Operaciones de los B-707 de la Fuerza AƩrea Argentina en Malvinas
- JosĆ© Javier DĆaz
- 28 ene 2022
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Por JosĆ© Javier DĆaz (*)
Hablamos con el Sr. Brigadier General (R) Rubén Montenegro, quien durante la Guerra de Malvinas integró el Escuadrón V de la I Brigada Aérea, equipado con tetrarreactores Boeing B-707, a bordo de los cuales cumplió misiones de Transporte Estratégico y de Exploración y Reconocimiento Lejano en el teatro de operaciones del AtlÔntico Sur, quien describe a continuación las misiones que cumplió la unidad en el conflicto de 1982.
Durante la Guerra de Malvinas, la Fuerza Aérea Argentina (FAA) exhibió un comportamiento ejemplar. Su participación, especialmente en acciones de combate, no solo dejó profundas huellas en las fuerzas britÔnicas, sino que provocó, para sorpresa de muchos, el reconocimiento internacional.
Es oportuno destacar, por otra parte, que el escenario aeromarĆtimo de la batalla en Malvinas planteó un notable reto en tanto el Ć”mbito a sobrevolar, el tipo de blancos a atacar y las lĆneas logĆsticas a mantener, entre otros aspectos, que fueron radicalmente diferentes a los que habĆan guiado el extendido e intenso entrenamiento en los aƱos previos. Tal desafĆo implicó, entonces, asumir misiones hasta allĆ poco o totalmente desconocidas.
Por esta circunstancia se puede expresar que el conflicto de Malvinas resultó un hito trascedente en la historia de la aviación de transporte, en razón de que debió alternar sus convencionales misiones de transporte de carga y personal con una inédita tarea sin apresto alguno.
Producido el desembarco en las Islas Malvinas el 2 de abril y ante noticias de la partida de los puertos de Portsmouth y Plymouth de una Fuerza de Tareas (5 de abril) con rumbo hacia el sur y la posterior confirmación de que la misma ya estarĆa abandonando la Isla Ascensión, surgió la necesidad, en el alto mando militar argentino, de conocer su composición y posición.
Para ello debĆa contarse con medios aĆ©reos en capacidad de realizar vuelos de Exploración y Reconocimiento Lejano (ERL) en una extensa y lejana Ć”rea del atlĆ”ntico sur, capacidad que, por supuesto, se carecĆa, al menos con aeronaves de caracterĆsticas militares. La manifiesta deficiencia determinó que tales demandas serian cumplidas con los aviones de transporte Boeing 707 (B-707) del Escuadrón V de la I Brigada AĆ©rea.
En tal sentido resulta interesante observar las caracterĆsticas de la aeronave que entonces disponĆa el mando britĆ”nico, para tareas de Exploración y Reconocimiento MarĆtimo. El Nimrod MR2, con performances similares en alcance, mĆ”ximo techo operativo y velocidad al B-707, podĆa portar en su compartimiento interno mĆ”s de 6.000 kg de carga bĆ©lica (torpedos, minas o cargas de profundidad), con aptitud de agregar cuatro pilones subalares para misiles aire-aire o antibuque, a lo cual se agregaba la capacidad de obtener información de radio y radares enemigos, de contar con contra medidas electrónicas y de poseer capacidad de reabastecimiento de combustible en vuelo.
Como contracara de tales capacidades, para la Exploración y Reconocimiento Lejano (ERL) en el mar, los equipos del material Boeing 707 se reducĆan a un radar meteorológico, dos navegadores inerciales y un transpoder. Como material adicional se sumó una cĆ”mara fotogrĆ”fica que serĆa operada por uno de los tripulantes.

Las operaciones
Resulta conveniente separar las operaciones de ERL realizadas por el Escuadron V en dos etapas, la primera de ellas durante el mes abril y la segunda a partir del 1° de mayo hasta el cese de las hostilidades.
Abril de 1982
En la primera etapa el propósito fue precisar la posicion inicial de la flota britanica, su composicion y establecer su derrota. Para tratar de revelar tales incognitas se efectuó el primer vuelo el dia 21 de abril con un patrón de busqueda ubicado a 300/400 MN al sur de la isla Ascencion (07° 56“ S / 14° 22“ W).
En tal circunstancia se tomó contacto con la Fuerza de Tareas britÔnica, primero mediante el radar de abordo y luego visualmente a 6oo metros de altura. Es entonces que se pueden apreciar dos portaaviones y numerosos buques de escolta maniobrando velozmente para adoptar una formacion defensiva en torno a los mismos.
