Con una actividad creciente por parte de bandas criminales a través de las fronteras, la misión de patrullarlas se ha ido incrementando en los últimos años en toda América Latina. El desafío es poder tener aeronaves económicas, pero a la vez con buenas capacidades en autonomía y capacidad para llevar equipos.
Por Santiago Rivas
América Latina es una región vasta y con muchas áreas poco accesibles, de montañas, selvas y desiertos, donde controlar el movimiento ilegal de personas y bienes se vuelve sumamente difícil. El control desde el aire ha sido desde hace mucho una de las mejores herramientas para poder descubrir actividades ilegales y guiar a las fuerzas terrestres para la captura de los criminales, así como, en algunos casos, a la intercepción de aeronaves en vuelos irregulares.
Actualmente, las fuerzas emplean distintos tipos de aeronaves para la misión, casi siempre ligeras, yendo desde avionetas pequeñas hasta aviones bimotores de mediana capacidad.
A la hora de realizar misiones de patrullaje hay varios aspectos importantes a tener en cuenta. Si bien el costo operativo por hora de vuelo es importante, este debe estar en equilibrio con los otros factores. Un avión demasiado pequeño es económico, pero en general ofrece poca autonomía, poca capacidad para llevar sensores y se vuelve incómodo para la tripulación en vuelos largos.
La autonomía es un factor importante, no solo porque permite cubrir grandes espacios en fronteras que ya de por sí en general son largas, sino que en muchos casos tampoco se cuenta con muchos aeropuertos para operar, lo que significa la necesidad de contar con combustible para ir desde la base hasta la zona de operación y volver, contando además con lo suficiente para poder hacer un patrullaje lo más prolongado posible.
Otro punto es la carga útil para poder llevar sensores suficientes y potentes, especialmente un radar de vigilancia y una torreta giroestabilizada de sensores ópticos (para visión diurna y nocturna, infrarrojos, punteros láser o designadores de blancos), pero también pueden sumarse sensores para detectar emisiones de equipos de comunicaciones o de radar, entre otros. En los radares, una antena de mayor tamaño implica mayor capacidad de detección y, por ende, una mayor superficie cubierta, lo que vuelve más eficiente la tarea.
El otro factor importante es el espacio de la cabina. No solo para poder llevar una mayor cantidad de consolas y así poder operar todos los sensores, sino que en vuelos que pueden prolongarse por más de cinco horas y, en muchos casos, hasta casi las diez horas, la tripulación necesita poder estar cómoda. Por eso, una cabina espaciosa, con altura suficiente para caminar con relativa comodidad, baño y la posibilidad de poder alimentarse con comodidad se vuelven fundamentales. A eso se suma una buena insonorización, aire acondicionado y calefacción para operar en climas cálidos o fríos y un avión estable que permita un vuelo confortable.
Como en todo avión de patrulla, una configuración de ala alta sin montantes es siempre la ideal, ya que permite una mayor visibilidad, así como la posibilidad de llevar ventanillas tipo burbuja, que permitan ver hacia abajo, hacia delante y detrás, cubriendo una mayor superficie.
Aviones en operaciones
Hoy, debido a las capacidades presupuestarias y a la disponibilidad, muchas fuerzas aéreas y de seguridad emplean aviones livianos, tipo Cessna 182, 206, 210 o similares, para realizar tareas de patrullaje fronterizo. En muchos casos, las aeronaves fueron capturadas a criminales y en otros se compraron originalmente para misiones de enlace o entrenamiento, pero la necesidad llevó a usarlas en estas misiones.
Si bien son baratas para operar, su capacidad es muy limitada, ya que no llevan sensores de ningún tipo en casi todos los casos, tienen poca autonomía y comodidades y no es recomendable emplearlas sobre zonas montañosas o selváticas.
También, en algunos casos se han usado aviones de entrenamiento y ataque ligero, como Embraer Tucano, Super Tucano, Cessna A-37, Schweizer SA2-37A Vampiro o IA-58 Pucará, los cuales, si bien en algunos casos pueden llevar pods de vigilancia, no son cómodos para misiones de muy larga duración, al tiempo que su capacidad para llevar sensores es limitada.
En otros casos, como ocurre en Colombia, se usa para patrullaje a aviones Cessna Grand Caravan, un poco más cómodos y con mayor capacidad para sensores que los anteriores, aunque sin poder llevar radar de vigilancia, con una autonomía limitada y, al ser monomotores, no recomendables para operaciones sobre áreas selváticas o sobre el mar, donde no hay posibilidades de aterrizar en caso de una falla del motor.
