Por Santiago Rivas
Si bien se viene hablando mucho sobre los análisis y negociaciones por el futuro avión de combate para la Fuerza Aérea Argentina, durante este año preferimos no abordar demasiado el tema ya que no vimos que haya ningún avance importante, más allá de la visita a China por personal de la fuerza, para evaluar el caza JF-17 y la confirmación de lo ya definido a fines del año pasado, de que el MiG-35 estaba definitivamente afuera de la competencia, por motivos técnicos, económicos y políticos (https://www.pucara.org/post/cazas-para-argentina-la-opci%C3%B3n-rusa).
Por otro lado, personalmente creo que, si bien la FAA espera presentar entre noviembre y diciembre sus conclusiones y anunciar qué modelo de avión prefieren, es muy poco probable que el gobierno actual vaya a firmar un contrato y dejará el problema para el próximo gobierno, lo que implicará comenzar todo el proceso de nuevo.
Hace un año explicábamos (https://www.pucara.org/post/qu%C3%A9-aviones-de-combate-est%C3%A1-analizando-la-argentina) las opciones que se manejaban en ese entonces, de las cuales hoy oficialmente se mantienen solo tres: el Chengdu JF-17 y el HAL Tejas como aviones nuevos, y un lote de F-16A/B Fighting Falcon de la Fuerza Aérea Danesa.
Sistemas de armas y no aviones
El primer punto a tener en cuenta es que lo que la Fuerza Aérea Argentina necesita no es un nuevo avión de combate, sino un nuevo sistema de armas. Un sistema de armas, en lo que se refiere a capacidad de combate aéreo, consta de tres componentes principales, todos igualmente valiosos: Un avión como plataforma, sensores (radar, sistemas de adquisición de blancos, de guerra electrónica, de autoprotección, etc.) y armamento. La capacidad real del sistema estará determinada por las posibilidades que brinden los tres componentes, donde las falencias de uno limitarán las posibilidades de los otros.
Con este sistema de armas se busca obtener una capacidad, que es la de poder brindar seguridad al espacio aéreo argentino frente a los distintos tipos de amenazas que puedan existir, para lograr un efecto, que es la disuasión ante estas amenazas para evitar tener que hacer un empleo efectivo de la fuerza, sin dejar de tener la capacidad de hacer ese empleo efectivo si no queda otra alternativa.
La obtención de esa capacidad implica además otros elementos, como son el adecuado entrenamiento del personal, tanto de tripulaciones como técnicos y también aquellos que forman parte del aparato militar que hace al éxito de una operación, como son quienes se encargan de la logística, la operación de las bases, el comando y control durante las operaciones, inteligencia, etc.
Además, se debe contar con estructuras de operaciones, comando y control y de obtención de información adecuadas para una adecuada conciencia situacional tanto a nivel estratégico como táctico y la posesión de medios que permitan hacer el mejor uso del sistema de armas incorporado para la protección del espacio aéreo, lo que incluye, por ejemplo, aviones de reabastecimiento en vuelo, de alerta temprana y control (AEW&C), inteligencia electrónica y de señales (ELINT y SIGINT) y guerra electrónica, entre otros.
Esto es importante por tres factores a tener en cuenta:
El primero es qué plantean quienes hoy están ofreciendo sus productos a la Argentina.
El segundo, cómo esos productos se pueden adaptar a los sistemas nacionales o qué sistemas hay que incorporar para que los aviones de combate puedan realmente cumplir su misión de manera adecuada.
El tercero es el más complejo y es cómo la compra de alguno de esos sistemas afecta geopolíticamente a la Argentina. En este punto, lo primero a destacar es que ninguno de los partidos políticos actuales tiene un plan de una verdadera política de estado de largo plazo para la Argentina, lo que hace que sea muy difícil poder definir una compra en función de un proyecto de país y una visión geopolítica. Por ahora solo se hacen conjeturas y afirmaciones en función de si conviene mantenerse cerca de occidente o alejarse e irse hacia China, pero al no existir una política concreta y ante el hecho de que en los últimos 30 años la Argentina ha tenido un rumbo errático, no se puede determinar a ciencia cierta qué conviene.
