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Sobre el proyecto IA-100B Malvina

Por Santiago Rivas

Cuando el pasado lunes 24 de agosto publicamos la noticia sobre el proyecto de entrenador primario IA-100B Malvina que Fadea planea llevar adelante financiado en aproximadamente un 50 % por el Instituto de Ayuda Financiera (IAF) de las Fuerzas Armadas argentinas, como era de esperar, más que elogios, los comentarios de los lectores fueron sumamente críticos. Si bien debería despertar entusiasmo que la fábrica vuelva a avanzar en un proyecto nuevo de desarrollo, hay varios factores que generan dudas y rechazo. El mayor de ellos, obviamente, es el uso de un instituto creado para el pago de retiros y pensiones, así como para otorgar créditos al personal militar, para financiar un proyecto de desarrollo de una aeronave.

Si bien es cierto que es una operación totalmente válida, ya que el Artículo 47 de la ley de creación del IAF establece, en su inciso E, que pueden “concertar otras operaciones financieras siempre que cuenten con la garantía del Estado”, lo que genera rechazo es que se esté empleando a una caja destinada a gastos del personal militar para financiar proyectos que, en general, generan poca confianza y han dado malos resultados.

El crédito otorgado a Fadea por el IAF es por un total de 2,5 millones de dólares, con doce meses de gracia y a pagar luego en 24 cuotas con un interés anual del 4 %. Según indicó el ministro de Defensa, Agustín Rossi, “Fadea no consigue esa tasa, y el IAF no tendría esa rentabilidad con otro instrumento”. Esto es cierto, pero se debe a la falta de confianza en la capacidad de pago de Fadea (empresa que ha tenido déficit desde que se creó en 2009 y hoy ha perdido casi todos sus contratos con clientes fuera del Estado argentino, lo que hace suponer un incremento del déficit).

A la vez, los proyectos de investigación y desarrollo deberían ser financiados por otro tipo de instituciones, sean estatales o privadas, que no signifiquen un riesgo para, en este caso, el futuro del personal militar que espera contar con ese dinero a la hora de su retiro.

Por otro lado, las malas gestiones que ha sufrido la fábrica, incluyendo los tiempos en que fuera manejada por Lockheed Martin y aún cuando era la FMA, llevan a que haya muy poca confianza en que el proyecto se vaya a realizar en los tiempos, costos y la manera que ha planteado la empresa. En estos últimos diez años se pueden enumerar, rápidamente, la fallida producción de 40 Pampa para la FAA -que no superó la mitad de dicha cantidad-, el cancelado proyecto IA-73 Unasur 1, el ensamblado del helicóptero chino Z-11 - que hoy junta tierra en un hangar de la fábrica -, la producción bajo licencia del caza chino FC-1 Xialong y algunas otras ideas que tampoco llegaron a buen puerto.

A la vez, se ve que, mientras el Ministerio de Defensa busca la aprobación de la ley del Fondo para la Defensa (Fondef), que apunta a destinar un porcentaje de los ingresos corrientes del estado para la financiación de la inversión en defensa, se está buscando una vía alternativa, y muy inusual, para financiar uno de dichos proyectos, lo cual sugiere que el estado no ha conseguido otra manera de poder brindarle a Fadea esos 2,5 millones de dólares que aportará el IAF. Eso acarrea serias dudas sobre la viabilidad del propio Fondef, el cual planteaba un gasto en 2020 de unos 230 millones de dólares. De ser viable el Fondef, tal vez habría convenido esperar a la sanción de la ley para que los fondos para el IA-100B provengan del mismo y no se genere el malestar por el uso de los fondos del IAF.




Mercado

Otra duda que se genera es si realmente Fadea ha realizado un estudio de mercado serio sobre las perspectivas de venta del avión o si solo, una vez más, apuntan a un producto para la Fuerza Aérea Argentina (FAA). Como justificación del proyecto se ha indicado la emisión desde la FAA de un requerimiento para un entrenador primario con una potencia de 260hp, tren retráctil, capacidad acrobática y capacidad IFR, entre otros aspectos, lo que da a entender que se pretende reemplazar a los Grob G-120TP que hoy la FAA alquila a Fadea.

