¿Malvinenses, Kelpers o qué?
- CNIM (R) Armando Vittorangeli
- 8 abr
- 13 Min. de lectura
"Rule, Britannia. Rule the waves"
James Thomson. 1763.
Por Armando Vittorangeli. Capitán de Navío (RE), para el Foro Argentino de Defensa.
El pasado 2 de abril el Presidente de la Argentina nombró a los habitantes de Malvinas como “Malvinenses”, algo que muchos consideramos un error, dado que debilita la argumentación jurídica e histórica que sostiene el reclamo argentino en los ámbitos internacionales. En ese sentido, es importante que la Argentina mantenga una posición firme y alineada con los principios históricos de su política exterior, que siempre han sostenido la ilegitimidad de la ocupación británica de las Islas Malvinas y la necesidad de una negociación bilateral en el marco de la resolución 2065 de Naciones Unidas. Esto es condición necesaria, ¿Pero es suficiente?

Yo creo que no. No basta con sentarse y reclamar hasta el hartazgo, porque desde una posición de debilidad los reclamos nunca son escuchados. Somos un país débil por donde se nos mire, un siglo de malas decisiones nos llevó adonde estamos y mal que nos pese, solo los pueblos fuertes y organizados son respetados por las potencias; los débiles solo inspiramos intervención o desprecio, pero ¿Dónde reside la fortaleza? ¿Es en las armas?
Sun Tsu escribió, 5 siglos AC una frase tan simple como poderosa: "La victoria pertenece al lado que sabe cuándo luchar y cuándo no." La Argentina eligió y plasmó en su Constitución recuperar las Islas Malvinas por la vía pacífica, el problema es cómo lograrlo.
Volviendo al discurso del presidente, hay una frase de la que pocos, demasiado pocos, se hicieron eco: “El primer paso que debemos dar, entonces, es levantarnos como país en todo sentido, tanto material como espiritualmente, y recuperar el lugar en la comunidad internacional que nunca debimos haber perdido.” Es el primer paso para llegar a ser fuertes y organizados, un camino difícil, sacrificado y que, para recorrerlo, hace falta entender el entorno.
La historia
El poema de James Thompson canta como estribillo en cada uno de sus 4 estrofas:
“Gobierna, Britannia, gobierna las olas. Los británicos nunca serán esclavos”.
Este verso refleja el objetivo y la realidad del dominio naval británico como isla que es: su propia supervivencia. Para entender la relación entre Gran Bretaña y los mares hay que leer a Corbett, quien desde una visión defensiva vio al control de mar como su primera línea de defensa, el hacer la guerra fuera de su territorio y, en lo expansivo, como medio de comunicación para el comercio, los suministros y la movilidad militar. En resumen, controlar el mar es vital para su economía, abastecimiento y capacidad de resistencia.
Pero Corbett también planteó que no siempre es necesario controlar todos los mares, sino las áreas estratégicas clave que permiten mover tropas, proteger rutas comerciales o aislar al enemigo. Y aquí llegamos al nudo de la primera parte del problema.
La necesidad del mar es algo que los británicos entendieron aún antes del nacimiento de Inglaterra, cuando Alfredo “el Grande” creó, en el siglo IX, una flota para intentar oponerse a los vikingos que asediaban las costas del Mar del Norte. En el año 927, su nieto Athelstan “el Glorioso" unificó los reinos y dio origen a Inglaterra.

Más de doscientos años después, en 1155, se creó la Armada Inglesa, la cual perdura hasta nuestros tiempos. Tuvo una gran expansión alrededor de 1558 durante el reinado de Enrique VIII, para poder hacer frente a las Armadas Francesa y Española que se disputaban el mundo y los nuevos territorios descubiertos, a fin de poder tener su parte del botín.
Ya en esa época se dieron cuenta de que para dominar el mar necesitaban tener puntos de apoyo terrestres en lugares estratégicos. En 1657, sin hacer caso a los reclamos de soberanía de Portugal, se apoderaron de las islas de Santa Elena y Ascensión (12 y 13 en la figura 1), base en la cual la Flota Británica completó su alistamiento en 1982 para combatir con nuestro país por Malvinas. En 1704 ocupó Gibraltar (14 en la figura 1), peñón que controla el ingreso al Mar Mediterráneo y aún mantiene, pese a los reclamos de España, aliado suyo en la OTAN. En el año 1833 nos arrebataron las Islas Malvinas. Entre 1967 y 1973, los 3000 habitantes de la isla Diego García (15 en la figura 1), en el Índico, fueron deportados a Mauricio y Seychelles, entonces colonias británicas, para poder crear una base militar que hoy es arrendada por los EE.UU ¿Y qué pasó con la autodeterminación de los pueblos? Así fue con otras áreas estratégicas clave que hoy son sus Territorios de Ultramar, también indicados en la figura 1, donde es simple ver que esos puntos le permiten controlar los océanos y sus pasos.
