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Ucrania busca evitar su despojo buscando nuevos aliados





Por Ignacio Montes de Oca

 

Steve Witcoff, el enviado de Trump ante Putin le recomienda a Ucrania entregarle a Rusia los territorios que se anexó ilegalmente en septiembre de 2022 para lograr un alto el fuego. Propone que EEUU fuerce a Ucrania a ceder lo que los rusos no logran por la vía militar. Tras reunirse con Putin en Moscú, Witcoff le propuso a Trump un alto el fuego a cambio de concederle a Rusia el territorio de los oblast que no fueron ocupados. Es decir, el 42% de Jerson, el 30% de Zaporiyhia, el 40% de Donetsk y el 2% de Luhansk que Putin reclama para sí. En las zonas libres de esos oblast vive un millón de ucranianos, por lo que el enviado de EEUU propone someterlos a los rigores de la ocupación rusa o provocar una catástrofe humanitaria al obligarlos a dejar sus tierras para escapar de la Gestapo del Kremlin.

Witcoff ocupa el puesto de delegado ante Putin luego de que el presidente ruso ordenara que Keith Kellogg fuera sacado del cargo de mediador ante Rusia y Ucrania y solo se le asignara la tarea de enviado ante los ucranianos. Ahora se entiende el porqué. Kellogg, aunque es menos favorable a Putin, también se mostró alineado con el Kremlin al proponer una división de Ucrania al “estilo de Berlín” con tropas rusas y aliadas de cada lado del reparto. Equivale también a cederle a Rusia el dominio parcial del territorio de Ucrania.

De todos modos, lo que pide Putin es de cumplimiento imposible, dado que la Constitución de Ucrania prohíbe la cesión de territorio. El mismo impedimento rige sobre la demanda de Trump hacia Ucrania para que ceda sus recursos a cambio de asistencia militar. En tanto Witcoff propone llenar de ofrendas a Putin, Bressent, el secretario de justicia de Trump le ajusta el lazo a Ucrania. Miembros del parlamento ucraniano filtraron el memorándum de 58 páginas con la última propuesta de EEUU para que Trump acepte regresar el apoyo militar, financiero y humanitario. Si le sumamos la recomendación para que pierda territorio, entenderemos todo.



Trump le pide a Zelensky que firme un compromiso para que Ucrania ceda a perpetuidad sus tierras raras, petróleo, gas y otros recursos mineros a un consorcio manejado por un directorio de 5 miembros, cuya mayoría de 3 directores deben ser de EEUU. Además, ese directorio tendría la potestad de vetar cualquier cesión de explotación de recursos naturales ucranianos o su venta a terceros países. Y obliga a Ucrania a asumir la garantía por el giro del 4% de utilidades en favor de las empresas de EEUU.

El poder de veto se ampliaría a cualquier obra de infraestructura y se le suma la prioridad ante cualquier proceso de licitación que implique materias primas y obras públicas. Todo esto, por supuesto, sin darle a Ucrania las garantías de seguridad ante otra agresión rusa. Ahora se le sumó otra exigencia y es la de cederle a EEUU el manejo del gasoducto que pasa por el subsuelo ucraniano y que va desde Rusia a Hungría. Con esa prerrogativa, Trump lograría manejar con Orbán una parte de la oferta de gas ruso a Europa que ya no provee le Nordstream.



Es la misma situación de imposibilidad. Ucrania no puede enajenar sus recursos sin un acuerdo del parlamento. Las mayorías en la Rada ya aclararon que la propuesta de Trump tiene tantas posibilidades de ser aprobadas como las que tiene San Marino de ganar un mundial de Futbol.

