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Ignacio Montes de Oca

Reporte de la guerra en Ucrania: Avdiidka es mucho más que una ciudad

Por Ignacio Montes de Oca


Vamos a explicar que está sucediendo en Avdiivka, en donde transcurre la mayor batalla del frente ucraniano desde octubre en el intento ruso por tomar una ciudad que no es estratégica, sino un símbolo político desde antes de la segunda invasión. Rusia logró penetrar por el centro de la zona urbana, pero aún no logra desalojar a las tropas ucranianas que mantienen libre la ciudad. La clave es la fortificación en la zona industrial y el tiempo, porque Rusia está gastando cantidades inmensas de tropas y equipos en el asalto.



Revisemos las bajas verificadas a partir del monitoreo de @naalsio26. Desde octubre, Rusia perdió 222 tanques. 126 fueron destruidos y 88 abandonados, es decir, son bajas definitivas. Ucrania perdió en el mismo lapso 20 tanques. La proporción es de 10 a 1 a favor de Ucrania. En vehículos de combate de infantería, las bajas rusas ascienden a 365 contra 21 de Ucrania. La proporción sube 16 a 1 y esto explica por qué en los últimos asaltos rusos se los ve avanzando a pie y por lo tanto expuestos a mayores bajas por los disparos y a artillería ucraniana. En artillería destruida la proporción es menor, 30 a 4, es decir 7,5 a 1. Igual sigue siendo una desproporción más alta que en periodos anteriores de la invasión. En las pérdidas totales, Rusia perdió 655 unidades contra 50 de Ucrania. 13 a 1, y ahora es tiempo de analizar.




Lo primero que hay que explicar es la obsesión de Putin con Avdiivka, la ciudad está en las puertas de Donetsk y desde 2014 es un símbolo de la resistencia ucraniana. Fue en julio de ese año que Ucrania la recuperó tras una batalla intensa contra tropas separatistas. En enero de 2017, las tropas ucranianas que controlaban la zona industrial lanzaron una ofensiva y liberaron el resto de la ciudad de las milicias prorrusas. Fue una victoria que demostró a Rusia que Ucrania no se rendía y que estaba dispuesta a recuperar territorio.

Luego vino la invasión de febrero de 2022 y Rusia se lanzó sobre la ciudad, que sin embargo volvió a resistir desde las posiciones fortificadas que se habían reforzado desde 2017. Avdiidka es entonces un símbolo de la persistencia ucraniana y eso explica la tozudez de Putin. Avdiivka no es un sitio estratégico ni sus 29 km2 otorgan una ventaja transcendental. Perder un volumen tan grande de soldados y vehículos solo se explica por la injerencia de Putin y sus deseos políticos. Al igual que sucedía con Hitler, el ego del líder no puede ser contradicho.



Vamos a las consecuencias a largo plazo. En el gráfico de @verekerrichard1 se confirma que se agrava el progresivo envejecimiento del parque de tanques rusos. Cada vez hay más tanques de las décadas anteriores a 1980 entre las bajas. Es medio siglo de tecnología. Esto indica que Rusia está acelerando el uso de tanques recuperados de los depósitos. La tendencia se acentúa al ver que el resto son variantes del T-80 y que el T-90, lo más moderno que tiene Rusia, apenas está presente en poco más del 5% de los casos. Mas allá de los números, este es un dato crucial porque implica que Ucrania, con la asistencia occidental, empujó a Rusia a una obsolescencia que le impide presentarse como una amenaza seria para Europa en los próximos años.



Expresado en otras palabras, Ucrania logró que el que era el segundo mayor ejército del mundo haya retrocedido en la calidad y antigüedad de material. Ese es el resultado auditado del apoyo que le dio Occidente a los ucranianos desde febrero de 2022. Si vamos a las cifras de Oryx, la perspectiva es más clara. En lo que va de la segunda invasión Rusia perdió 14.333 vehículos. Entre ellos hay 2.726 tanques. Esa cifra equipara a la fuerza que pueden reunir todos los países europeos de la OTAN en su conjunto.