Obviamente la ocupación de Malvinas tuvo ese fin, no nos olvidemos que el Canal de Panamá entró en funcionamiento recién en 1914 y que en las dos grandes Guerras Mundiales hubo batallas navales donde participaron buques británicos estacionados en Malvinas. Paralelamente, a comienzos del siglo XX, Gran Bretaña comenzó a incursionar en la Antártida y los archipiélagos del Atlántico Sur, apropiándose de las Georgias y Sándwich, usando a Malvinas como punto de apoyo para esas acciones.

Situación actual
Los hechos históricos recordados precedentemente sirven para poner marco a la situación actual.
En primer lugar, los grandes polos del comercio mundial están en el Hemisferio norte, por esa causa, el Canal de Panamá sigue siendo la vía más expeditiva para el cruce del Atlántico al Pacífico para llegar al lejano oriente y su salida de servicio podría complicar gravemente el comercio mundial. Desde el punto de vista militar, es un blanco estratégicamente muy rentable y relativamente fácil de sacar de servicio. Pero también las sequías están afectando el nivel del lago Gatún y con ello, la cantidad de buques que pueden cruzarlo por día.
Es tan importante que en 2014 la empresa china HKND Group anunció la intención de construir otro canal interoceánico, paralelo al de Panamá y a través de Nicaragua, país aliado al “Bloque Oriental”. Esta iniciativa se paralizó en 2017.
La invasión rusa a Ucrania ha polarizado nuevamente el mundo. EE. UU y la OTAN ayudaron a Ucrania a costa de sus existencias en equipo, armamento e insumos de acopio para un eventual conflicto este – oeste. Rusia estaba intentando influir en el mundo, pero la guerra complicó su objetivo. El tercer jugador importante es China, que se encamina a ser la primera potencia económica, tiene la voluntad de lograrlo lo antes posible y para eso reeditó la “Ruta de la Seda”, tratando de jugar en países económicamente débiles, donde pueda obtener réditos económicos y/o ventajas estratégicas con bajo costo a través de la construcción de grandes obras de infraestructura con cláusulas de “si no pueden pagar la obra, queda para China”.
¿Y nosotros dónde estamos?
Somos un país que históricamente ha cambiado su orientación en política exterior en múltiples oportunidades y que ha cometido errores, como tratar de disputarle poder a quienes realmente lo tenían, sin contar con el respaldo necesario, o apoyar al “bando equivocado” en varios conflictos importantes que hubo en los siglos XX y XXI. Esos cambios casi constantes hacen que el mundo nos vea como un halcón ciclotímico, casi sin garras y con alas deformes, en resumen, un país poco confiable.
Poseemos un territorio inmenso, grandes riquezas de todo tipo y baja densidad poblacional, pero rara vez podemos aprovechar las oportunidades que surgen en el mundo porque normalmente llegamos tarde, carecemos de los medios para hacerlo o directamente las ignoramos.

Por otra parte, nuestras Fuerzas Armadas, como herramientas de la Política Exterior, hoy carecen de una capacidad mínima razonable para apoyar cualquier iniciativa propia o disuadir cualquier intento de agresión externa. Pero ¿podemos pagar fuerzas más poderosas, con todo lo que ello implica?
Respecto a la Antártida, la Argentina fundó en 1904 la Base Orcadas, la primera permanente en ese continente. Luego creó otras, incluyendo a Marambio, que posee una pista de aterrizaje y es punto de apoyo para las operaciones aéreas de nuestro país en ese continente, pero que por su morfología y clima tiene restricciones para operar. Como contrapartida, Chile construyó la Base Frei que tiene mejores perspectivas para las operaciones aéreas, está en una posición central respecto a bases de otros países y al nivel del mar, permitiendo la transferencia de personal y carga de buques a aeronaves con bastante facilidad. Solo la reapertura de Petrel y su consolidación como punto de apoyo aeromarítimo podrá colocarnos en un pie de igualdad con el vecino país.