Cuando se decide finalizar el contacto y el B 707 comienza a ganar altura, es interceptado por dos Sea Harrier FRS-1 con la aparente intención de reconocer al āintrusoā que habĆa activado el sistema de defensa de la Flota. Alcanzando la altura de 10.000 metros, los interceptores abandonaron la escena.
A partir de entonces, y por tres dias consecutivos, los aviones B 707 sobrevolaron los buques britanicos en la medida que van adentrĆ”ndose en el Atlanttico Sur. AsĆ fue que se sucedieron en la noche del 21 al 22 de abril el segundo vuelo, un tercer encuentro el dĆa 22 de abril, un cuarto sobrevuelo el 23 de abril y un quinto, Ćŗltimo y muy particular encuentro el 24 de abril. En todos estos casos el avion explorador fue interceptado por aviones Sea Harrier, incluyendo la mencionada operación nocturna.

La peculiaridad de la misión del dia 24 radicó en que, habiendo localizado la frecuencia de contacto entre el interceptor y su control, se pudo escuchar claramente en la cabina del B-707 las comunicaciones entre los mismos, desde la mención que referĆa a que era el āavion nacional de siempreā hasta la dificultad que habia en alcanzarlo. Lo sorpresivo resultó, obviamente para los tripulantes del B-707, cuando escucharon preguntar al interceptor si estaba autorizado a āhacer fuegoā. Para su relativa tranquilidad la respuesta del control fue negativa, por lo que el piloto del Sea Harrier se dedicó a exhibir manifiesta y cercanamente su armamento (misiles AIM-9L Sidewinder y caƱones de 30 mm) hasta finalizar su escolta.
Bien podrĆa suponerse que debido al desgate que producĆa la diaria visita de los B-707, la adopción de dispositivos de defensa para los portaviones y despegues de interceptores hasta la identificación de el /los incursor/es, entre otras cuestiones, acabó con la paciencia del comando de la Fuerza de Tareas. El hecho significativo resultó que, pocas horas despuĆ©s del esta Ćŗltima operación de ERL, desde Gran BretaƱa se informó que todo vuelo detectado sobre la Flota serĆa considerado hostil y, consecuentemente, tratado como tal.
Ante tal advertencia, el alto mando argentino ordenó finalizar con tales vuelos. De todos modos, el objetivo habĆa sido sobradamente cumplido. Se tenĆa conocimiento muy aproximado de la composición de la Fuerza de Tareas, particularmente de la existencia de los portaaviones, de la derrota que estaba siguiendo y, especialmente, la estima de arribo al teatro de operaciones Malvinas.
No obstante, y pese a la advertencia britĆ”nica, los dĆas 27 y 30 de abril se realizaron vuelos de ERL al este y noreste de las islas Malvinas. AdemĆ”s, el 26 de abril, se efectuó un vuelo como guĆa de tres aviones Canberra B.Mk.62, desde RĆo Grande hasta proximidades de las Islas Georgias, los cuales tenĆan planeado atacar un grupo de buques ingleses. Por razones meteorológicas y tĆ”cticas, la operación fue cancelada cuando los bombarderos habĆan iniciado su descenso hacia los blancos.
āEl Almirante WoodwardĀ“s, comandante del grupo de portaaviones, todavĆa lejos de poder proyectar su poder militar sobre las tropas argentinas en las islas Falkland, fue el primero en saber que estaba siendo visto por el enemigo. Alrededor del mediodĆa del 21 de abril un avión, volando a gran altura fue detectado con rumbo hacia la flota y un par de Sea Harrier del 800 Squadron del HMS Hermes fueron lanzados a investigar. El lĆder de la sección, teniente Simon Hargreaves, informó estar a la vista de un Boeing 707 para, luego de una cercana inspección, notificar que era un avión de transporte de la Fuerza AĆ©rea Argentina enviado a localizar las unidades navales britĆ”nicas. Esta misión, y las otras que siguieron, fue una indicación de la flexibilidad que podĆa esperarse de la Fuerza AĆ©rea Argentina, y tambiĆ©n la pericia y el valor de sus tripulantes de vuelo: volar a 2.300 millas nĆ”uticas desde el punto mĆ”s cercano de Argentina con un avión sin armamento, equipado con solamente un radar meteorológico, a buscar y encontrar una muy bien armada y alerta Fuerza de Tareas Naval fue una respetable hazaƱa y dio al comando britĆ”nico mucho en que pensarā. (The Royal Navy and the Falklands War ā David Brown ā Pag. 109)

A partir del 1° de mayo hasta el 14 de junio
Esta fase se distingue claramente de la anterior por varias razones. La primera de ellas es que las hostilidades, a partir del 1° de mayo, estaban claramente declaradas, por lo que no podĆa esperarse, por parte de las unidades britĆ”nicas, un trato indulgente para con las operaciones de ERL.
