive en Qatar y maneja las inversiones de la organización. En la misma línea sucesoria y con idéntico acceso a los fondos de Hamas esta Musa Abu Marzzok. Fue expulsado de EEUU por organizar una red de financiamiento en ese país y hoy reside en Qatar. Es el responsable del aprovisionamiento militar del grupo en el mercado negro.



Mohamed Shabana es el segundo en la línea de mando de las milicias en Gaza por lo que se supone asumiría el liderazgo militar en esa zona. Es el arquitecto de la red de túneles usados por los milicianos y uno de los reclutadores más efectivos en los campamentos de refugiados. El otro candidato para asumir la comandancia militar de Hamas en Gaza es Mohamed Sinwar, hermano de Yayha, que hereda el manejo del clan familiar con un peso importante en la zona de Jan Yunis, uno de los más populosos y resistentes de La Franja.

Como se observa, Hamas tiene un exceso de candidatos para reemplazar a los liderazgos muertos. Y, además del apoyo iraní, una cantidad suficiente de dinero como para reestructurar al grupo con el paso del tiempo. El tiempo es un factor esencial en cualquier conflicto.

Además, hay otros grupos terroristas operando en Gaza. El primero es la Yihad Islámica, que también tiene un capítulo libanés. Es aún más radical en lo religioso y sus 8.000 milicianos apoyan la aplicación estricta de la Sharia. También recibe apoyo militar y financiero de Irán. La Yihad islámica afirmó en su momento tener en su poder 30 rehenes y no se reportó que los haya liberado en las negociaciones.

Luego están los miembros del Frente Popular para la Liberación de Palestina conocidas también como Brigadas de Abu Alí Mustafá. Los milicianos del FPLP tienen apoyo de parte de grupos relacionados con los acampes en las Universidades de EEUU y se identifica con el partido Fatah y sus planteos de izquierda. También tiene presencia armada en Cisjordania y participaron del 7 de octubre.

Finalmente, hay grupos “independientes” como las Brigadas Al Nasir Salah Al Deen y los grupos armados de los clanes. Para entender el peso de los clanes en Gaza y Cisjordania, les dejo este artículo.



Como se ve, Hamas era el grupo más poderoso en Gaza y la muerte de Sinwar representa un gran avance en la lucha contra el terrorismo en La Franja. Pero el desafío es mucho más complejo y la eliminación de su liderazgo y la mayor parte de su tropa no es el fin del asunto. Todos estos grupos participaron tanto de la masacre de Gaza como en la toma de rehenes o de los combates contra las fuerzas de Israel. Pero, salvo Hamas, ninguno fue parte de las negociaciones para la liberación de los cautivos y su perfil militarista es absoluto.

Aquí llegamos a un punto en el que se debe tener una elasticidad mental para comprender un aspecto crucial del asunto. Para la mayoría Hamas es un grupo terrorista. Pero en otras esferas es además un partido político o su faceta terrorista es un aspecto secundario. Comprender esa situación es necesaria para asimilar otro motivo para suponer que Hamas no está terminado con su derrota militar en Gaza. Es hora de presentar a los apoyos internacionales que sigue recibiendo este grupo terrorista y que evitan su desaparición.

El 14 de mayo pasado China reunió a 14 facciones palestinas para sellar un pacto de unidad y avanzar en la ruta de los Dos Estados. Una de las delegaciones era la de Hamas y, por lo tanto, China considera a este grupo como una organización política, no condena sus actos violentos. En octubre de 2023 y febrero de 2024 el gobierno ruso organizó una cumbre similar y también invitó a Hamas. Además, Putin nunca renegó de su vínculo con Hezbollah que se remonta a 2014. Así, dos de las mayores potencias ven en Hamas un actor político despojado de terrorismo.



Que Rusia sea aliado de Irán y que ambos se abastezcan mutuamente con asistencia militar, respaldo diplomático y tecnología sensible le da un marco más sólido al ambiente para que Hamas conserve su capital político y desde allí busque rehacerse en la Cápsula de Petri de Putin.

