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Mahan y Corbett: De doctrinas, dogmas y pragmatismos



Por Hernán B. Martínez Soler*                                                                                        

 

*Médico, Capitán de Corbeta RNFS de la Armada Argentina, Miembro Fundador del Foro Argentino de Defensa, Miembro Adherente del Instituto Nacional Browniano, Presidente del Centro de Cuadros de Reserva de las Fuerzas Armadas.

 

Desde Salamina, Accio, pasando por Lepanto, Trafalgar hasta Leyte, ríos de tinta se han utilizado desarrollando doctrinas para utilizar el poder naval de las naciones y es en época contemporánea donde el desarrollo tecnológico desde la revolución del vapor que independizó a los buques de los elementos naturales en el siglo XIX, que aparecieron ideas que marcaron la historia naval hasta nuestros días.

Estados Unidos emerge de la guerra civil como una potencia industrial, con una ubicación geográfica que, si bien continental por sus características bioceánicas podría analogarse a una situación insular que le permite una relación con el mar como ninguna otra nación tiene, pero estaba en discusión su vínculo con él.



Pródiga en materias primas, capacidad industrial, extensión territorial, población en crecimiento, puertos naturales y alejado de los conflictos que ensangrentaban al mundo, hace que Otto von Bismarck dijera al respecto: “Hay una providencia que protege a los idiotas, borrachos, niños y a los Estados Unidos de América”. Pero, dentro del concierto de las naciones todavía no tenía un peso específico que la definiera como potencia.

En 1840 nace en West Point Alfred Thomas Mahan, quien desarrollaría su carrera como oficial naval e historiador, cuya obra más conocida y la que marcó a generaciones de marinos de todo el mundo, desarrollando la doctrina que lleva su nombre, The influence of Sea Power Upon History, se publicó en 1890, donde expone su pensamiento sobre cuestiones fundamentales. 

Su objetivo era concientizar al gobierno estadounidense sobre la importancia del mar en el futuro de la nación que avizoraba como potencia mundial. Resumiendo, su pensamiento y tomando como ejemplo a Gran Bretaña, para que una nación fuese poderosa debía ser rica, desarrollar una industria y comerciar sus productos. Es pues el comercio la base de la riqueza y para poder materializarlo se debía realizar por vía marítima. Estas rutas comerciales debían ser protegidas, para lo cual se debía contar con una fuerza naval acorde y bases en ultramar que permitieran su despliegue para cumplir su misión.

Quería incluir a Estados Unidos dentro del selecto club de potencias imperiales, para lo cual debía desarrollar su poder naval. Creía en la necesidad de contar con un paso bioceánico a desarrollarse en Panamá y crear las condiciones para su control y defensa en ambas bocas.

Es entre fines del siglo XIX y principios del XX que su prédica se materializa en realidades, la construcción del canal, transformar al mar Caribe en un Mare Nostrum, tomando el control de Cuba, mientras que, en el Pacífico, la proyección comercial hacia Asia ameritaba una estación intermedia dada las grandes distancias por lo cual proceden a la anexión de Hawái siendo la estación terminal las Islas Filipinas. Así se convierte, siguiendo la doctrina Mahan, en una Potencia Imperial basada en el comercio y no en la colonización

En lo relativo a las tácticas y estrategias navales, decía que las guerras se ganaban en el mar, para lo cual debía contarse con una fuerza naval acorde a sus necesidades que permitiera mediante la concentración de fuerzas eliminar a la fuerza naval enemiga en una “batalla decisiva”.

Consideraba a la Armada como una fuerza ofensiva, no para la defensa de costas y puertos, la cual correspondía al Ejército. Debía concentrar las fuerzas y destruir a la armada enemiga en un golpe único y decisivo para tomar el control de mar, ideas que calaron hondo en la Alemania de la Primera Guerra Mundial y en el Imperio Japonés.

Mientras tanto, allende el Atlántico se desarrollaban otras ideas que marcarían el pensamiento naval.

Sir Julian S. Corbett (1854-1922) fue un historiador inglés, el cual paradójicamente nunca fue marino sino abogado, siendo su obra clave: Algunos principios de estrategia marítima.