En este punto conviene analizar si la FAA realmente necesita de manera prioritaria una aeronave de este tipo. Si bien el G-120TP no pertenece a la fuerza y ha sido cuestionado por varios aspectos, vale preguntarse si es buena idea hoy enfocar la inversión en reemplazar una aeronave moderna y que cumple su función, cuando la fuerza posee una enorme cantidad de medios que necesitan ser reemplazados de manera urgente o es necesario recuperar otras capacidades que prácticamente se han perdido.

Lo otro llamativo es que se planea reemplazar a la flota de diez G-120TP originales con 25 IA-100B, los cuales solamente cubrirían una etapa intermedia del Curso Básico Conjunto de Aviador Militar (CBCAM), entre los Tecnam P-2002 y los AT-6C Texan II, en tiempos en que escasean los alumnos.

A la vez, se ha planteado, en el plan de Fadea, la venta de doce aeronaves al Comando de Aviación Naval, el cual está, al mismo tiempo, negociando con la empresa la modernización de sus T-34C Turbo Mentor, con los cuales lleva adelante la formación de pilotos desde 1978 (además de que hoy realizan la formación básica en el CBCAM), por lo que no tendría una necesidad de un avión como el IA-100B, mientras que también necesita recuperar otras capacidades más urgentes.

En ese sentido, también hay que tener en cuenta que ninguna de las dos fuerzas ha realizado ni una carta de intención ni una orden de compra por las aeronaves, mientras que el Estado debería asignar la partida presupuestaria para ello, estimándose, en caso de concretarse ambas ventas, un costo total de casi 29 millones de dólares. Sin tener asegurado que se otorgará dicho presupuesto y sin tener ningún otro potencial cliente por ahora, no parece prudente avanzar en el desarrollo del modelo.

Si bien la empresa ha calculado un costo de producción por unidad de 659.813 dólares, en el desglose de dicho costo no se ha incluido la amortización de los 4.494.590 dólares que se estima saldrá el desarrollo del proyecto hasta su certificación. Si el IA-100B solo se produjera en los 25 aviones para la FAA y los 12 para la Armada Argentina, eso significaría un extra de 121.475 dólares por aeronave, dando un costo total de 781.288 dólares, a la par de los modelos más caros en su segmento en el mercado.

Pensando en el extranjero, la competencia en ese segmento es muy grande, con varios productos en valores por debajo del estimado por Fadea y de marcas ya muy reconocidas a nivel global, con un buen soporte al cliente y muchos usuarios, como son distintos modelos de Cessna, Cirrus, Diamond y otras, con las cuales Fadea difícilmente pueda competir.

A eso hay que sumarle que hasta hoy la empresa no puede ofrecer ninguna línea de financiación, ya que no ha obtenido aval de ningún banco para poder hacerlo, en un mundo donde nadie compra aeronaves pagando al contado. Eso vuelve prácticamente inviable la venta del avión en el mercado civil o en el exterior hasta tanto no sea posible un acuerdo con algún banco y ofrecer una línea de crédito competitiva. Hay que tener en cuenta que ese mismo problema fue una de las mayores causas del fracaso en las ventas del aeroaplicador Puelche (del cual sí existe una gran demanda y no tiene competidores) y también jugó muy en contra en todas las ofertas de venta del IA-63 Pampa.

La falta de una orden de compra en el mercado local y de potenciales clientes en el exterior, sumados a la poca confianza debido a los fracasos en otros proyectos similares anteriores, lleva a pensar que el riesgo del programa es muy grande y eso implica el riesgo para los fondos del IAF y los retiros y pensiones del personal militar.

Todos estos puntos van más allá de las posibilidades de que el IA-100B Malvina pueda ser un gran producto, pero una aeronave no es exitosa solo por ser buena, sino también porque sea necesaria y porque las condiciones de venta ofrecidas sean tentadoras para los potenciales clientes.

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