Una opción interesante, en cuanto a aviones livianos, es la adoptada por República Dominicana con su Tecnam P2006T, que tiene la ventaja de ser bimotor, pero con un consumo de combustible de solo 70 litros por hora, que lo hace muy económico.
En Colombia también se emplean aeronaves Turbo Commander y Cessna Citation, los primeros con una capacidad de carga bastante limitada, aunque con la ventaja de ser bimotores y los segundos, ideales para operaciones de vigilancia electrónica.
Así, en general los aviones de transporte liviano, con entre 1000 y 2000 kilos de capacidad de carga útil y bimotores, se han evidenciado como las mejores opciones.
Sin embargo, aún la flota de este tipo de aeronaves especializadas todavía está en cantidades muy por debajo de lo necesario para un efectivo control de las fronteras. Actualmente es el Beechcraft Super King Air el modelo más usado en este tamaño, con distintas modificaciones para incorporar sensores, como emplean la Fuerza Aérea Mexicana, la de Guatemala, la de Colombia y el Ejército de Colombia.
Por su parte, tanto en Brasil como en México se emplea la versión de inteligencia y alerta temprana del Embraer 145, en el caso de Brasil el 145 SR de inteligencia electrónica y el AEW de alerta temprana, y en México el MP de patrulla marítima y el AEW. En este caso, se trata de una plataforma mayor, con sensores de más potencia y la posibilidad de cubrir grandes superficies dada su velocidad, pero solo es útil para vigilancia electrónica.
En otros casos, como la Policía de Colombia o la Aviación Militar Venezolana, todavía se usan plataformas más antiguas, como los Fairchild Metro.
Opciones
El panorama hoy demuestra una falta de aeronaves en la mayoría de los países, con solo casos como los de Colombia y México pudiendo cubrir gran parte de sus fronteras o áreas sensibles en las que es necesario realizar patrullajes.
El incremento de actividades ilegales implica cada vez mayor demanda de este tipo de plataformas y hoy existen varias opciones interesantes.
Entre los aviones pequeños, el Tecnam 2006T y el Vulcanair P-68 Observer 2 se muestran como uno de los más interesantes, el primero ya en uso por República Dominicana y el segundo por la Armada de Chile para misiones de patrulla costera. Ambos tienen la ventaja de ser bimotores con ala alta y buena visibilidad, de bajo consumo de combustible y una capacidad para llevar algunos sensores, aunque ésta es limitada, así como el espacio para la tripulación. Pueden ser una buena alternativa para países pequeños que no requieren misiones de muchas horas de duración.
En aeronaves de mayor porte, el Super King Air sigue siendo una opción, sobre todo para misiones de inteligencia electrónica en donde se requiere volar a gran altura, ya que posee cabina presurizada, pero para misiones de búsqueda visual tiene la desventaja de su ala baja. Además, su cabina es pequeña para misiones muy largas y con varios operadores. Otra ventaja es que es un modelo muy ampliamente conocido en la región.
En Europa, el Dornier 228 es un avión de uso frecuente para este tipo de misión. Todavía no se usa para este tipo de misión en la región, pero sí en países como Finlandia, los Países Bajos y Alemania, donde la guardia fronteriza emplea aviones equipados con radar de vigilancia, radar aerotransportado de barrido lateral (SLAR) y torreta de sensores. Tiene una de las mayores autonomías, puede volar con comodidad tanto a gran velocidad como lento, tiene ala alta sin montantes y una cabina más espaciosa. Además, la forma de la cabina es ideal para todo el equipo de la misión, para detectar fácilmente actividades ilegales.
Por su parte, Viking Air ofrece el Guardian 400, una versión de patrulla del DHC-6-400 Twin Otter que se promociona con la posibilidad de equiparlo con el radar Leonardo Osprey 30, torreta giroestabilizada de sensores y otros equipos, aunque hasta ahora esta versión no ha sido adoptada por ningún operador.
Sikorsky, a la vez, ofrece una nueva versión del PZL M-28 para misiones de patrulla de fronteras, hoy en uso por la Guardia Fronteriza de Polonia, con radar de vigilancia y torreta giroestabilizada de sensores, entre otros equipos. El avión tiene una cabina espaciosa, aunque su velocidad y autonomía son más limitadas.
Este escenario implica que la gama de aeronaves disponibles para cubrir la demanda es interesante y con bastantes alternativas en cuanto a capacidad de carga, espacio de la cabina, velocidad, autonomía y otros aspectos, también con una gran amplitud en costos de adquisición y de operación.
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