A diferencia de Mahan no debía convencer a nadie para desarrollar un poder marítimo, pero estaba persuadido de que Inglaterra debía contar con su propia gran estrategia desde una perspectiva marítimo - económica. Hasta él, Inglaterra carecía de una voz doctrinaria trascendente. Para Corbett la Estrategia Naval es un componente de la Estrategia Marítima, que a su vez es un componente de la Gran Estrategia Nacional y que la teoría solo era útil si se adaptaba a las circunstancias de cambio de los tiempos. Corbett pensaba que el poder marítimo no es suficiente por sí solo, que debía existir un equilibrio entre éste y el poder terrestre, a diferencia de Mahan, que priorizaba el poder naval. Definía el Poder Marítimo como “los principios que gobiernan una guerra en la cual el mar juega parte destacada pero no suficiente de la misma.

Consideraba que, a diferencia del poder terrestre donde el objetivo era conquistar y conservar el territorio en disputa, la guerra en el mar tiene por objetivo negar el uso de las líneas de comunicaciones marítimas para propósitos militares y comerciales al enemigo y con ello obtener el control del mar.

La dispersión, a diferencia de la concentración de Mahan, sobre todo si se es la parte más débil de la ecuación, obliga a la dispersión del esfuerzo del enemigo y la flexibilidad de utilizar las propias fuerzas para atacar las comunicaciones o amenazar las costas del adversario.

Lograr la batalla definitiva, tal cual lo planteaba Mahan era difícil, más si existía asimetría de fuerzas, donde el más débil rehuiría el combate a todo o nada.

Su visión era obtener el control del mar, no solo por la batalla definitiva si esta se daba, sino por bloqueo, teniendo por fin la paralización de las comunicaciones comerciales marítimas, ataque a sus líneas logísticas o bloqueo de puertos para evitar que la flota enemiga se haga a la mar.

Para Corbertt, el dominio del mar no comienza ni termina con la destrucción de la armada enemiga, sino con el control sobre sus comunicaciones marítimas comerciales preservando las propias y negándoselas al enemigo.



Pensaba que el poder marítimo debía permitir transportar fuerzas militares terrestres para ser utilizadas donde y cuando fuera menester mediante operaciones combinadas, “el ejército era el proyectil más potente de la marina para su proyección a tierra donde y cuando fuera conveniente.

Así es que Mahan habla de Poder Naval y Corbertt de Poder Marítimo. Ambas teorías fueron llevadas a la práctica en las guerras del siglo XX. En Alemania, el Káiser Guillermo II quiso transformar a su imperio de una potencia continental a una marítima en competencia directa con Gran Bretaña. Decía el Káiser que devoraba el libro de Mahan y que éste estaba presente en todos los buques de la Kaisermarine.

Durante la primera guerra, Gran Bretaña utilizó la doctrina de Corbett, rehuyendo la batalla definitiva, aunque tenía superioridad numérica y utilizó el bloqueo a distancia para estrangular la economía alemana. Alemania, consciente de su inferioridad naval, también rehusó el combate definitivo hasta que obligada por el bloqueo inglés lo propuso en 1916 cuando libró la batalla de Jutlandia, siguiendo los principios Mahanianos, pero que resultó en un regreso al statu quo previo sin que ambas flotas pudieran destruir a la adversaria.

Fue entonces que Alemania encaró la lucha naval de acuerdo con los principios de Corbett mediante la campaña submarina, siendo que así obtuvo los mayores éxitos atacando a las líneas comerciales y logísticas británicas, pero no llegó a gravitar en el resultado final de la guerra.



Pero fue Japón quien incorporó de manera dogmática las ideas de Mahan. Ya en la guerra Ruso Japonesa se desarrolla la batalla decisiva en Tsushima, en 1905, donde el almirante Tojo destruye a la flota rusa siguiendo el concepto de concentración de fuerzas, siendo un hecho fundamental en el resultado de la guerra (Las guerras se ganan en el mar).