Tampoco tenemos un polo logístico como Punta Arenas, que de a poco se ha convertido para varios países en un punto de apoyo importante para el ingreso a la Antártida. También Malvinas, con Monte Agradable y el puerto de Puerto Argentino, que ya está siendo usada para acceder a ese continente, incluso vía aérea desde Europa. En nuestro caso, la Base Naval Integrada en Ushuaia no pasa aún de la etapa de planes.

¿Y quiénes juegan alrededor nuestro?
Obviamente, el primer jugador de interés es Gran Bretaña. La ONU reconoce el conflicto por Malvinas y ha llamado a las partes a negociar. Como mencioné, en nuestra Constitución está fijado como objetivo recuperar las Islas por la vía diplomática y para lograrlo, fustigamos constantemente a Gran Bretaña por cualquier cosa que tenga que ver con las mismas, a veces por nimiedades y nuestras acciones parecen destinadas exclusivamente a convertir a los isleños en parias aislados. Los británicos dicen que no van a negociar porque los isleños tienen derecho a la autodeterminación, pero ¿realmente le importa a Gran Bretaña la suerte de los isleños? Recordemos a los habitantes de Diego García. Creo que para ellos las islas valen primero por su posición estratégica, luego, por ser un trampolín a la Antártida y los isleños les importan poco. Y como el británico es avaro con su libra esterlina y cuanto menos tengan que pagar para mantenerlas aseguradas es mejor, sostienen el embargo de armamento sobre nuestro país, especialmente el “de ataque”, pero no porque los invadimos en 1982 y generamos una guerra, sino por lo que podríamos llegar a hacer si volvemos a estar bien equipados, porque aunque nuestra Constitución dice “por la vía pacífica” y somos Aliados Extra OTAN de Estados Unidos, no nos creen y mientras nuestras capacidades militares sean escasas, el costo para Gran Bretaña será poco. Ser un halcón ciclotímico es caro. Demás está decir que Gran Bretaña considera a Chile como un aliado, estos se comportan como tal y aprovechan esa ventaja, aún con gobiernos abiertamente “progresistas” o de izquierda.
EE. UU tiene interés global y obviamente los únicos pasos interoceánicos Atlántico - Pacifico, mas allá de Panamá, son estratégicos para ellos. El intereses mostrado por SOUTHCOM por el polo logístico en Ushuaia y su apoyo al discreto rearme que significa la incorporación de un par de docenas de F-16 y algunos otros equipos dice algo que se puede leer entre líneas: soportan nuestros vaivenes y desplantes políticos y aún no nos terminaron de hundir económicamente porque la caída de Argentina en alianzas no occidentales no les conviene, no solo por la ubicación, sino por el potencial de un país que posee reservas de energía, minerales y alimentos que podría caer en manos “no convenientes” para ellos. Para controlar los pasos tienen otros aliados: Gran Bretaña y Chile.
Rusia también tiene intereses globales, con aliados en todos los continentes, como Corea del Norte, Siria, Cuba, Irán, Venezuela, Nicaragua, etc., pero hoy el tema Ucrania los tiene muy entretenidos y viendo la tasa de consumo de equipos e insumos de combate, es probable que le lleve tiempo recuperar su arsenal convencional. Además, habría que ver cómo queda una vez que el conflicto cese. Tampoco tenemos que olvidarnos que nuestro ex presidente le ofreció al presidente de Rusia, dos semanas antes de la invasión a Ucrania, que la Argentina sea la puerta de entrada de Rusia a Sudamérica, cosa que fue muy mal vista por el bloque occidental.

