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Foto del escritorLuis Briatore

Lo humanitario: una prioridad en la guerra de Malvinas - “Podemos para que otros puedan”


 Por Luis Briatore

 

Dos días antes de concluir el conflicto bélico, el sábado 12 de junio, la Fuerza Aérea Sur (FAS) ordenó la salida de un C-130H Hercules, se trataba del TC-66, indicativo Lanza, con destino a Puerto Argentino, en una misión de abastecimiento aéreo. Dando continuidad al puente aéreo que nunca fue interrumpido durante toda la guerra, sale esta misión con el objetivo de trasladar aproximadamente 50 hombres de la BAM Río Gallegos integrantes del relevo de la Artillería Antiaérea de la Fuerza Aérea, además de un cañón de 155 mm del Ejército Argentino. 

El Teatro de Operaciones Malvinas se mostraba extremadamente complicado por diferentes factores:

·         Las Islas Malvinas estaban ocupadas casi en su totalidad por las tropas inglesas.

·         La flota se acercaba a su objetivo final, cubriendo con los radares embarcados todo el cielo malvinense.

·         Los ingleses, que no alcanzaron nunca la superioridad aérea, buscando esa meta reforzaban el control del espacio aéreo incrementando la cantidad de PACs, (Patrulla Aérea de Combate) buscando derribar lo que se acercará a las islas las 24 horas. 

 

La tripulación:

Vicecomodoro Rubén Horacio Cabanillas (Comandante de Aeronave).

Mayor Adolfo Enrique Martínez (2º Piloto).

Vicecomodoro Adrián José Speranza (Navegador).

Suboficial Ayudante Juan Ridzik (1º Mecánico).

Suboficial Auxiliar Ricardo Bresan (2º Mecánico).

Suboficial Principal Bernabé Placencia (1º Auxiliar de Carga).

Suboficial Ayudante Ramón Pajón (2º Auxiliar de Carga).

 



Un Hercules esquivando a la flota

Como sucedió durante toda la guerra, pero más en este momento, donde las probabilidades de que un avión lento, enorme, no dotado de un sistema de autodefensa y sin escolta, sea derribado, eran muy altas, pero como había sucedido en las treinta y una ocasiones anteriores, los C-130 mantuvieron vivo el puente aéreo entre las islas y el continente, hazaña concretada con efectividad, desafiando al enemigo como efectivos aviones de combate, con profesionalismo, espíritu de arrojo y valentía. 

Los admirables actos heroicos cumpliendo el juramento sagrado de dar la vida por la Patria se seguían repitiendo en cada misión ordenada. 

Despegaron de Comodoro Rivadavia a las 14:10 horas y debido a un cambio de la situación táctica en Puerto Argentino, aterrizaron en Río Gallegos, para despegar en un corto lapso, continuando en pocas horas con lo previsto.

La trayectoria descripta era la de una parábola por el Sur en vuelo bajo, evitando que los chilenos determinaran la trayectoria del vuelo, dando aviso de alerta temprana a los ingleses.

Próximos a la zona de exclusión, comenzaron a volar a 30 metros sobre las gélidas aguas del Atlántico Sur, llevando el radar apagado para evitar ser detectados por la flota inglesa. De manera aleatoria prendían el sensor para que barriera un par de pinceladas. Detectada una posible amenaza por el navegante, ejecutaban cambios de rumbo rápidos. En uno de estos chequeos en vuelo nocturno, localizaron una formación de buques a 60 km de distancia, cambiaron la derrota para evitarlos, acción que se repitió en varias ocasiones. Lo más peligroso sucedió cuando debieron hacer una maniobra de escape al detectar una fragata a 10 km de distancia. De esta temeraria y única manera, iban modificando la navegación en una noche fría y cerrada, hasta aproximar a Puerto Argentino, luego de que el control Malvinas diera la autorización de aterrizaje.

 

Aproximación a oscuras

Luego de levantarse la “Alerta Roja” por presencia de una PAC en la zona comenzaron la aproximación. Ante las malas condiciones meteorológicas, el Radar de Malvinas fue de fundamental ayuda para tocar tierra sanos y salvos. Operación de acercamiento a la pista llevada a cabo usando solo los faros de rodaje y dos luces posicionadas a cada lado de la cabecera en uso, que daban la noción de donde se encontraba el eje de pista. El toque se hizo sobre el margen derecho, debido al cráter tapado con escombros en pista causado por el impacto de una bomba lanzada en reguero por un bombardero Avro Vulcan en el bombardeo efectuado en la madrugada del 1° de mayo.