Muy por el contrario, lo que debĆa aguardarse era el mismo rigor que ofrecerĆan a una aeronave de combate. En segundo lugar, el Ć”mbito de las operaciones se trasladó hacia el sur de atlĆ”ntico meridional, particularmente por debajo de los 30° de latitud sur. Un tercer motivo resultó la necesidad de explorar, en algunos casos de manera azarosa, en busca del arribo a la zona de operaciones de buques logĆsticos y/o de guerra para reforzar el cerco britĆ”nico.
Un detalle interesante de mencionar resulta el amplio espacio que constituyó el Ć”mbito operacional. Desde un punto equidistante entre las rutas de Ascensión-Malvinas y Ascensión-Georgias (entre latitudes 30° S y 50° S) la distancia a la costa mĆ”s cercana podĆa oscilar entre 2.000 y 2.500 Km (1.100 MN y 1.350 MN respectivamente)
Cabe aquĆ agregar, aĆŗn brevemente, las prestaciones que aportaba el equipamiento disponible para la ubicación de objetivos navales. El radar, bĆ”sicamente para uso meteorológico, se utilizó en su modo āmappingā orientando su antena hacia abajo con el objeto de detectar buques que, por su porte y grado de respuesta a la onda radar, pudieran transformarse en ecos radar.
Vale seƱalar, tambiĆ©n, que la información que proporcionaba la pantalla resultaba, al menos, incierta, cuando en capas bajas habĆa nubosidad del tipo CĆŗmulos Potentes, situación bastante frecuente, por otra parte, en esa Ć©poca del aƱo en esas latitudes. Tal nubosidad se reflejaba como ecos radar en la misma induciendo, en muchos casos, la duda de estar, o no, detectando buques enemigos.
En cuanto al transponder, que en su uso civil trasmite la seguridad al piloto de que su avión esta representado en una pantalla de radar y, en consecuencia, bajo la supervisión de un controlador, en el caso de su utilización en el conflicto de Malvinas, justamente proporcionaba la sensación opuesta. Al prenderse una luz en el equipo, naturalmente encendido, se tenĆa la certeza de que un radar de vigilancia lo habĆa detectado, con la particularidad de no saber la ubicación ni la distancia al equipo emisor.
El procedimiento para tratar de acercarse al emisor era descender hasta que se apagaba la luz manteniendo siempre el mismo rumbo. Si se encendĆa nuevamente la luz, volver a descender hasta que la misma se extinguĆa manteniendo siempre el mismo curso. En el caso de que la luz del equipo continuara iluminĆ”ndose, repitiendo el seƱalado procedimiento, implicaba que el avión se acercaba al radar emisor, pero sin llegar a precisar su posición ni distancia al mismo. Tales incógnitas solo podĆan ser supuestas, o conocidas, cuando se descubrĆa un eco radar o se hacĆa contacto visual, siempre con la incertidumbre de ser blanco de un sistema superficie- aire.
Tal probabilidad se hizo realidad, finalmente, el 22 de mayo (Misión ERL N° 27) en la posición 31° 64ā S ā 30° 43āW. En tal oportunidad el avión B-707 matrĆcula TC-92 hace contacto visual con una formación que previamente habĆa detectado con su radar. Inmediatamente de producido el avistaje la tripulación de la aeronave observa que le han disparado con misiles.
En un primer intento para eludirlos se inicia un pronunciado ascenso que, luego de advertirse la cierta posibilidad de ser alcanzados, se cambia por un descenso a mÔxima velocidad, acompañado por un viraje escarpado y los cuatro reactores reducidos por completo, buscando aceleradamente la menor altura posible sobre el mar. Percibiendo una explosión cerca de cola y un par de misiles mÔs que se pierden sin rumbo (Sea Dart), logran en vuelo rasante ubicarse por debajo de la cobertura de los radares para alejarse, finalmente, del radio de acción de las armas britÔnicas.

Durante esta segunda parte se alternaron los vuelos de transporte de material y personal, particularmente desde Buenos Aires y ciudades del interior del paĆs, lugares de asiento de unidades militares en tiempo de paz, hacia las bases de despliegue de la Fuerza AĆ©rea Sur con las misiones de ERL. Los aeropuertos de despegue de estos Ćŗltimos fueron normalmente Ezeiza y BahĆa Blanca. Ambos lugares permitĆan el despegue con mĆ”xima cantidad de combustible, habida cuenta la prolongada duración de este tipo de misión.
