Detallamos los programas de UAV de la Fuerza Aérea Argentina y cuál es su estado actual. Por Lisandro Amorelli
El desarrollo y uso de los vehículos aéreos no tripulados, o UAV por siglas en inglés (Unmanned Aerial Vehicle), tanto para uso civil como militar, ha alcanzado su mayor auge a nivel mundial hace una década aproximadamente. En los últimos años, cerca de 70 países (entre ellos Argentina) han desarrollado programas militares con drones, qué, dadas sus características, la aplicación más común es para misiones de mando, control, comunicaciones, inteligencia, vigilancia y reconocimiento. En el ámbito civil el uso en investigaciones científicas, monitoreo de incendios forestales y fumigación agrícola, son solo algunos de los empleos.
Pero el uso de vehículos aéreos no tripulados no es una herramienta de reciente creación, ya que, a mediados del siglo XIX, tropas austrohúngaras bombardearon Venecia en agosto de 1849, con cerca de 200 globos no piloteados y cargados con explosivos.
Durante la guerra de Secesión estadounidense (1861-65), también las tropas unionistas lanzarían globos con dispositivos incendiarios contra el ejército confederado.
Ya en 1918, durante la Primera Guerra Mundial, el ingeniero Charles Kettering crea un “torpedo aéreo” (conocido como el “bicho de Kettering”), financiado por el Ejército de EEUU, el cual una vez calculada la trayectoria y alcanzada la distancia a recorrer, el motor se apagaba y el avión caía sobre el blanco con cerca de 80 kilos de explosivos.
En 1924, en Inglaterra se realizó el primer vuelo exitoso de una aeronave guiada por radiofrecuencia desde el navío de guerra HMS Stronghold; y en 1933 se desarolloó el “Queen Bee”, a partir de un biplano llamado “Fairey Queen”
Luego, y ya entrada la Segunda Guerra Mundial, vendrían muchos desarrollos, en especial en Alemania, con las recordadas y famosas Fieseler V1 entre otras.
Paralelamente en los EEUU, avanza el que fue (según los resgistros) el primer drone producido en serie a gran escala: el “Radioplane OQ-2”, que en 1940 sirvió como blanco aéreo para pilotos y para formar a los futuros artilleros de las defensas antiaereas.
Durante la Guerra Fría y hasta la actualidad el desarrollo fue constante, siendo Israel, EEUU y la ex Unión Soviética grandes impulsores de los avances. Los drones fueron utilizados en la guerra del Yom Kippur, en la guerra de Vietnam y hasta en misiones de ataques que han culminado con la muerte de líderes de Al Qaeda en Pakistán, Yemen, Libia y Afganistán en los últimos años.
Desarrollos en la República Argentina
Tal como pasara en el contexto internacional, en Argentina el desarrollo de los UAV vino de la mano de las Fuerzas Armadas. La necesidad de contar con medios para misiones de vigilancia, inteligencia, reconocimiento del terreno (ISR, por sus siglas en inglés), enlace y nodo de comunicaciones, entre otras, impulsó al Ejército, a la Fuerza Aéra y a la Armada de Argentina al desarrollo de diversos proyectos de manera individual, acorde a sus necesidades específicas. Esto no significa que en la actualidad y en el futuro no deba buscarse cierto grado de complementariedad entre las tres fuerzas, pero si es cierto que cada una de ellas tiene necesidades puntuales que deben satisfacer, de acuerdo al terreno y teatros de operaciones donde cada una desarrolla sus misiones.
Es así que el Ejército Argentino comenzó en 1996 con el desarrollo de la familia de los UAV´s “Lipán” (I, II y IIB), desarrollado por técnicos propios. A mediados de 2006 se presentaba el Lipán M3 (hoy con varias unidades producidas), con una autonomía de 5 horas de vuelo, hasta 40 km de alcance, largo de 3,43 metros, envergadura de 4,62 metros, velocidad máxima de 170 Km/H, carga útil de 20 Kg, techo operativo de 2.500 metros, sistema de navegación autónomo y la posibilidad de portar cámaras estabilizadas (térmicas e infrarrojas para vuelo nocturno).
De manera simultánea, el Ejército Argentino desarrolló el UAV “Carancho” para misiones ISR y de reducidas dimensiones, ya que tiene un largo de 0,40 metros y una envergadura de 1,40 metros, capacidad de carga de 500 Gramos, autonomía de 25 minutos de vuelo y un alcance de hasta 10 Km.
En 2012 se anunció el desarrollo del Lipán XM4 y del remolcador de blancos móviles Tehuelche 320.
Por su parte la Armada Argentina, desarrollaba en 2005 el “Guardián”. Dos prototipos fueron fabricados por el Departamento de Materiales Compuestos del Taller de Mantenimiento Buenos Aires (donde se construyó el casco del velero ARA Fortuna III) y fue fue presentado en el SINPRODE 2006.