Finalizada la carrera de aterrizaje, al peine de la cabecera opuesta, la 09, hicieron un giro de 180° con la compuerta trasera abierta, para comenzar la descarga de inmediato.

 



Operación en tierra de alto riesgo

La ¨Chancha” con la cola abierta, sin detener los cuatro potentes motores, comenzaron a bajar el personal de artillería y la descarga con bastante dificultad del pesado cañón de 155 milímetros. De inmediato subieron la dotación de artilleros que regresaban al continente luego de defender la pista de Puerto Argentino desde el inicio del conflicto, lo hicieron junto a un par de pilotos de Pucará. De repente, comenzó a llegar un número importante e inesperado de ambulancias con balizas y luces encendidas, trasportando heridos de diferente consideración principalmente del Ejército Argentino. Como no había sido planificada como una misión de evacuación sanitaria, el Hercules no estaba configurado para tal fin, y ante una situación caótica, el comandante debió hacerse cargo de la operación en medio de un abordaje desesperado que se transformaría en una odisea, mientras el Mayor Martínez esperaba a los mandos del C-130 la orden de despegue.

Mientras todos colaboraban ubicando los heridos en el ancho fuselaje, la tripulación suplicaba a los vehículos que apaguen todo tipo de luces para evitar delatar la posición al enemigo. Los sueros eran colgados del cable de acero utilizado normalmente para lanzamiento de paracaidistas, evidenciando los auxiliares de carga, además de un espíritu solidario, el uso del ingenio, buscando superar la difícil situación.

En el medio de la operación nocturna, entre gritos y órdenes que se sucedían tratando de activar la operación, el Control Malvinas comunicó al comandante que la BAM Malvinas entraba en alerta roja debido a un probable ataque de aviones Harrier. Ante un peligro inminente, el control le indicó que efectúen un despegue inmediato, algo imposible de ejecutar en ese momento, ya que seguían llegando ambulancias con heridos. Luego de unos 40 minutos en tierra, ante el acercamiento de los aviones ingleses, el operador de torre pronunció una temida frase: “¡Deben cortar motores y abandonar el avión de inmediato!”, orden que se repitió por segunda vez, indicando abandonar la aeronave y dirigirse a los refugios.

 El Vicecomodoro Cabanillas, a cargo del vuelo, apelando a criterio de un gran conductor, comunicó: “¡No voy a abandonar el avión, ni los heridos!” Optó por quedarse en la cabina, ordenando a la tripulación que activen la operación en una situación caótica, debido al peligro inminente de ataque aéreo. Cumpliendo con la orden, en pocos minutos, y todavía con la compuerta trasera abierta y en movimiento, con los cuatro motores rugiendo a pleno y el fuselaje vibrando, luego de 45 minutos en pista interminables, rompieron inercia y comenzaron el despegue de máximo esfuerzo, en medio de la oscuridad. Próximo a la rotación, las ruedas del tren impactaron con los escombros con que habían tapado el cráter en pista, provocando el fuerte impacto que el avión se eleve. Con las ruedas en el aire a la mínima velocidad de sustentación, impusieron un viraje plano sin elevarse demasiado, mientras se escuchó el típico sonido del tren de aterrizaje metiéndose dentro de su alojamiento.

En la salida había que evitar a un helicóptero Sea King que permanecía en el eje de pista, a la derecha de dos fragatas, que disparaban sus cañones contra las posiciones argentinas.

Rosando el agua, colocaron rumbo Sur buscando escapar de los Harrier que se acercaban amenazantes, mientras los pilotos observaron la luz roja de rampa no trabada. El radioaltímetro se clavó en 15 metros, mantenidos a pura muñeca, saltando islotes por las indicaciones dadas oportunamente por el navegador, luego de interpretar la información suministrada por el radar. 

 



Los Harrier en busca de la presa

Sabiendo de una posible interceptación, continuaron en vuelo extremadamente bajo con el enorme parabrisas que casi ocupa toda la nariz del Hercules salpicado por las olas. El C-130 aceleraba con los motores al máximo de potencia, mientras se alejaba de la pista de Puerto Argentino.

Con los aceleradores a tope y una atmósfera extremadamente fría, en poco tiempo el velocímetro superó la limitación de alta velocidad de 250 nudos / 465 km/h, llegando a 323 nudos / 600 km/h, parámetro con que el avión parecía desarmarse por las vibraciones que transmiten las almas a bordo, movimiento agravado por la turbulencia generada gracias al viento arrachado que corría con gran velocidad en superficie.