Generalmente se invertĆa entre tres y cuatro horas de vuelo solo para llegar a la zona de exploración asignada y regresar de la misma al continente. Tal fue la intensidad de la actividad aĆ©rea del Escuadrón B-707 que, en la medida que transcurrĆa el tiempo, se redujo la cantidad de pilotos, por vuelo, de tres/cuatro a solamente dos.
Los resultados de los vuelos de exploración fueron por demÔs diversos, pero, no por ello, carentes de una alta tensión. La precariedad del improvisado equipamiento para llevar a cabo la búsqueda y la total ausencia de contramedidas electrónicas demandaba una enorme atención por parte de la tripulación, particularmente desgastante debido el prolongado periodo en los patrones de búsqueda. El promedio de horas voladas en misiones ERL fue de ocho horas y media.
Asà fue que se sucedieron vuelos con resultados negativos con otros que lograban la ubicación e identificación de buques habitualmente con rumbo a la zona de operaciones.
TambiĆ©n se vivieron especiales circunstancias como el cruce de un Nimrod con un B-707 en pleno patrón de bĆŗsqueda. Ese accidental encuentro habrĆa sido el motivo por el cual rĆ”pidamente se le incorporó al Nimrod la capacidad de portar y disparar misiles AIM-9L Sidewinder, con el propósito de no desperdiciar la oportunidad de un derribo de repetirse situaciones similares.
Como datos mÔs representativos de la actividad del Escuadrón B-707, entre el 02 de abril y el 14 de junio, se pueden señalar:
Carga transportada: 1.660
Toneladas Pasajeros transportados: 7900
Hs. de vuelo de trasporte: 540
Hs. de vuelo de ERL: 525
Total de horas voladas: 1065
Promedio total Horas de vuelo por dĆa: 14
Promedio de horas de vuelo por misión ERL: 08:30
54 operaciones de transporte de carga/ pasajeros
61 misiones de ERL
15 Pilotos - 11 mecƔnicos de vuelo - 11 auxiliares de carga

Conclusiones
Sin duda alguna que el súbito cambio del ambiente operacional en el cual se vio impulsado a actuar la Fuerza afectó, al menos inicialmente, la capacidad de sus medios tanto operativos como de apoyo operativo.
Por otra parte, algunas falencias nunca pudieron ser superadas, ya sea por la superioridad tecnológica britĆ”nica como por las debilidades propias, ejemplo de ambos factores resultó la superioridad aĆ©rea inglesa en base a la capacidad de maniobra de los aviones Sea Harrier, la calidad de su armamento y la escasa autonomĆa y pobre equipamiento de nuestros aviones de combate.
TambiĆ©n, sin dudar, puede expresarse que, ante estas adversidades, surgieron improvisaciones dirigidas a salvar las deficiencias o demandas operativas que nunca habĆan sido previstas o ni siquiera imaginadas. La exploración y reconocimiento lejana fue una de las, precisamente, no imaginadas. Ejemplos en tal sentido abundan, el Escuadrón FĆ©nix realizando misiones de ādiversiónā, los aviones C-130 Hercules cumpliendo tareas de exploración y reconocimiento en bĆŗsqueda de buques con radares de vigilancia aĆ©rea, y hasta de ābombarderoā. Todas operaciones de altĆsimo riesgo habida cuentan la precariedad o ausencia de equipos que pudieran facilitar su misión y protegerlos de las armas enemigas.
Finalmente, y a modo de cierre, podrĆa preguntarse lo siguiente: ĀæEstaba preparada la Fuerza AĆ©rea para esa guerra en el Ć”mbito en que se desarrolló y el nivel tecnológico del entonces enemigo? La respuesta es: terminantemente no. Puede aƱadirse, asimismo, que la improvisación fue casi una constante durante todo el conflicto y que el buen resultado en tales circunstancias se debió exclusivamente a la determinación del personal en cumplir con sus misiones y el excelente adiestramiento alcanzado por sobre el equipamiento disponible.
informe Rattenbach - V Parte - Cap Xiv - Lecciones del Conflicto - Punto 857- Debilidades FFAA en el conflicto:
d. falta de una aviación modernizada para la guerra en tierra y en el mar, y de medios aéreos de exploración y reconocimiento adecuados.
*El autor es Master europeo en Dirección Estratégica y Tecnológica y se desempeña como Consultor de Organismos Gubernamentales y Empresas del Sector Defensa, Seguridad y Aeroespacio.