China quiere jugar un rol dentro de la crisis de Medio Oriente y asegurarse el flujo de petróleo desde Irán, Rusia y los países petroleros, lo cual crea una plataforma adicional para que Hamas encuentre en esa estrategia un sitio donde alojarse e intentar un regreso. El asunto se complica aún más porque Turquía, que es además un integrante de la OTAN y una de las claves para controlar la expansión rusa y china, también admite a Hamas como grupo político sin importar sus actividades terroristas. Es mucha densidad política a favor de su resurgir. En Turquía vamos a sumar otro motivo: más de 6 mil millones de dólares que tiene Hamas a su disposición para reconstruir su estructura política y militar. Esa es la cantidad probable de fondos que atesora la organización y su rastro puede ser seguido a partir de la economía turca.

Antes de que Qatar se convirtiera en el santuario de Hamas, Turquía fue la base primordial del grupo en el exterior. Haniyah habitó muchos años allí y parte de su familia aún sigue en ese país. Erdogán les dio refugio a personas vinculadas a Hamas y también a sus capitales. Hamas reciben de Irán unos U$S 100 millones anuales. Sostener un grupo tan grande y militarmente activo demanda cinco veces más dinero. Erdogan, que condenó la reacción de Israel ante la masacre de octubre es la pista inicial para saber de dónde proviene ese resto. El administrador del vínculo monetario de Hamas con Teherán es Zaher Jabarin, quien fuera compañero de cárcel de Sinwar en Israel. Cuando fueron liberados, Sinwar asumió tareas militares en Gaza y Jabrin se instaló en Turquía. En ese país, Hamas desarrollo un emporio empresario.



Vamos a algunos ejemplos. Trend Gyo es una empresa inmobiliaria con base en Turquía sancionada por EEUU en octubre de 2023 por sus vínculos con Hamas. Esta empresa es manejada por Abdelbasit Hamza, un empresario sudanés que en el pasado estuvo relacionado con Osama in Laden. En mayo de 2022, la empresa Gyo había sido incluida en las investigaciones sobre las redes de financiamiento de Hamas. Musa Salim Dudin, miembro del buró político del grupo terrorista, se apuró a traspasar sus acciones a Hamza, quien quedó a cargo del manejo del grupo. De acuerdo con los documentos recolectados por EEUU e Israel, Hamza giró desde su oficina central en Egipto decenas de millones de dólares a cuentas de Hamas usando como intermediarios a bancos sauditas. Esos giros conducen a empresas como Sidar Co que opera en Argelia. En Sudan, Hamza invirtió los fondos vinculados a Hamas en el Afra Mall, el único centro comercial de la capital, en la compra de la mina de oro de Hamash en Egipto asociado con la estatal ECMR y en las empresas Zawya Developmnt and Investment en España y Matz Holdings Group en Chipre.

Otro personaje de la red financiera de Hamas es el turco Saleh Magoush, relacionado con Itqan Real Estate JSC. Esta compañía basada en los Emiratos Árabes Unidos maneja una cartera de propiedades valuadas en varios cientos de millones de dólares y la OFAC la vincula con Hamas. Magoush maneja un entramado de empresas de turismo, construcción e importaciones que, de acuerdo con las notas que justifican las sanciones de la OFAC, genera ganancias que luego son giradas a Hamas. Parte de esas ganancias se canalizan mediante el sistema financiero de Qatar.

Hay otras dos fuentes de ingresos, la primera es una multitud de organizaciones de caridad que recolectan fondos en Occidente y el espacio musulmán para luego canalizarlas a Hamas. Y el sistema de giros informal llamado “Hawala” cuyas comisiones tienen el mismo destino.



La fortuna de Haniyeh estaba valuada en 6.000 millones y su manejo quedó ahora en manos del brazo financiero de la organización. En total, las oficinas antilavado de EEUU, Israel y Europa identificaron U$S 500 millones en activos y se cree que es solo una parte del total.