Guiados por el Radar Malvinas, que les indicó la existencia de una PAC a 30 kilómetros acercándose por la cola del C-130, instantes dramáticos, donde comenzó a tallar la desesperación, que en combinación con el instintito de supervivencia, llevó al comandante a transgredir los límites del avión, no solo en velocidad, sino también en fuerza “G”.

Alertados que los Harrier los siguen de manera amenazante buscando distancia de lanzamiento de misiles, las maniobras evasivas continuaron, ejecutando virajes y movimientos violentos. Todo sucedió a lo largo de 30 minutos caóticos, que padecieron los ocupantes de esta riesgosa misión. 

 

Un escape exitoso

Avisados por el Radar Malvinas del abandono de la persecución por parte de los Harrier ejecutaron un viraje al ras del agua, con la puntera de plano raspando las olas. La enorme aeronave puso definitivamente proa al continente, comenzando un suave ascenso. Mientas suben, se percataron de que no tenían presurización. 

Ante la falta de oxígeno y cambio de presión al tomar altura, muchos de los heridos comenzaron a sangrar y otros a descompensarse, motivo por el cual la batalladora “Chancha” descendió nuevamente. Al cambiar la situación, el destino final Comodoro Rivadavia cambió por el de la Base Aérea Río Gallegos. En vuelo muy bajo y rumbo general Oeste aproximaron a la pista, aterrizando a las 22:10 donde fueron recibidos por el jefe de base, el Comodoro Nelsis Rodoni, que les agradece haber recuperado a los artilleros de su Base. 

 

A salvo en tierra firme

En un ambiente de euforia por haber sobrevivido en un vuelo de altísimo riesgo, bajaron con rapidez a los 7 heridos de mayor gravedad para que sean atendidos de inmediato. Sin perder tiempo, cargaron combustible para continuar el vuelo al destino final previsto inicialmente, Comodoro Rivadavia. El despegue tuvo lugar a las 22:50, aterrizando en la IX Brigada Aérea en el inicio de la madrugada del 13 de junio a las 00:15 horas.

Con premura se efectuó la descarga de medio centenar de heridos, que fueron trasladados al Hospital Militar Reubicable.

Ya de día, los mecánicos volvieron al Hercules e inspeccionaron exteriormente al avión, percatándose de un detalle que los sorprendió. En la estructura del avión camuflado, faltaba el carenado posterior del motor 2. El exceso de velocidad y la aplicación de “G” por sobre los límites permitidos por el fabricante habían provocado el desprendimiento de este componente metálico, sin alterar el vuelo de este robusto guerrero del aire.

 

Condecoración con la “Orden Héroes de Malvinas”, el pasado 04 de octubre en la IX Brigada Aérea- Comodoro Rivadavia

Luego de más de cuatro décadas la tripulación fue condecorada por su destacada condición, manifestada en situaciones altamente riesgosas de combate, en la misión de Abastecimiento Aéreo y Evacuación de Heridos el día 12 de junio de 1982, al igual que el valioso aporte brindado con decisión y valentía, de acuerdo al siguiente detalle:

 

  • Post Mortem: Comodoro VGM D. Rubén Horacio Cabanillas, Orden Héroes de Malvinas con el Grado de “Medalla de Malvinas al Liderazgo en Combate”- Comandante de Aeronave.

  • Comodoro VGM (R) Adolfo Enrique Martínez Orden Héroes de Malvinas, con el Grado de “Medalla Honor al Valor en Combate” - Segundo Piloto.

  • Comodoro VGM (R) Adrián José Speranza Orden Héroes de Malvinas con el grado de “Medalla Honor al Valor en Combate”- Navegador.

  • Suboficial Mayor VGM (R) Ricardo Francisco Bressan, Orden Héroes de Malvinas con el Grado de “Medalla Honor al Valor en Combate” - Mecánico de Aeronave.

  • Suboficial Principal VGM (R) Ramón Augusto Pajón, Orden Héroes de Malvinas con el Grado de “Medalla Honor al Valor en Combate” - Auxiliar de Carga.

 

Testimonio de guerra

Historias admirables de héroes como éstas, aun desconocías para muchos argentinos, deberían ser publicadas una y otra vez, e incorporadas a los libros de Historia Argentina, ya que son un ejemplo y muestra de patriotismo para las futuras generaciones, y un verdadero orgullo nacional, buscando rendir un tributo silencioso y merecido, a todos los que dieron la vida por la Patria, en la guerra por nuestras Islas Malvinas.


 

 

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