Otro actor a considerar es China. Ya puso pie en nuestro país con la “Estación de Espacio Lejano”, al norte de Bajada del Agrio, Neuquén; se adjudicó a empresas chinas la construcción de dos represas hidroeléctricas en Santa Cruz; y otras empresas están entrando con mucha fuerza en la explotación del litio y otros recursos, como la empresa china Shaanxi Chemical Industry Group, que quiere instalar una planta de amoníaco, urea y glifosato en Tierra del Fuego y que, además, hasta 2023 planeaba instalar un “puerto multipropósito” en Río Grande. En relación con esto, China tiene enormes flotas pescando, más bien depredando, más allá de la milla 201 y necesita puntos de apoyo para sus buques, porque los disponibles en Uruguay no les alcanzan y están muy lejos de los caladeros. De hecho, en 2024 el gobernador de Santa Cruz, Claudio Vidal, firmó una “Carta de Intención” con Hongdong Fisheries, la segunda pesquera china más grande, para asistir desde puertos provinciales a centenares de buques que pescan al borde de la Zona Económica Exclusiva. Otro tema preocupante, surgido en 2023, fue la detección de un buque chino, habría sido el Lu Qing Yuan Yu 205, ejecutando un patrón de búsqueda en rectángulo por fuera de las 200 millas, entre las latitudes 45 y 47 y las longitudes 58 y 60, sobre nuestra plataforma continental. Además, hasta la asunción del gobierno actual, el estado chino quería convertirse en nuestro mayor proveedor de armamento de ataque y estuvo en danza la adjudicación de la instalación del sistema 5G de comunicaciones. Todo esto preocupa y mucho a los EE. UU, cuestión que fue manifestada por la jefa del SOUTHCOM hasta noviembre de 2024, General Laura J. Richardson.
Y por último hay otros actores que tienen intereses en la Antártida y ven que se acerca el año 2048, momento en que cualquier parte consultiva del Tratado Antártico podrá solicitar su revisión y todos los que tienen bases en ese continente van a querer una porción del mismo. ¿Serán suficientes en los foros internacionales las declamaciones basadas en historia, permanencia y trabajo? Ud., lector, ¿qué piensa?

¿Y qué puede pasar con Malvinas?
Después de la guerra, cambió la mentalidad de los habitantes de Malvinas, especialmente con la llegada de nuevos colonos británicos mejor formados. Se impulsó un proyecto de desarrollo basado en la venta de licencias de pesca, lo que generó ingresos suficientes para financiar un Estado con salud y educación gratuita, incluso universitaria. Los jóvenes estudian en el Reino Unido con fondos isleños. Desde 1986, los ingresos por pesca, actividad que usa recursos en disputa, crecieron un 500%, permitiendo la autosuficiencia en casi todos los ámbitos, salvo defensa y relaciones exteriores, que siguen bajo control británico. La población creció, regresaron antiguos residentes, se les otorgó nacionalidad británica y comenzó la inmigración desde otras colonias.
Argentina, por su parte, ha atravesado ciclos de crecimiento seguidos de crisis profundas, sin lograr consolidar un modelo de desarrollo sostenido. La economía ha oscilado entre políticas pseudoliberales y otras de fuerte intervención estatal, mientras persisten problemas estructurales como la inflación crónica, el endeudamiento, la pobreza, la corrupción, la falta de seguridad jurídica y la dependencia de exportaciones primarias. En materia de política exterior, el país ha mantenido una postura firme en la reivindicación de la soberanía sobre las Islas Malvinas, pero ha tenido oscilaciones profundas en el alineamiento internacional, alternando cíclicamente con bloques opuestos según los distintos gobiernos. En materia de defensa, se observó un marcado debilitamiento del aparato militar tras el gobierno militar, con escasa inversión sostenida, aunque se están impulsando algunos planes de modernización. Pese a avances puntuales, Argentina continúa enfrentando desafíos en términos de estabilidad macroeconómica, integración global y fortalecimiento institucional, en particular en transparencia y seguridad jurídica y sigue siendo un país poco confiable.
Con todo este panorama, las preguntas a formularse son: ¿Existe la posibilidad de que Gran Bretaña se siente a negociar el tema Malvinas con nuestro país como recomienda la ONU?; ¿EE.UU., el mayor aliado de Gran Bretaña, considerará mediar para que ambos países se sienten a negociar?; ¿Es probable que EE.UU. logre que Gran Bretaña levante el embargo de armas sobre nuestro país?
En primer lugar, Gran Bretaña, y la OTAN, necesitan controlar los pasos interoceánicos, tienen más de un milenio como Nación y su política exterior respecto al control de los mares se ha mantenido en el tiempo. Por nuestra parte, los dirigentes han demostrado en reiteradas oportunidades no entender cómo piensan los británicos y obviamente, han demostrado no conocerlos y además nuestro país, por más Aliado Extra OTAN que sea, es impredecible y poco confiable y nuestra política exterior ha sido errática e incoherente en el tiempo.