Con tanto dinero, queda claro que Hamas tiene recursos suficientes para reorganizarse y en aquellos países en los que no se les considera un grupo terrorista sino un partido político, cuentan con una retaguardia segura para operar y que abarca mucho más espacio que el de Irán. Como vimos, los fondos recorren muchas rutas que abarcan a Occidente y el espacio sunita desde Turquía a los países árabes. Si estos estados no prestan colaboración para cortar el flujo de dinero, Hamas siempre contará con recursos para rehacerse y seguir atacando.

Ahora queda ver el último factor que puede permitir su resurgir y está en la masa de posibles reclutas. Aquí hay que hacer otra advertencia respecto a las particularidades de la cultura yihadista. Una victoria para unos no necesariamente es una derrota del lado contrario. En la cultura terrorista islámica la figura del mártir ocupa un lugar central. Cada combatiente caído es venerado como ejemplo positivo e incluso bajo la idea de que la muerte violenta es un destino codiciado. Si no se entiende este concepto no es posible comprender su idiosincrasia. Esto explica desde el fanatismo en el combate hasta las decisiones suicidas que incluyen a personas vestidas de explosivos como los ataques en los que los terroristas intentan infligir el mayor daño posible en situaciones en las que tienen a certeza de que van a ser abatidos.



Las redes palestinas resaltaron de inmediato que Sinwar murió “en combate” en el frente y portando un arma. Haniyah murió jabón en mano en una lujosa residencia de la lejana Teherán. Sin importar las circunstancias, ambos fueron elevados a la categoría de mártires. Además, Haniyah, Sinwar y otros líderes de Hamas no dudaron en poner en riesgo a sus familiares directos y esto implica que cada baja que recibió el grupo no necesariamente es percibida como un revés. Por el contrario, a menudo es funcional para enrolar más adherentes.

Si se comprende ese concepto y se lo anuda con las actuales circunstancias generadas por la ofensiva de Israel en Gaza y el sur del Líbano, aparece otro motivo para renovar el reclutamiento entre los palestinos afectados. El usarlos de escudos humanos es parte de ese cálculo. En Gaza, el 90% de la población fue desplazada de sus hogares. El 60% de las viviendas fueron dañadas o destruidas. El sistema de agua potable y energía desapareció. La cifra de muertes es incierta pero lo suficientemente elevada como para que Hamas coseche muchos reemplazos.



En el sur del Líbano hay un millón de desplazados por el avance de Israel y si sumamos a los dos millones de gazatíes el potencial de enrolamiento es sorprendente. Bastaría con que un 1% de esa masa adhiriera a Hamas para reunir 30.000 nuevos integrantes.

Esos reclutas en potencia no irían necesariamente a Hezbollah, que es un grupo de raíz chiita. Hamas representa a los palestinos sunitas y por lo tanto conserva el potencial de representación de los sectores más radicalizados que se agreguen en Gaza, Cisjordania y Líbano. La radicalización islámica de Hamas hizo que el factor sunita se volviera demasiado pesado como para que Hezbollah pudiera encolumnar a los palestinos de esa facción interna del islam en su estructura y lo mismo sucedió con la Yihad islámica, que también es sunita.

Como se dijo, Hamas es visto por muchos como una representación política y no como una entidad terrorista. Y por los factores de martirología que se explicaron, una derrota militar no implica una pérdida de apoyo automática incluso entre los palestinos alcanzados por sus decisiones. En una encuesta de septiembre echa por el Centro Palestino de Investigación Política y Encuestas, Hamas era apoyado por el 35% de los1.200 palestinos consultados, 410 de Gaza y 790 de Cisjordania. El numero parece bajo, pero está por encima de Fatah, su competidor directo. Esta medición se hizo luego de diez meses de ofensiva israelí en los dos territorios palestinos, de revelarse el uso de instalaciones civiles como centros militares, la brutalidad de la masacre de octubre y el uso de la ayuda internacional para construir 800 km de túneles en Gaza.