Personalmente creo que es mejor mantenerse cerca de occidente, pero eso se debe hacer con una política de estado coherente y con objetivos claros que permitan una recuperación del espacio que la Argentina alguna vez supo ocupar en el escenario internacional, sin renunciar al reclamo ni las negociaciones por Malvinas. A la vez, esa cercanía no debe ser a cualquier costo y no debe implicar aceptar la imposibilidad de recuperar capacidades ni resignar soberanía.
El Tejas, sin posibilidades
Si bien la FAA va a ir a analizar el HAL Tejas en la India en pocos días más, la realidad es que el modelo está extraoficialmente descartado por varios motivos. El primero es que el avión no cumple muchas de las expectativas de la fuerza en cuando a que es un diseño desfasado y con limitaciones en cuanto a sus performances, aspectos que analizamos aquí: https://www.pucara.org/post/tejas-para-la-fuerza-a%C3%A9rea-argentina-una-propuesta-poco-atractiva
El avión hoy ni siquiera está en servicio en gran escala en la Fuerza Aérea India y la variante ofrecida, la Mk1A, no solo no existe (apenas ha volado el prototipo el 7 de abril pasado y HAL espera empezar las entregas en 2024, para lo cual hay que tener en cuenta que la empresa nunca ha cumplido con los cronogramas), sino que los propios indios solo ordenaron una serie pequeña mientras apuntan a avanzar hacia el futuro Mk2. Esto significa que no habrá una flota importante del modelo operando en el mundo y que en poco tiempo más el soporte logístico será sumamente limitado.
Por otro lado, India no produce en serie ninguna de las armas que emplea el avión (solo tiene proyectos de misiles que en un futuro podrían ser empleados), lo que obliga a negociarlas con un tercer país si se quiere que el sistema de armas realmente tenga capacidades. Esto implica un compromiso político con al menos otro país, además de India, si se quiere tener un verdadero sistema de armas.
A la vez, tiene componentes británicos que pueden estar sujetos a vetos al momento de la compra o cuando se requieran repuestos. Reemplazarlos es factible, pero implicaría tener una variante única para la Argentina, con los consiguientes costos de certificación y las dificultades logísticas que acarrearía.
La propuesta de China
Para analizar las propuestas de los otros dos países hay que tener en cuenta lo planteado más arriba sobre analizarlas dentro de la necesidad de un sistema y no de un avión.
En ese sentido, la propuesta china incluye un sistema completo, ya que se ofrecen sensores y una importante gama de armamento aire-aire y aire-superficie, que permitiría poseer una capacidad adecuada para cumplir la misión de proteger el espacio aéreo. En esta nota analizamos a fondo el JF-17 y lo que China a propuesto: https://www.pucara.org/post/un-rel%C3%A1mpago-oriental-para-las-pampas
Sin embargo, esta oferta plantea cuatro disyuntivas importantes:
La primera de ellas es si el avión, sus sistemas y armas ofrecidos operarán como se espera y tendrán una calidad adecuada, que no implique problemas serios en su operación. Si bien algunos ponen reparos en la calidad del material chino, la industria china ha avanzado notablemente en estos años y la calidad ya no es un problema significativo. No olvidemos, sin embargo, que casi todo el material producido en occidente cuenta con componentes de fabricación china. El análisis que hizo el personal de la FAA que evaluó el avión en China indicó que, si bien no llega a los estándares de Estados Unidos y Europa, es bastante cercano, y mejor que lo producido en América Latina. La capacidad de su armamento, que no ha sido probado en combate, es una incógnita, pero lo es tanto para propios como para cualquier potencial enemigo. Lo mismo era el misil AM39 Exocet, tanto para argentinos como para británicos, hasta el 4 de mayo de 1982…
La segunda disyuntiva es si los sistemas chinos serán compatibles con el material y la doctrina de la Fuerza Aérea Argentina y no significará una necesidad de adaptar muchas áreas de la fuerza o si directamente la interoperatividad será difícil o imposible. Esto ocurrió en muchos países que operaban material occidental e incorporaron materiales rusos, y también pasó con sistemas chinos en el pasado. Sin embargo, el JF-17 fue pensado principalmente para operar en Pakistán, país que emplea una gran cantidad de equipo occidental y se buscó que sea compatible con éste.