Por ejemplo, en la Guerra de Malvinas, nuestros gobernantes creyeron que si invadíamos la islas los británicos no iban a venir, sin tener en cuenta la importancia estratégica que éstas tienen para ellos, que además nunca resignaron un Territorio de Ultramar ante ninguna presión y por sobre todas las cosas, imaginaron que en plena guerra fría podíamos golpear con un guante en la mejilla a la segunda potencia de la OTAN y que ésta no iba a recogerlo y aceptar el reto para no quedar frente al Pacto de Varsovia como una potencia que resignó territorio estratégico a un país de tercer orden. Luego de la recuperación y mientras el conflicto escalaba, nuestros comandantes establecieron un esquema defensivo terrestre estático para defender el punto decisivo de un ataque directo desde el mar, cuando la doctrina inglesa se basa en la Aproximación Indirecta de Liddell Hart, ergo los Británicos desembarcaron donde no se los esperaba, la defensa tuvo que girar 180 grados, no hubo otra opción que esperarlos en las posiciones y estos, siguiendo su doctrina, fueron parte por parte, unidad por unidad, generando la superioridad local necesaria para vencer en cada enfrentamiento. Evidentemente no los conocían y aún hoy, seguimos sin conocerlos.
Sun Tsu, cinco siglos AC, dijo: “Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo; en cien batallas, nunca saldrás derrotado. Si eres ignorante de tu enemigo, pero te conoces a ti mismo, tus oportunidades de ganar o perder son las mismas. Si eres ignorante de tu enemigo y de ti mismo, puedes estar seguro de ser derrotado en cada batalla”. Hasta el momento, calificamos plenamente en la tercera opción.

En base a lo desarrollado, cabe dar respuesta a las preguntas formuladas.
1. ¿Existe la posibilidad que Gran Bretaña se siente a negociar el tema Malvinas con nuestro país?
Yo creo que en base a los vaivenes que nuestro país ha tenido en Política Exterior en los últimos 100 años, las posibilidades son escasas y si se considera nuestra política exterior en los últimos años, creo que las posibilidades son nulas. Más aun siendo un país débil, con un gran potencial que solo es eso, potencial y que no puede poner en acción por la sucesión de administraciones que gobernaron para sus “clientes partidarios”, no para engrandecer el país, destruyéndolo día a día.
2. ¿Existe la posibilidad de que EE.UU., el mayor aliado de Gran Bretaña y cabeza de la OTAN, medie para que ambos países se sienten a negociar por Malvinas?
Yo creo que hoy esa posibilidad es nula. Al presidente Trump no le interesa el tema Malvinas y creo que nunca va a estar en su agenda.
3. ¿Es posible que EE.UU. logre que Gran Bretaña levante el embargo de armas sobre nuestro país?
Hubo un levantamiento parcial al asumir la nueva administración en nuestro país, que mostró la voluntad de acercarse a occidente y rechazar de plano alianzas con China y Rusia y sus satélites, como Cuba, Venezuela e Irán. Hay que ver cómo sigue la historia.
Si queremos recuperar las islas, tenemos que empezar por conocer y entender cómo piensan los británicos y cambiar radicalmente nuestra Política Exterior e Interior para convertirnos en un país serio, creíble y con Fuerzas Armadas capaces y listas, tal que el Bloque Occidental nos juzgue confiables como para que considere pedirle a Gran Bretaña que nos devuelva las islas y se nos confíe la participación en el control del Atlántico Sur. Y eso, aun comenzando hoy, llevará varias generaciones lograrlo. Más aún, si queremos tener chances de ser escuchados a partir de 2048, en caso de que algún estado miembro del Tratado Antártico pida su revisión, tenemos que apurarnos en nuestro esfuerzo para lograr ser serios.
Mientras sigamos siendo un halcón ciclotímico y sin garras, coqueteando con China, Rusia y sus adláteres, nunca vamos a lograr absolutamente nada, por el contrario, vamos a seguir hundiéndonos en nuestro propio fango y la posibilidad de recuperar las Islas va a ser cada vez más remota, tendiendo a lo imposible.
Entonces ya no va a importar que nuestro presidente llame kelpers, malvinenses, usurpadores o con cualquier otro epíteto a los isleños, eso solo será para la tribuna interna, la “popular” que le dicen, pero para nadie más. Y a ellos no les importará lo que diga el primer mandatario, sea presidente vitalicio, dictador o rey de un estado fallido.