En noviembre pasado se cumplieron diez años de la puesta en funcionamiento del primer radar funcional de vigilancia del espacio aéreo desarrollado por la empresa INVAP. Hablamos con Darío Giussi, gerente del área de defensa de la empresa, para contar cómo evolucionó el desarrollo de la familia RPA y qué se viene.
Por Santiago Rivas
En noviembre de 2011, INVAP instalaba el MET 5, o Modelo de Evaluación Tecnológica 5, del proyecto del Radar Primario Argentino (RPA), coronando el desarrollo, desde cero, del primer radar de vigilancia de largo alcance producido en la Argentina, un hito que demostró la capacidad de producir localmente alta tecnología para la defensa y seguridad. El MET 5, aunque no era el modelo de serie, era el último modelo de desarrollo del radar, ya con plenas capacidades operativas, que serviría para validar el producto. Según explica Darío Giussi, gerente del área de defensa de INVAP, esta validación implicaba no solo verificar que se cumplan los requerimientos en cuanto a capacidades del radar, sino también que eso se cumpla de la manera que el usuario lo requiere y en un contexto operativo normal. “Esto nos puso del lado seguro, de haber probado la resolución técnica de la mayor parte de los desafíos y riesgos que implicaba el desarrollo de este radar, que era más ambicioso que lo que habíamos hecho con los RSMA (Radar Secundario Monopulso Argentino, para control de tránsito aéreo) y, de esa manera, estar confiados y poder avanzar hacia la fabricación en serie” explica Giussi, quien agrega que este paso “consolidó la decisión de avanzar en la fabricación de la primera serie, que consistió de seis radares, cinco de los cuales están instalados”.
INVAP trabaja de una manera en la que los desarrollos se van probando con modelos incrementales, en donde se van evaluando distintas funcionalidades, cada uno de los cuales se llama Modelo de Evaluación Tecnológica, hasta ir integrando todo en el modelo final. En el caso del RPA, se inició con un MET 1 muy elemental, un MET 2, que era un modelo funcional, pero de corto alcance y menor resolución, pero que les permitió probar la capacidad de detección y el sistema end-to-end. El MET 3 empezó a validar tecnologías definitivas y después se convirtió en el RAM, con una antena del mismo ancho, pero un cuarto de la altura final del RPA. “Teníamos la resolución azimutal, pero no la capacidad de detección ni la resolución en elevación que tiene el radar definitivo, pero ya tenía los módulos de transmisión y recepción de potencia plena. Era uno de los desafíos hacerlos en Argentina, a tal punto de que, como plan de mitigación de riesgos, habíamos contactado a una empresa europea de RF y radares porque ya tenían en desarrollo un módulo de transmisión y recepción, y nosotros queríamos tener un plan B, aunque fuera para las primeras unidades. Tenían el desarrollo avanzado y nos pasaron una cotización un poco elevada, pero la consideramos. Estaban resolviendo temas de refrigeración y demás. Al final seguimos con el nuestro y este diseño terminó siendo exitoso. La anécdota es que, cuatro años después, en un evento muy importante, me encontré con la gente con la que había hablado y nos preguntaron cómo nos había ido con el desarrollo y nosotros les respondimos ‘bien, acá está el radar’, y nos responden ‘¿nos podrían vender los módulos TR?, porque nosotros no llegamos…’” cuenta Giussi. El modelo que siguió al MET 3 fue el 4 en 2010, que era solamente estructural, con la antena final para evaluar sus mecanismos, la calificación ambiental y estructural y otros parámetros, sin que tenga capacidad de emisión. Validados todos los parámetros, se avanzó con el MET 5, que era el modelo final, aunque aún le faltaba la parte de contra-contramedidas, pero ya se estaba por buen camino y en 2011 se instaló. “Ahí se vio el resultado, en un producto desarrollado desde cero y producido en la Argentina por INVAP y un conjunto de empresas y organismos. Y con un trabajo desde distintos roles, pero con el mismo objetivo, con la Fuerza Aérea, usuario del sistema. Desarrollo nacido de una decisión soberana del Gobierno Nacional, que fue la creación del SINVYCA, en el año 2004” explica Giussi. Con esa iniciativa clave de “hacer los radares en el país y con INVAP” se puso fin a varios años de fracasos en procesos de adquisición, generando también una enorme oportunidad, tecnológica y operativa.