El canciller ruso Lavrov ya informó que Rusia rechaza la propuesta de Trump y Ucrania sigue negociando. De todos modos, el presidente de EEUU comunicó por medio de la vocera Leavitt que la Casa Blanca estaba disgustada con ambos lados, con invasores e invadidos. El mismo Trump dijo estar desencantado con Rusia, aunque en los hechos hay propuestas para Putin y demandas para Zelensky. La atención que tuvo al no imponerle aranceles a los rusos mientras arancelaba hasta a los pingüinos habla de un claro favoritismo. Además, con el paso del tiempo fue sucediendo algo que era previsible y es que EEUU fue perdiendo su capacidad de presión por el lado de la ayuda militar. Aquí hay que acudir otra vez a los datos duros para explicar lo que sucede en la política.



Ucrania fue reduciendo el peso de la asistencia de EEUU. En la actualidad, el armamento que llega desde ese país representa en volumen el 20% de lo que se utiliza en el frente. El 30% proviene de Europa y Ucrania alcanzó el 50% de autoabastecimiento militar. En 2025 la producción militar ucraniana sumará un total de U$S 15.000 millones, quince veces más que en 2022. La producción de drones de todo tipo alcanzó el millón de unidades anuales y su valor como reemplazo de la artillería se está notando en el frente. De acuerdo Royal United Services Institute, los drones están provocando hasta el 70% de las bajas de soldados y vehículos rusos. Y los drones de largo alcance ya redujeron la oferta de combustible ruso al 20% con sus ataques a las refinerías. Allí solo hay industria local.

La pérdida de peso político de Trump tiene que ver con el repunte de la asistencia europea, que en el primer trimestre de 2025 sumó ayuda por 26.000 millones de euros. Ahora, Europa tiene asignados 132,1 millones de euros contra los 114,2 millones de EEUU. Alemania le proveerá a Ucrania de 500.000 municiones de artillería en 2025. La fábrica que montó Rheinmetall en Ucrania producirá 200.000 rondas y este mes comenzó a entregar los primeros lotes. Junto al resto de los envíos Ucrania espera contar con 1,5 millones de disparos. La iniciativa checa que ya entregó 1,5 millones y hará que en 2025 la proporción de disparos sea de 1 a 2 en relación con los proyectiles que dispara Rusia, que cuenta con una capacidad sumada de 3 millones de disparos sumando su producción y los aportes norcoreanos. Finlandia, Francia y otros países europeos ya tomaron medidas para incrementar su producción de municiones de artillería. Una parte irá para reemplazar las cargas enviadas a Ucrania y la otra para reforzar a la artillería ucraniana y cubrir la brecha dejada por EEUU.



El cambio de balance en el apoyo tiene consecuencias políticas. Cuanto más tiempo pasa, menor es el interés de Ucrania por seguir recibiendo propuestas de subordinación económica. En todo caso, evita darle excusas a Trump para que finalmente haga un anuncio de bodas con Putin. De todos modos, ni a Kiev ni al resto se le escapa que la preferencia arancelaria y los dichos de Witcoff sumados a los pedidos estrambóticos de recursos ucranianos marcan una tendencia política. El plan del cese el fuego no es el fin, sino un medio para exhibirse.

Trump nunca parece terminar de cansarse de los desplantes de Putin mientras se muestra excesivamente quisquilloso con Zelensky. Su idea de lograr la paz en una jornada se aleja. Ese día se sigue posponiendo por la fantasía de los planteos que recibe del mediador y el adversario. Mientras Trump habla de paz, Putin lanzó aproximadamente 70 misiles y 2.200 drones sobre instalaciones civiles de Ucrania del 10 de marzo al 10 de abril. El ruso sabe que horada la credibilidad de su colega de EEUU con cada ataque y masacre que provoca.

Cada vez que Trump tiene la oportunidad de castigar a Putin por sus delitos, no duda en atacar a Zelensky con más demandas. O de acusar a ambos como si Ucrania estuviese provocando masacres similares en las ciudades rusas. Es lo que reflejan los hechos. El problema en el fondo es que a Trump la realidad de la guerra se le torna escurridiza. Por simpatía o porque prioriza un enfrentamiento con China, está dejando que Putin se monte sobre su pedido de cese el juego para ver dónde bombardear a Ucrania. Y dada su capacidad para influir en la Casa Blanca y de elegir a sus mediadores, está forzando pedidos que sabe que no pueden ser cumplidos, como el haber reclamado que la ONU reemplace al gobierno de Zelensky. Ya es evidente que no hay plan viable en discusión.