Si bien es cierto que Rusia tiene aún una gran cantidad de tanques en depósitos, se trata de versiones obsoletas y el número real de los que pueden recuperarse es incierto. Por eso las bajas que sufre en Avdiidka no son un dato irrelevante. Hay otra forma de medir el impacto. Si consideramos que un tanque T-90 producido desde cero tiene un costo declarado de U$S 4,5 millones, Rusia necesita invertir U$S 12.267 millones para cubrir sus bajas hasta hoy. Considerando que produce a lo sumo 300 tanques anuales, le demandará 9 años cubrir el hueco hecho por Ucrania. En realidad, la capacidad probada de preguerra era de 170 tanques anuales si se miden las entregas a clientes en el exterior y las incorporaciones al ejército ruso. Suponemos que la economía de guerra aumentó la cadencia. Si no lo hizo, van a necesitar 16 años para reponer bajas. Pero no se trata solo de tanques, tiene que cubrir la pérdida de 4.586 blindados IFV, APC y AFV. Si el costo de un BMP-3 nuevo es de U$ 3,5 millones, entonces su reposición costaría otros U$S 17.430 millones y son imprescindibles para mantener mecanizado al ejército ruso.



Rusia tiene 4 fábricas de tanques y blindados con su producción al límite y para reponer solo estas categorías de material terrestre le demandarán casi U$S 30.000 millones, un tercio de todo su presupuesto de defensa anual de U$S 84.300 millones. Ese es el valor de las bajas rusas solo en los ítems necesarios para recuperar una fuerza blindada que mantenga su poder de ataque. Y para sostener una disuasión efectiva o una amenaza creíble no se la puede reemplazar con modelos recuperados de las chatarreras castrenses.

Por eso las pérdidas en Avdiidka cobran una importancia en extremo relevante para el futuro. Indican cuanto tiempo y dinero necesitará Putin para volverse nuevamente una amenaza real contra Occidente. Con tanques en blanco y negro no puede amenazar a nadie. Pero en nivel de pérdidas que asume también muestran que Putin necesita de manera urgente un logro militar y que para lograrlo era preciso obstruir la asistencia militar a Ucrania en el tramo final de 2023. Mike Johnson y MAGA era el as en la manga del líder ruso.



Si Ucrania aumenta la cantidad de rondas de artillería o mejora su capacidad tecnológica con más y mejores aviones, por ejemplo, podrá responder al envejecimiento del material ruso y a la creciente precariedad de sus ataques: Orban, Trump y MAGA bailaron al ritmo de esa urgencia.

Malgastar tropas y blindados tiene más sentido si la perspectiva de Putin era que Ucrania viera recortada la ayuda de EEUU y quedara debilitada. Que la obstrucción trumpista comenzara junto con su ofensiva en Ucrania es solo una casualidad, Tanto la obstrucción húngara en la UE como la de sus aliados en el Congreso de EEUU le permitió saber a Putin en qué momento Ucrania iba a ver debilitada su capacidad ofensiva y su límite defensivo. El tiempo que demande resolver esas trabas, es un bonus para sus planes.

La otra fecha clave es el 15 de marzo, cuando se realicen las elecciones presidenciales en Rusia. Luego de encarcelar o proscribir a otros candidatos, Putin se aseguró una victoria. Pero aún puede expresarse el enojo a través del nivel de participación. Ucrania está corta de municiones y Europa prometió que las primeras entregas luego de apurar a su industria militar para aumentar la producción comenzarán en marzo. Otra vez el mismo mes que coincide con el fin del barro que hoy empasta todo el frente.