La evaluación que hizo la FAA en 2022 no encontró mayores problemas en este sentido y se consideró que la adaptación del avión y sus sistemas a la fuerza no sería traumática, aunque sigue habiendo interrogantes dado que por ahora todo es teórico.
La tercera es el apoyo postventa por parte de China, que es desconocido en la Argentina, temiéndose que sea tan problemático como el ruso. Esto es algo que solo se conocerá una vez empezado a operar el avión, aunque se ve que otros países de la región que recibieron aeronaves chinas, como Venezuela y Bolivia, mantienen buenos niveles de operatividad (en Venezuela, los K-8 son los aviones con capacidad de combate que poseen la mayor operatividad en su fuerza aérea, gracias a su bajo costo operativo, pero también a que tienen buen soporte logístico).
El cuarto punto que preocupa es puramente político y está en la significación geopolítica que tendría que la Argentina le compre aviones de combate a China. Si bien una compra de aviones a China puede verse como un acercamiento en ese sentido, también se debe tener en cuenta que no significa darle la espalda a Estados Unidos, país que ha mostrado preocupación por esta posible compra, ya que no se estaría rechazando algo igual o mejor ofrecido por el país del norte, porque Estados Unidos, a pesar de los requerimientos de la FAA, no quiso ofrecer absolutamente nada a la Argentina, más allá de plantear su aprobación a una posible venta de los F-16 daneses.
Así, una compra a China sería nada más que una consecuencia de la falta de interés por parte de Estados Unidos por ofrecer algo igual o mejor, lo cual también es una actitud política a tener en cuenta.
Los F-16
Ahora, yendo a la oferta por los F-16 daneses (https://www.pucara.org/post/colombia-y-argentina-negocian-f-16-de-dinamarca y https://www.pucara.org/post/estados-unidos-apunta-a-la-venta-de-cazas-a-la-argentina), el lote ofrecido será analizado próximamente por la FAA, aunque en general hay tres aspectos que no agradan a la fuerza.
El primero de ellos es la antigüedad de los aviones y la escasa vida útil remanente, calculada por los daneses en un máximo de cinco años. Eso significa que apenas comenzada la operación de los aviones la fuerza deberá iniciar de manera urgente el proceso de compra de su reemplazo, teniendo en cuenta que este tipo de operaciones lleva tiempo y que en la Argentina eso lleva más tiempo que lo habitual. Dado el escaso tiempo disponible, es difícil que en cinco años se pueda contar con una oferta mucho mejor por parte de occidente, como podrían ser F-16 nuevos, por ejemplo, ya que no es un plazo considerable para un cambio importante desde lo geopolítico. En otras palabras, es muy posible que el reemplazo al F-16 sea algo inferior o algo igual o que se termine debiendo optar por una alternativa de otro origen (una vuelta al JF-17 u otras opciones fuera de occidente). La compra de los F-16 daneses como stop-gap solo puede aconsejarse si a la vez ya se puede contar con la autorización de Estados Unidos para la compra de versiones más modernas apenas los aviones lleguen al final de su vida útil. Debe tenerse en cuenta que, dado el tiempo que lleva la compra y la recepción de cualquier sistema nuevo, el reemplazo debe estar contratado antes de que se alcance el límite de vida útil de los F-16 daneses.
Además, debe tenerse en cuenta que es difícil que en pocos años más el congreso vuelva a aprobar un monto significativo para la compra de nuevos aviones de combate.
Es cierto, por otro lado, que el estimativo de cinco años de los daneses lo han hecho teniendo en consideración la cantidad de horas que vuelan ellos por año, lo cual es bastante menor en la Argentina y eso podría significar que los aviones operen por un máximo de diez años. Esto, sin embargo, sigue siendo poco en los tiempos que se manejan en el mundo de la aviación de combate, y más aún para los tiempos políticos de la Argentina. La realidad es que el avión que llegue debe tener una expectativa de operación superior a los 20 años para que realmente sea una solución.