En el marco regional, Europa ya le viene advirtiendo en el contexto de la guerra arancelaria, los embates de Vance o las amenazas de dejar la OTAN, que son tiempos muy inestables que demandan revisar de manera urgente las alianzas para garantizar su seguridad. Los discursos a favor de avanzar sobre el territorio danés en Groenlandia, el romance no tan furtivo con Putin y el acercamiento de Europa con China son parte de una misma escena vacilante. Nadie puede decir a ciencia cierta qué sucederá pasado mañana.

Ucrania le advirtió a EEUU que China está sincerando su apoyo a Rusia al denunciar la llegada de ciudadanos de ese país a las filas rusas. Europa también hace amagues. Pero Trump sigue obsesionado con satisfacer y tolerar los golpes de cinto de Putin.

Europa sabe que, por el nivel de dependencia de Rusia hacia China, Xi Jinping tiene la capacidad de frenar a Putin con un solo llamado. No importa la sensualidad en los llamados entre la Casa Blanca y el Kremlin, Pekín tiene agarrado a Moscú por el bolsillo y billetera mata galán. Trump no puede competir en ese campo y ni siquiera levantando las sanciones a Rusia puede equiparar lo que ofrece China. Por otra parte, las sanciones que le impone Europa a los rusos harían que ese favor fuera poco efectivo. Tampoco puede suplantar a China como comprador. En 2024 el intercambio entre China y Rusia alcanzó U$S 345.000 millones. EEUU y Rusia intercambiaron U$S 3.500 millones en el mismo lapso. Rusia le exportó a China U$S 129.300 millones e importó U$S 115.500. Salvo que Trump pueda empardar esas cifras, está fuera de carrera.



EEUU no tiene margen para preferencias excesivas hacia Rusia en un contexto de nacionalismo económico. Apenas se las permite con Israel y ello ya tiene un costo político interno al refutar la idea de que la asistencia a los aliados debe ser recortada por el equilibrio presupuestario.

Tampoco es muy sensato fantasear con una alianza militar de EEUU y Rusia contra China. Las tropas rusas apenas pueden con las ucranianas y Ucrania no va a dejar de pelear por recuperar su territorio. La salida de EEUU de ese conflicto no lo va a dar por terminado. En cuestión de arsenales nucleares, el margen de destrucción mutua hace imposible pensar esa alternativa. Tampoco sería una ganancia que una alianza con Rusia termine por desterrar todo rastro de cooperación de Europa con EEUU. Cualquier escenario es grotesco.

En cierto punto surge la duda si la política chamberliana hacia Putin se inspiró en el mismo manual usado para aplicar los aranceles a medio mundo. Todos ven que el compromiso excesivo con Putin aumenta el abismo con Europa y no ayuda en la confrontación con China. Con Witcoff hablando estupideces y Trump negándose a actuar con Putin con la misma firmeza que con Zelensky, tanto a Ucrania como Europa solo les queda acudir a buscar un entendimiento con China, que sí tiene la clave para resolver este conflicto.

Si ejecutara esa opción, sería un triunfo entronizador. Pagaría el tributo para que Europa lo considere un socio necesario, subordinaría a Rusia, dejaría a EEUU como un poder eunuco y asumiría un rol rector. Es una opción, depende de lo que hagan Trump y Putin. Cada baile nupcial que se ejecuta ante Putin es seguido de una burla y un pedido extravagante. Washington no tiene tampoco la actitud correcta ni frente al invasor, ni frente al invadido. No admite que, al seguir perdiendo el tiempo con Moscú, solo le da tiempo extra al Kremlin.

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