El factor final es el foco puesto por Rusia en Avdiivka sin mencionar otros frentes activos. En Krynky, Ucrania amplió la cabeza de playa y en Robotyne resistió decenas de ataques rusos, al igual que en la zona de Klischiivka, al sur de Bakhmut. No obstante, Rusia hizo algunos avances hacia Chasiv Yar y en el frente de Kupyiansk. Son ganancias de centenares de metros de ambos bandos que hicieron que desde enero el resultado de las batallas arrojara unos 33,14 km2 a favor de Rusia.

Según las cifras de @naasio26 publicadas el 29 de diciembre y las del 9 de febrero, para avanzar esos 33,14 km2 Rusia perdió 2,38 tanques y 3,22 blindados de combate por Km2 ocupado. En cantidades totales, pierde 7,3 vehículos por km2 en lo que va de 2024. A este ritmo, tomar los 40.000 km2 que le resta ocupar de los cuatro oblast que se anexó ilegalmente resulta a todas luces una locura, aunque restaure hasta el último T-54 que le quede en el más alejado museo de la región de Yakutia. Extrapolando ese costo en bajas por los 40.000 km2 restantes, implican 95.200 tanques, 128.000 blindados y un total de 292.000 vehículos de todo tipo sosteniendo este ritmo de perdidas. Mejor no calcular lo que le demandaría controlar los 500.000 km2 de la Ucrania libre.



Más allá de la propaganda, es importante comprender que por más que se agite el mito de la Rusia infinita, las cifras actuales del frente le ponen un freno matemático y temporal al deseo inicial de Putin de ocupar Ucrania y a su hipótesis de mínima de terminar la anexión. Ese deseo se vuelve aún más lejano por su obsesión por Avdiidka y su necesidad política de exhibirla como un trofeo. Aun completando la ocupación de la ciudad, el precio que va a pagar será demasiado alto sin importar si sucede mañana mismo.

De allí que la categoría estratégica de la ciudad no sea el punto del debate. Si el tomar una ciudad de 32.000 habitantes antes de la guerra le demanda un costo aun mayor que el que pagó por Bakhmut, la cuestión de la superficie invadida se vuelve por completo superficial. Ya no está Prigozhin para blanquear el costo de la ceguera de Putin, que en Bakhmut fue de 62.000 soldados y mercenarios entre muertos y heridos. Las bajas en equipos fueron mucho menores a las de Avdiidka, por lo que podemos meditar el número actual de pérdidas humanas de Rusia.



Con este nivel de derroche de fuerzas Rusia sigue alejándose de la idea de emerger como potencia sin importar el desenlace de la guerra, ya sea por la pérdida de material humano y militar como por el tiempo que le demandará recrear una fuerza moderna.

En cada batalla y con estas cifras de bajas, el horizonte temporal para reponer las pérdidas en equipos se aleja. Y al mismo tiempo, crece la factura que necesitará pagar para recrear el ejército que hace casi dos años se preparaba para invadir tras la frontera ucraniana. Esa es la clave de Avdiivka observada desde una perspectiva amplia, más allá de los anuncios de victoria, los temores por la pérdida de más zonas libres o los gritos de victoria. Hay que observar la secuencia porque un fotograma rara vez explica la trama completa de la película.

Hay otro detalle importante: más tiempo pierde Putin en su búsqueda de victorias simbólicas tirando tropas y tanques por la ventana, más tiempo le dará a Europa para prepararse para una futura embestida en algunos de los puntos de la frontera común. En la manta corta de la guerra, cuanto más tenga que reponer mayor Rusia, mayor margen tendrá Europa para adecuarse al divorcio de EEUU como socio estratégico si sucediera una victoria de Trump. Cada mes de producción que pierden los rusos es uno que ganan los europeos.