Esto hizo que la doctrina Mahan calara hasta los huesos en el pensamiento estratégico japonés y que aplicaran en la Segunda Guerra Mundial. Aplicando literalmente el pensamiento de Mahan buscaron durante el primer año de guerra la batalla decisiva con los Estados Unidos, bajo el presupuesto de que, eliminada la fuerza naval americana en el Pacífico, el pueblo americano sin espíritu de lucha forzaría a su gobierno a buscar la paz favorable a Japón.

Pearl Harbor y Midway son ejemplos de buscar la batalla decisiva, aunque en la segunda paradójicamente no utilizó todo su poderío para el fin buscado, dividendo sus fuerzas y no utilizando todo su poder aeronaval. Es como si el almirante Yamamoto aplicara a medias la teoría de Mahan.

Por otro lado, los Estados Unidos llevan a cabo su planeamiento estratégico siguiendo la doctrina de Corbett, rehusando la batalla decisiva y atacando las líneas de comunicaciones japonesas, su fuerza de submarinos manda al fondo del mar a 4.8 millones de toneladas mercantes japonesas, perturbando hasta yugular el flujo de materias primas indispensables para el esfuerzo de guerra japonés.

Utiliza sus fuerzas navales para transportar a sus fuerzas terrestres para retomar los territorios ocupados aplicando el principio de Island Hopping, saltando de isla en isla, dejando atrás a las más protegidas aislándolas y yendo directamente a los objetivos que le interesaban.

Aplicaron el concepto que Corbett llamaba Guerra Limitada por Contingencia, utilizando a las fuerzas terrestres donde y cuando fuera necesario, explotando para ello el control local del mar, utilizando su estrategia marítima en el logro de objetivos conjuntos de la guerra en tierra.

No buscó destruir a la flota japonesa, sino negarle el uso de sus rutas de abastecimiento, obtener el control local (un espacio limitado, es imposible “ocupar” todo el océano) del mar, donde ejercía su poder de proyectar fuerzas que reconquistaban los territorios ocupados y luego saltar a otro escenario avanzando hacia Japón.



La Armada Japonesa es destruida no en una batalla decisiva buscada como tal por los Estado Unidos, sino por Japón en la defensa del desembarco en Saipán que desemboca en la batalla del Mar de las Filipinas que selló la eliminación de la fuerza aeronaval japonesa y luego en la batalla del Golfo de Leyte defendiendo a la fuerza de desembarco de Mac Arthur en Filipinas, donde la Armada Japonesa dejó de existir como fuerza de combate.

A partir de ese momento Estados Unidos obtiene el control del mar por destrucción de la fuerza naval japonesa como postulaba Mahan, pero no por iniciativa propia sino por las acciones suicidas de la estrategia japonesa.

Es así que se dio la paradoja de que Japón, en su lucha contra Estados Unidos, utilizó la doctrina de un americano y estos, teniendo un doctrinario nacional, utilizaron la de un inglés adaptándola a sus necesidades y realidades, tal cual Corbett lo expresara.

Dos concepciones estratégicas, seguidas e interpretadas dogmática y pragmáticamente, desde su concepción hasta nuestros días, plausibles de ser criticadas, pero, mientras el mar constituya la principal vía de comunicación logística militar y comercial y la tecnología implique la utilización de buques para ello, en el conflicto convencional las teorías de estos grandes pensadores estratégicos continuarán vigentes.

 



Bibliografía

La Influencia del Poder Naval en la Historia-Alfred Mahan- Ed. Partenón 1946

Algunos Principios de Estrategia Marítima- Julian Corbett- Escuela de Guerra Naval- Buenos Aires-1938

Mahan vs. Corbett en amplitud profundidad y contexto- Benjamín Armstrong- Academia Naval de EEUU- Revista de Estrategia Militar- Volumen II, Nº 4

Influencia de A. Mahan en la Marina de Japón durante la Segunda Guerra Mundial- Samy Hawa Arellano-Revismar 4/2012

La teoría y Práctica del Poder Naval de Mahan y Corbett-Evergisto de Vergara- Escuela Superior de Guerra Conjunta- FFAA Rep. Argentina

 

 

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