Cuando se instaló el MET 5, la empresa estaba además pasando de la primera a la segunda serie de radares secundarios, que era la primera consecuencia del SINVYCA y con el RPA avanzado, ya teníamos el segundo saldo positivo de esa decisión clave. “Después se ejecutó el contrato de la serie, se instalaron los radares, con todos los bemoles que tuvo la obtención de los sitios, que no son del Ministerio de Defensa, son sitios provinciales o privados, con una gestión muy compleja. Después de ralentizó el proyecto, en el periodo 2016 a 2019, por falta de inversión. Así y todo, tuvimos la posibilidad y el desafío de desarrollar una variante dentro de esta familia, que es el RPA 170, que nos lo pidió el Gobierno Nacional para el G20, durante 2018. Hicimos un radar táctico basado en la tecnología del RPA 240 en diez meses, (además de dos modernizaciones de los TPS-43). Realmente fue una cosa muy rápida y exitosa. Ese radar evolucionó a lo que es ahora el RPA 200, que representa la mayor parte del nuevo contrato de la Serie 2 que firmamos en marzo de este año con la Fuerza Aérea Argentina, y que se viene ejecutando muy bien con recursos del Fondef” contó Giussi.
En cuanto a la diferencia entre los modelos RPA 170, 200 y 240, Giussi explicó que la principal es la evolución de tecnologías utilizadas, algunas diferencias en la capacidad de detección y su capacidad de despliegue. La denominación de cada uno indica las millas náuticas de alcance instrumentado. El 240 es un radar transportable/fijo, ya que se lo puede reubicar en módulos del tamaño de contenedores ISO20, que pueden entrar en la bodega de un Hercules, pero no es un radar de despliegue rápido. En cambio, el 170 y el 200 sí lo son, aunque del 200 hoy la Fuerza Aérea Argentina está comprando la variante fija, ya que irán a sitios determinados, como los del 240.
El RPA 200 es un radar más compacto y que agrega, entre otras, tecnologías de Digital Beam Forming, lo cual le da una mayor versatilidad, un mejor rechazo de interferencias y una mejor relación desempeño/tamaño . “Aunque tiene una capacidad de detección algo menor que el 240, es totalmente apto para el requerimiento operativo y con un costo de ciclo de vida aún menor que su predecesor. Está planeado también un modelo que se denominará RPA 250 de 250 millas náuticas, también en variantes móvil y transportable/ fijo, que se obtiene por escalado del 200”, agrega Giussi y explica que esta versión se ha pensado en principio para algunos clientes internacionales, que piden más volumen de cobertura y algunas capacidades de detección particulares, para otros usos. No descartamos que sea parte del SINVYCA también en la siguiente etapa.
Actualmente la empresa está produciendo la nueva serie de radares contratados en marzo de 2021, aunque a un ritmo un poco más lento de lo pensado debido a la pandemia, y la crisis de los semiconductores, que llevó a que se retrase la llegada de algunos componentes, pero igualmente el proyecto se encuentra dentro del cronograma previsto. También se está trabajando en la producción de los dos radares para Nigeria que, si bien son de uso civil, se basan en la misma plataforma del RPA 200 y serán móviles.
El área de radares de INVAP
INVAP es una empresa que tiene una estructura matricial. “Nosotros tenemos cuatro áreas de negocio, una de las cuales se conoce como “radares2, porque es lo principal que hacemos, pero hacemos otras cosas dentro de lo que es defensa y seguridad, aeronavegación y ambiente. Entonces esa matriz en INVAP se compone de grupos de proyecto y de Ingeniería de Sistema y especialistas en cada área de negocio, y las áreas tecnológicas que son transversales a la empresa, encargándose del diseño de detalle y la provisión de base. Después eso se integra, se verifica, se valida y se entrega al cliente. Hoy aproximadamente hay unas 250 personas trabajando directamente en radares, más subcontrataciones. Es una actividad de desarrollo e ingeniería, pero también hay una actividad productiva importante en las series. El contrato RPA 200 lo estamos desarrollando con la Fuerza Aérea Argentina y el MINDEF, con la coordinación de la Secretaria de Investigación, Política Industrial y Producción para la Defensa, tenemos el contrato de Nigeria y otro contrato más que estamos por firmar, estamos encarando por ahora una serie de 10 unidades”, contó Giussi, y agregó que ese último contrato es para un cliente nacional, mientras que de a poco se va retomando la agenda internacional y esperan tener buenas noticias en 2022.