Usemos esos números para inferir un apoyo posible. Si en Gaza hay dos millones de habitantes y en Cisjordania tres, un tercio de esos cinco millones aproximadamente se siente representado por Hamas incluso cuando su liderazgo militar está siendo aniquilado en la Franja. Son 1,6 millones de palestinos y hay que sumarle 650.000 en El Líbano. Si el resultado militar puede ser manipulado por Irán y Hamas para crear una épica reclutadora y Fatah no es visto como una alternativa, queda claro que decretar el fin de Hamas es aún prematuro.

De allí las advertencias de Occidente a Netanyahu sobre las consecuencias a largo plazo de su ofensiva y el límite que se le demanda. También es reclamado por una parte de la oposición en Israel que coinciden en las consecuencias probablemente negativas de la respuesta. Es el mismo diagnostico que tienen los países árabes, que además creen que la situación podría generar “voluntarios” de sus países que a su vez importen a su regreso el yihadismo chiita fundamentándose en los avances de Israel y el desastre humanitario consecuente. Si la crisis se alarga en el tiempo e involucra a más territorios, la progresión indica que habrá más oferta de “mano de obra” para usar esos fondos y rehacer las milicias en otros sitios donde opera Hamas y en territorios que no están al alcance del aparato militar de Israel.



En igual medida, los más críticos a la solución militar de Netanyahu consideran que una ocupación permanente en Gaza y la ampliación de la presencia de colonos en Cisjordania que implica además el desplazamiento de otros10.000 palestinos de su tierra, agrava aún más el panorama. El gobierno de Netanyahu considera que es la oportunidad para ir contra los terroristas proiraníes para represaliar el 7 de octubre y evitar que se recreen las condiciones que lo hicieron posible. Es una situación en las que todos esgrimen argumentos que consideran incuestionables.

Pero, sin intentar resolver quien tiene razón, lo cierto es que la derrota militar de Hamas en Gaza es un episodio dentro de una serie de eventos que tiene un largo historial, pero también hay elementos para asegurar que no estamos necesariamente en los capítulos finales. E incluso si eso sucediera, detrás está siempre Irán que puede potenciar a algunos de los otros grupos para reemplazarlo o crear una nueva sigla para reagruparlos. Hay suficientes recursos humanos, financieros y políticos como para hacerlo. Y una revancha para vender como motivo.

Entender cómo funciona Hamas y el entramado complejo de factores culturales, históricos, políticos y demográficos implicados, alienta a tener más precaución antes de anunciar una victoria definitiva contra el terrorismo de Hamas a partir de la muerte de Sinwar. El 7 de octubre fue producto de una confianza excesiva en el musculo militar y el desprecio a la capacidad del terrorismo. Alertar sobre el riesgo de cantar victorias prematuras es parte de ese aprendizaje. Sinwar es un icono dentro de un mural mucho más extenso y desafiante.

Esto no le quita mérito al logro de neutralizar al responsable directo de la matanza de octubre y a la mayor parte de sus cómplices. Pero no hay que perder de vista el tamaño real de la bestia, que su amo sigue ileso, que su cuerpo sigue intacto y que está listo para regenerarse.



Cabe preguntarse si los jefes de Hamas y sus jefes iraníes que son capaces de apostar con la vida de millones de palestinos también hicieron un cálculo igual de perverso con las consecuencias de la ira que sabían que iba a desatarse en Israel tras la masacre de octubre. Después de todo, Hamas no es otra cosa que un experimento para transformar la furia que provocan en motivos para reclutar más reclutas fanatizados, las victimas que generan en una excusa para recaudar más fondos y las ruinas en una escenografía para construir más poder político. 


PS: Hamas nació de la Primera Intifada de 1987. Su habilidad estuvo en nutrirse de la violencia y de crear incidentes de terror para seguir creciendo. Es un aspecto que cuesta explicar de su psicología terrorista. La palabra derrota no significa para todos lo mismo.



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