Construído con materiales compuestos (Carbono y Kevlar), sus principales características son: radio de acción de 100 Km, un techo máximo operativo de 3.000 metros, velocidad promedio de 120 Km/H, autonomía de 5 horas y una carga útil de 30 Kg. El “Guardián” tiene como misiones principales: búsqueda, reconocimiento y el control de las operaciones navales, dado que la rampa de despegue puede ser instalada tanto en tierra como en buques. La recuperación mediante gancho de frenado y/o redes también puede instalarse en buques. Operado por la Infantería de Marina (IMARA), puede ser utilizado para identificación de blancos para artillería.
Pero el Guardián no sería el primer contacto de la Armada Argentina con un UAV, ya que a comienzos de los años 80, había incorporado el avión teleguiado MQ-1 “Chimango” que podía ser recuperado una vez utilizado, al poseer paracaídas incorporado. El MQ-1 fue fabricado por la empresa Quimar SA bajo licencia de la empresa italiana Meteor.
Es interesante mencionar el proyecto “PEGASO” de la Armada Argentina, respecto a investigaciones y desarrollo de bancos de ensayo para pulsorreactores y motores cohetes de pequeño empuje destinados a los UAV’s. El proyecto, también estipulaba la fabricación de un dron (del mismo nombre) para ser utilizado como blanco aéreo propulsado por un motor pulsorreactor de hasta 30 kg de empuje, con una velocidad máxima de 450 Km/H, radio de acción de hasta 20 Km, autonomía de 90 minutos y con despegue desde rampa de lanzamiento.
En la Fuerza Aérea Argentina
La historia de la Fuerza Aérea Argentina con los UAV comienza a principios de los años 70, cuando le encarga a la Fábrica Militar de Aviones (hoy FAdeA) el diseño de un vehículo aéreo no tripulado. Los desarrollos culminan con el prototipo del FMA IA-X-59 “Dronner” (también llamado “Tábano”), que fue presentado con un vuelo inaugural el 9 de diciembre de 1972, como una aeronave multifunción, dado que podía ser equipado con cámaras fotográficas y filmadoras para tareas de reconocimiento e inteligencia, y también podía emplearse como remolcador de blancos. Estaba equipado con un motor MC CULLOCH de 45CV y una hélice de paso fijo, un techo máximo de servicio de 5.900 metros, capacidad de 45 litros de combustible que le proporcionaba una autonomía de una hora de vuelo, largo de 4,07 metros y una envergadura de 3,60 metros.
Hasta donde hay conocimiento, se fabricó una sola unidad.
Las investigaciones y desarrollos continuaron y, varios años después la Fuerza Aérea Argentina presentaba en SINPRODE 2009 el modelo de UAV, denominado PAE-22365 (luego Vigía II), diseñado por el Centro de Investigaciones Aplicadas de la Fuerza Aérea Argentina, junto con el Instituto Universitario Aeronáutico, y que voló por primera vez en 2015.
En paralelo, la Fuerza Aérea Argentina adquirió en 2011 tres UAV “Yarará” a la empresa Nostromo Defensa, con fines de entrenamiento y adaptación del personal al uso de estas nuevas tecnologías.
Durante la última década, La Dirección General de Investigación y Desarrollo (DGID) es quien coordina y planifica todos los proyectos de los UAV (o SANT Sistemas Aéreos Remotamente Tripulados) de la Fuerza Aéra Argentina, a través del Centro de Investigaciones Aplicadas (CIA). Los programas incluyen desde el desarrollo de los vectores aéreos, la adecuación de instalaciones y la formación de los tripulantes, hasta la generación de doctrina específica para su empleo.
A finales del 2020, la FAA modificó las denominaciones, utilizando la sigla AR (Aeronave Remota) de acuerdo a sus características y funciones:
1) AR-1F “Búho” (Ex Vigía 1-E): se trata de un Vehículo Clase 1, menor a 25 Kg cuya función es la de instrucción básica de operadores. Cuenta con un motor eléctrico, y puede ser empleado en diferentes modalidades:
· Radio controlado (operación visual)
· Vuelo en primera persona (piloteado a través de video en tiempo real, desde una posición remota y con parámetros de vuelo).
Ya existen desarrollos y producción de una nueva serie denominada Vigía 1E Clase I, con un peso mayor a su antecesor, y que será empleado como entrenador primario y como sub unidad táctica.