La familia de radares
De los desarrollos de radares de uso militar, INVAP ha avanzado hacia una familia, que sumará radares aerotransportados, de defensa aérea, de infantería y antidrones, entre otros. “Cuando empezamos a hacer nuestros primeros radares, los secundarios y la modernización de los RASIT, que fueron dos proyectos contemporáneos, lo veíamos solo como proyectos tecnológicos, muy interesantes y para resolver necesidades puntuales de la Argentina. Después fuimos aprendiendo el dominio, entendiendo los distintos ámbitos de aplicación, los conceptos operativos, fuimos aprendiendo del dominio de la defensa y de la seguridad, que en cierto sentido usa soluciones parecidas, pero que tiene características diferentes. Del dominio de la aeronavegación, que es un dominio y un área de negocios con leyes muy exigentes. Luego, los radares meteorológicos, que tienen algunas tecnologías comunes y otras no, y usos diferentes y actividades importantes de vinculación con la Academia y la investigación. Fuimos entendiendo por dónde podríamos ir desarrollando esas capacidades de radar como tecnología clave, estratégica en términos soberanos, que ahora tiene la Argentina. Fuimos aprendiendo, en Defensa, en conjunto con la Fuerza Aérea, con el Ejército y con la Armada y eso nos permitió ir evolucionando hasta plantearnos sistemas competitivos en el mercado y aumentando nuestra oferta, y ahora estamos incursionando en los radares aerotransportados. Con un ‘roadmap’ que incluye antenas AESA de barrido electrónico de distinta complejidad, radares embarcados y radares de defensa antiaérea. Lo que vemos que hace falta acá y que se demanda y hace falta también en muchos otros mercados, con una oferta que sea competitiva en precios y en prestaciones” describe.
En este punto, una de las mayores ventajas de INVAP en el mercado internacional es que hoy ofrece tecnologías que, si bien algunos países dominan, muchos de ellos no las venden en el mercado internacional. Esto permite a otras naciones poder acceder a ellas, además de hacerlo a un costo competitivo.
De los productos de la familia de radares, Giussi explica que tanto con el radar de vigilancia terrestre y el de defensa aérea han avanzado en la ingeniería. El de vigilancia terrestre y de defensa aérea de baja cota ahora entrará en la etapa de prototipo. Ya tienen un diseño maduro para avanzar en un MET y apuntan a ir escalando el trabajo para concretar contratos.
A la vez, están trabajando con EANA en la modernización de los radares secundarios con modo S, nuevos radares primarios de área terminal, así como en incorporación de ADS-B, para lo cual tendrán productos en campo en 2022. Y con la Secretría de Infraestructura y Política Hídrica se acaba de firmar la etapa 3 del Sistema Nacional de Radares Meteorológicos, con diez radares nuevos.
Con respecto al RMF200 de defensa aérea terrestre y embarcado, están negociando contratos con todas las fuerzas, con el objetivo de que se use tanto en unidades terrestres como en buques, para defensa antiaérea y, en el caso de los últimos, también para detección de superficie. “Esas cosas las estamos cerrando, en todos los casos apoyados con la enorme contribución que significa el Fondef. Como ya lo hemos charlado en otras oportunidades, un recurso muy importante que tiene que mantenerse por encima de vaivenes políticas, es esencial que se mantenga como recurso nacional y Política de Estado” sostuvo Giussi y agregó que la inversión del Estado en estos proyectos, alimenta todo un ecosistema que INVAP tracciona. “Nosotros decimos por cada dos pesos o dólares que entran a INVAP en términos de contrato, típicamente uno de esos sale al ecosistema productivo, tenemos cerca de mil proveedores (desde unipersonales hasta PyMES), de software, productoras de estructuras, de mecanismos, pintura, electrónica, obra civil, servicios, etc. Eso, a su vez, tiene otro factor de multiplicación, porque ese peso o dólar en tecnología se multiplica varias veces más en la cadena productiva”.
En este punto, destaca la importancia de desarrollar productos tecnológicos que luego generan exportaciones de alto valor, destacando que en la última década INVAP realizó exportaciones por 2.000 millones de dólares, a lo cual hay que sumar las soluciones para el mercado local que permitieron sustituir importaciones. En ese sentido, para ejemplificar otra experiencia en la región, destacó el camino realizado por Brasil, que se ha consolidado como productor de tecnología, con persistencia y decisiones acertadas. “En ese sentido y a pesar de muchas diferencias evidentes, Embraer es un buen punto de referencia”, “Una decisión soberana tomada hace algunas décadas de impulsar el transporte aerocomercial entre ciudades, desarrollo de flota propia (con capacidades iniciales que obtuvieron en su momento de nuestra fábrica de aviones, hoy FAdeA) y hoy un jugador de primera línea mundial, manteniendo esa política en el tiempo”.