El segundo punto que preocupa a la Argentina es que los aviones no han sido ofrecidos con ningún tipo de armamento ni sensores (pods de designación de blancos, de guerra electrónica, de reconocimiento, etc.) lo cual significa que no cumplen el principio de un “sistema de armas”, sino que solamente se obtendría un tercio de lo que se necesita. Hoy la FAA carece de armas y sensores que puedan instalarse en los F-16 para que estos cuenten con verdaderas capacidades, ya que la fuerza no tiene sensores de ningún tipo y el armamento que posee es tan obsoleto como sus aviones. Si bien la FAA ha enviado hace un año a Estados Unidos una LOR (Letter of Requirement, Carta de Requerimiento) por armamento y pods de designación, no se obtuvo respuesta.
El tercer punto es que los F-16 no son compatibles con los reabastecedores que posee la FAA, lo cual limita su alcance y autonomía. Estados Unidos informó la posibilidad de ceder dos o tres (uno para repuestos) Boeing KC-135E Stratotanker, pero estos son aviones al final de su vida útil, sin modernización y con costos operativos excesivamente altos. La solicitud por KC-135R modernizados no fue respondida por Estados Unidos.
Sin embargo, fuera de todas las contras que representa la oferta danesa, el F-16 siempre ha estado entre los aviones preferidos por la FAA para reemplazar su aviación de combate, ya desde al menos 1991, en que se analizó por primera vez. Cuando se hizo la compra de los McDonnell Douglas A-4AR Fightinghawk en 1995, estos llegaron ante la negativa de Estados Unidos por vender F-16 en ese momento, aunque indicaron que una venta sería posible “más adelante”. Así, la modernización de los A-4M al estándar AR se hizo teniendo en cuenta de que los aviones sirvan de stop gap al F-16, por lo que se les instalaron algunos sistemas de las primeras versiones del Fighting Falcon (incluyendo una versión limitada de su radar APG-66), lo cual dio lugar al nombre Fightinghawk. Los A-4AR estaba previsto que operen por unos diez años hasta la llegada de los F-16 y la FAA comenzó a conocer el avión con los ejercicios Águila I y II en 1998 y 2001, mientras que en los años 2000 y 2001 personal de la fuerza fue a inspeccionar células de F-16A/B Block 30 que estaban disponibles para la Argentina. La crisis de 2001 y el cambio de gobierno echaron por tierra esa operación.
El F-16, además, es un avión probado en combate, sumamente difundido en todo el mundo y que en la región ya operan Chile y Venezuela desde hace tiempo. Su calidad es bien conocida, como la de todo producto estadounidense, y su doctrina de operación también lo es, lo cual lo vuelve sumamente atractivo para gran parte de los pilotos de la FAA.
Por otro lado, sus costos operativos son altos y su operación es compleja, con la ya conocida limitante de operación en la Patagonia por el riesgo de FOD. Además, es claro que cualquier compra de armamento y sensores deberá pasar por la aprobación de Gran Bretaña, que cada vez ha limitado más aquello a lo que la Argentina podía acceder, lo cual hace poco posible esperar que los aviones en algún momento se configuren en un sistema de armas realmente efectivo y que cumpla adecuadamente con su misión.
Una compra de F-16, sin embargo, sería un buen gesto hacia Estados Unidos y occidente y el interés de obtener el favor de estos, pero no sirve de nada si eso no se acompaña de una política de estado coherente, de largo plazo y que tenga en cuenta, por sobre todas las cosas, los intereses nacionales. Si se la mira a largo plazo, dentro de un plan que se pueda ir consensuando con Estados Unidos, a través del cual la Argentina pueda ir recuperando capacidades, mejorando su nivel de entrenamiento, la infraestructura de las bases, la capacidad de operar armamento y sensores más modernos y poder dar el salto en un mediano plazo para una versión más moderna, esta opción debería ser la más interesante, pero todo esto hoy no está contemplado en la negociación actual que lleva adelante el gobierno.
Hasta el próximo gobierno
Siendo que es casi seguro que la compra deberá llevarla adelante el próximo gobierno, los posibles candidatos y sus equipos de defensa deberían trabajar desde ahora en definir primero un proyecto de país, luego un proyecto de defensa en función de éste y así poder elaborar un plan de cuál es la opción que mejor sirve a los intereses de esos planes, para poder negociar con las potencias una alternativa que brinde una verdadera capacidad y permita cumplir eficientemente la misión, en lugar de terminar comprando solo un avión para poder mostrar en los desfiles y hacer propaganda política.
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