2) AR-1A “Aukan”: pertenece a la Clase 1 Plus, con un peso máximo de despegue de 100 Kg. Cuenta con la capacidad de operar con comando y control en tiempo real hasta 150 kilómetros de distancia, a una altura de 5.000 pies, con 5 horas de autonomía y la posibilidad de llevar a cabo operaciones de carácter táctico diurnas o nocturnas. De acuerdo con publicaciones recientes de la misma FAA, el CIA obtuvo avances en cuanto a “la capacidad de realizar misiones en modo automático (despegue, ascenso, navegación, aproximación y aterrizaje final autónomo) mediante la integración de un nuevo autopiloto e incorporación de un sensor de video en tiempo real (cámara en una torreta tipo gimbal).”
3) AR-2T “Vigia” (Ex Vigía 2-A): pertenece a la Clase 2, con un peso máximo de despegue de 300 Kg. Estos SANT cuentan con la capacidad de portar un sensor multiespectral, lo que le permite cumplir con una amplia gama de misiones militares y civiles. Con un largo de 4,1 metros y 6 de envergadura, cuenta con un motor HKS-700E de dos cilindros de 60 HP, lo que le permite desarrollar una velocidad máxima de 210 Km/h, llevar una carga de hasta 50 Kg y una autonomía de 11 horas. Para la navegación incorporará un GPS/INS, con capacidad de despegue y aterrizaje automático y enlace satelital. Con estas características y prestaciones, califica como un UAV Táctico.
4) AR-2E “Kuntur” (Ex Vigía 2-B): pertenece a la Clase 2 Plus. Su primer prototipo se encuentra en fase de desarrollo. Sus principales característica son:
· 14 metros de envergadura.
· Peso máximo de despegue cercano a los 1.000 Kg.
· 17 horas de autonomía.
· Techo operacional superior a los 15.000 pies.
· Capacidad de portar 150 Kg de carga (sensores o armamento) en puntos fijos bajo las alas o en una bahía interna en su fuselaje.
· Contará con un sensor multiespectral y enlace satelital.
Proyecto SARA
El proyecto Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA) fue aprobado en noviembre de 2010, según la Resolución Nº 1.484 del Ministerio de Defensa.
Si bien, y como ya hemos comentado, cada una de las Fuerzas Armadas tiene sus propios desarrollos, el Proyecto SARA está promocionado por el Ministerio de Defensa en conjunto con INVAP SE. Durante la última década el proyecto pasó por varias idas y vueltas, algo muy común en nuestro país.
El programa SARA comenzó con el objetivo de desarrollar y producir UAV de distinto tipo y complejidad, con autonomía suficiente para cumplir con los requerimientos de cada Fuerza. Actualmente el proyecto se concentra en el desarrollo de un UAV Clase 2 para uso común de las tres FFAA y eventualmente algún cliente externo. A mediados de 2020, se comunicó que FAdeA trabajará con INVAP; y Mirta Iriondo (presidente de FAdeA) declaró en septiembre de 2020, que: “la propuesta es avanzar en el desarrollo de un VANT clase II, aunque este proyecto no tiene un cliente o un presupuesto asignado. La idea es desarrollar nuevas oportunidades de negocio presentando una propuesta formal en 2021 en una escala más chica que lo que planteaba aquel programa SARA”.
INVAP proyecta integrar al futuro UAV, un radar de apertura sintética, ya que viene trabajando con esta tecnología desde hace tiempo.
Futuro
Decir que el futuro de una parte de la aviación civil y militar pasará por el desarrollo cada vez mas profundo de los UAV, con un campo de acción inimaginable, es una obviedad y muy poco original. Ya en el año 1989, El Comodoro (R) Miguel Ángel SILVA expresó en su libro “Los Vehículos No Tripulados (VeNTri)” que: “estas plataformas de vuelo serán una revolución en materia de asuntos militares y eran tan antigua como la aviación misma1”.
La USAF más allá de plantearse qué capacidades deben desarrollar los UAV a futuro para poder afrontar las crecientes demandas de los futuros escenarios, se están preguntado “en que parte del proceso del uso de los UAV´s estará el ser humano y como integrarlo al mismo. La clave a futuro, es la parte humana en el proceso.
En el ámbito nacional, y tal como fuera expresado en varias publicaciones de la Revista de la Escuela Superior de Guerra Aérea (RESGA), además de continuar con el desarrollo de los UAV, sus capacidades tecnólogicas y características se deberá avanzar e invertir en:
· Establecer una Escuela Conjunta para Operadores y Pilotos de UAV / VANT
· Diseñar un curso básico y una doctrina común (luego cada fuerza especializará a su personal en las tareas específicas)
· Buscar cooperación, ejercicios e intercambios con otros países
· Definir si realmente se necesita invertir en un desarrollo conjunto, para evitar la erogación de presupuestos
· Definir finalmente el proyecto SARA, su viabilidad económica y financiera para que sea un proyecto sustentable, que las FFAA realmente necesiten
· Definir un espacio común para la fabricación de los UAV´s (FAdeA?) que ya opera con materiales compuestos, y permita eficientizar el proceso de fabricación de los modelos
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