En cuanto a cómo es la oferta de INVAP, ejemplificó: “en el área satelital tuvimos una experiencia de exportación y transferencia importante con Brasil, ellos hicieron algunos contratos con otros países: con Europa no les fue muy bien, con Oriente no les fue muy bien, con nosotros les fue bien. La aviónica, las computadoras de a bordo, la plataforma de su primer satélite es algo que desarrollaron acompañados por nosotros, en un proceso de transferencia y de formación de personal. Y hoy han hecho ese sistema solos, para el satélite Amazonia. Es interesante, porque es parte de la oferta exportable de INVAP, no vendemos solo productos, sino también capacidades, porque esta bueno que desarrollen también, nosotros creceremos, desarrollaremos más, nos asociaremos…quizás haya competencia en algún punto, pero lo que dominará es un avance de la región, y cooperaciones. Siempre insisto en lo mismo, no hace falta comprar mucha tecnología de otros países más desarrollados, podemos resolverlo con lo que hay acá si tenemos el grado de consenso y de coordinación adecuado, y fundamentalmente de decisión de los responsables políticos para que estos procesos tengan continuidad. En todo caso, la soberanía del conocimiento es indispensable para elegir que hace uno y que compra”.
Radares aerotransportados
En este segmento, INVAP está trabajando, por un lado, en el pod para el Pucará Fénix con un radar de banda X de apertura sintética (SAR), y barrido electrónico y por otro en uno con una antena giratoria que apunta a los Beechcraft Huron de la Fuerza Aérea Argentina, a los B-200 y P-3B Orión de la ARA, para vigilancia aire-tierra o aire-mar. “El producto se llama RMF 160 y también hay un escalado de productos más chicos para plataformas no tripuladas. Este es el primero que estamos haciendo, después vendrían alguna variante más grande, para otras plataformas y misiones”, explicó Giussi.
El RMF 160 también lo plantean para helicópteros, pero primero planean trabajar con modelos que ya están certificados con transformaciones estructurales que permiten albergar un radar de este tipo. Esto permitirá a INVAP ofrecer en el mercado global una plataforma de vigilancia competitiva con un radar SAR, que es muy importante, porque no lo obstaculizan las nubes y tiene un alcance muy importante.
Por otro lado, la empresa trabaja en conceptos de sistemas de alerta radar y guerra electrónica, “es un tema que lo mantenemos activo, tanto el Radar Warning Receiver como los equipos MAE y SIGINT”, explicó, con lo cual la empresa podría en el futuro ofrecer sistemas que permitan una mejor conciencia situacional y estar mejor preparados para enfrentar amenazas.
Futuro
Cuando le preguntamos sobre cómo ve la actividad en radares de INVAP para los próximos diez años, Giussi destacó que ve una continuación en la ejecución de estos planes soberanos como el SINVYCA, los productos antes mencionados y aportando junto a otros actores en nuevos programas, como el SINVYCEM, “todo un capítulo el de los radares costeros, y/o los OTH (Over The Horizon, más allá del horizonte), ambos de vigilancia desde tierra al mar. Esto sumaría a consolidar las respuestas a necesidades importantes de nuestro país. Geográficamente nos vemos en América Latina en varios países, probablemente con alguna asociación y sin dudas con coproducciones locales, siendo así referentes en el continente, y desarrollando una oferta competitiva en otros, como África y Asia que son mercados que crecen. Lo veo también contribuyendo a que se desarrolle la tecnología radar en ámbitos académicos y de investigación, (con todo el conocimiento científico y tecnológico que implica), porque es un área indispensable para avanzar de manera sustentable. Las funciones del radar hoy están presentes en muchas aplicaciones sensibles desde el espacio al mar, desde la Defensa a la Ciencia, cada vez más. En términos de sistema, nos imaginamos también una tendencia a la descentralización, a que haya muchos más sensores de menor alcance, redes de sensores o de sensores que tengan capacidades de procesamiento distribuidos funcionando a través de mecanismos avanzados de conectividad de manera colectiva. Mirando horizontes más largos, también hay conceptos nuevos, un poco en términos científicos y claramente en tecnología, como los radares cuánticos, que es algo muy interesante. Si se cumple la mitad de lo que promete podría ser un “game changer” ya que mejoraría notablemente la sensibilidad de la detección, la posibilidad de clasificar blancos, detectar cosas que están muy mezcladas con el ruido y también serían muy robustas a técnicas de engaño y ataque electrónico. Por ahora es incipiente, pero será lindo ver cómo evoluciona. Definitivamente vamos a un mundo donde la conciencia situacional va a estar atada por muchos sensores en red: radares activos y pasivos, sensores ópticos, lidares y otros, interconectados en tiempo real y con mucha inteligencia artificial corriendo sobre enormes volúmenes de datos para obtener información”.
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