Y por cada tren o barco que llega con asistencia a Rusia desde Irán o Corea del Norte, también decrecen las existencias de sus socios y por lo tanto sus capacidades frente a Israel y Corea del Sur. Al agitar otros escenarios, Rusia acorta la capacidad de apoyo de sus aliados. Ni Rusia, ni ninguno de los países de Oriente u Occidente que nombramos tienen una capacidad industrial infinita. Producir armas no tiene que ver con la disponibilidad de materias primas solamente. Tampoco es que se plantan eslabones de oruga y se cosechan tanques. Hay que aplicar la misma vara siempre. O Teherán y Pyongyang ponen un límite para el apetito voraz de Rusia o también su propia capacidad de amenaza se verá disminuida. Y si lo hacen, Rusia también enfrentará eventualmente una escasez similar a la de Ucrania respecto a sus aliados.



No es un asunto menor porque, pese a que se afirma que Rusia fabrica millones de municiones, el apoyo de norcoreanos e iraníes fue el factor que le permitió sostener el nivel de gasto en el frente. Sí. Rusia también depende de sus aliados.

Es por eso que hay que mirar los escenarios desde diferentes ángulos. Rusia y Ucrania hicieron diferentes apuestas en torno a Avdiidka. Ucrania resiste causando bajas desproporcionadas a Rusia. Rusia aguanta las bajas e intenta abrumar con el número. Por supuesto que una retirada ucraniana sería un golpe para su moral e imagen y debería tolerar las expresiones victoriosas de Putin con resignación. Pero en el balance final habrá que hacer un arqueo de lo que pagó cada uno desde octubre, cuando comenzó la ofensiva rusa. Ucrania no cumplió con los objetivos de su ofensiva, pero logró avances en Robotyne, Urozhaine y se consolidó en la ribera oriental del Dniéper. Rusia tomó Mariinka, avanzó en Bakhmut y Kupiansk y quiere tomar Adviidka, pero fracasó en su intento de romper el resto del frente.



Ni Rusia ni Ucrania lograron atravesar las líneas adversarias para rasgar el estancamiento del frente. A Ucrania le alcanza para contener, por ahora, la masa de fuerzas que le arroja Putin. A Rusia, apenas para conseguir un avance en un objetivo simbólico, pero nada más. No importa como se mire el mapa. Lo real es que ambos bandos fallaron en sus ofensivas. Ucrania porque no llegó siquiera a Tokmak y chocó con la línea Surovikin. Rusia porque no revierte los avances ucranianos y porque pagó un costo inmenso por cada avance que logró.

Cerremos con un dato de la realidad. Al venderse la ocupación de Bakhmut como una victoria estratégica crucial, se dijo que era la puerta para llegar a Kramatorsk, de allí a Kiev y luego no habría freno hasta a la conquista del estadio del Inter de Miami con Messi adentro. Desde mayo de 2023 Rusia avanzó 3 km hacia Chasiv Yar y perdió el territorio que había tomado al sur de la ciudad. Con medios cada vez más escasos de artillería y otros medios militares, Ucrania viene logrando evitar que Rusia avance según sus planes y que Messi caiga prisionero. Ucrania sufre de una falta desesperante de munición y espera que el respaldo europeo llegue a tiempo mientras agudiza el ingenio con el uso de drones. Putin apuesta a que los ucranianos se quiebren frente a su masividad antes de declararse en bancarrota militar y tecnológica.



En los días siguientes se medirá hasta cuándo puede resistir Ucrania en Avdiidka o si será capaz de reforzar su defensa y recuperar terreno. Mientras tanto Putin intentará ocuparla a como dé lugar. Ambos quieren llegar a marzo con un resultado favorable. Ucrania porque espera que en marzo llegue el refuerzo europeo y, si Trump no frena el fondo para Ucrania, la nueva asistencia de EEUU. Putin debe llegar a ese mes con el cuero de Avdiidka convertido en su traje electoral. Febrero va a ser uno de los meses más largos del 2024.



PS:  Avdiidka nació en el siglo XVII a partir de los siervos que escaparon de sus amos en Kursk, Veronezh y Poltava, hoy parte del territorio ruso, en busca de libertad. Hay algo en la historia de la ciudad en disputa que trata de explicarnos el porqué de su resistencia empecinada.

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