Por Lewis Mejía
Un par de semanas después de finalizadas las operaciones, empiezan a conocerse los secretos del VILIT 2023, que resultó ser el ejercicio de guerra aeronaval peruano más importante después de la pandemia por COVID-19.
Más de una decena de buques, incluyendo fragatas, corbetas, patrulleras, tres submarinos y un navío de desembarco anfibio; así como helicópteros y aviones, formaron parte del intenso operativo de poco más de dos semanas.
Nuevos desafíos, nuevas soluciones
Ante la pesca ilegal industrial que arrasa con los recursos, el tráfico de drogas, la piratería, entre otros ilícitos, se plantea la necesidad de dar soluciones a los nuevos desafíos a la seguridad nacional y hemisférica.
La Marina de Guerra del Perú (MGP), con 201 años de historia desde la independencia y una rica experiencia que data de tiempos de la Armada del Mar del Sur española en el siglo XVI, deben abordar renovadas formas para interoperar con efectividad en pleno siglo XXI.
Y no solamente con el uso de las armas, en estas jornadas también se desarrollaron los planes estratégicos y tácticos que se ponen en juego ante un desastre de proporciones, considerando que una de las misiones constitucionales es el apoyo humanitario a las poblaciones vulnerables.
Ante ello, en el amplio escenario del Pacífico sur se desplegó una potente Fuerza de Tareas compuesta por unidades de sus cinco Fuerzas Navales: de Superficie, Submarinos, Aviación Naval, Operaciones Especiales e Infantería de Marina, que llegó con casi toda su Brigada Expedicionaria.
El comandante de la Fuerza de Superficie, Contralmirante Mario Héctor Cacho Pella, líder de todo este componente, indicó que el personal participante calculado en más de dos mil efectivos llevó a cabo ejercicios en diferentes áreas de la guerra naval, desarrollando sus capacidades operacionales e incrementando sus niveles de entrenamiento e interoperabilidad.
También se concretó el perfeccionamiento de los cadetes del primer año de estudios de la Escuela Naval del Perú (ESNA); los alumnos del tercer año del Instituto de Educación Superior Tecnológico Público Naval – CITEN, el crisol de los suboficiales; así como los estudiantes de la Escuela Nacional de Marina Mercante (ENAM), que se constituye en la reserva naval.
Banco de pruebas
Con el sigilo que este tipo de misiones requiere, el alistamiento de la numerosa fuerza se fue dando desde los primeros días de febrero con especial énfasis en el aspecto logístico, para quedar todo “Ok” a medio mes.
Y a la espera de órdenes desde la Comandancia General liderada por el Almirante Alberto Alcalá Luna, desde su puesto de comando en la Base Naval de La Perla, en el distrito del mismo nombre.
El estado mayor planificó para hacer de esta experiencia algo muy diferente a lo acostumbrado, complejizándola desde el zarpe mismo de las naves de superficie, que debieron considerar la oposición de los submarinos desplegados frente a la salida de la Base Naval del Callao.
Los U-209 son de temer, pues desde el 2001 se miden con la US Navy en los Silent Force Exercise (SIFOREX), que los considera sparrings para su pre despliegue a las diversas zonas calientes del mundo.
Las fragatas tipo Lupo, veteranas, pero aún combativas, estaban ansiosas de probar sus nuevos dispositivos de detección, y ganar algunas apuestas en un clima de cordial competencia.
Todo esto validando el Sistema de Simulación para Entrenamiento Táctico en Unidades Navales “Khuska”, que permite potenciar el entrenamiento del personal de la Fuerza de Superficie y de la Fuerza de Submarinos.
Otra herramienta puesta a prueba fue “Varayok”, Sistema de Comando y Control que integra los sensores y armas de una fragata misilera y permite compartir recursos mediante un link para la transmisión de información entre unidades.
Asimismo, el “Qhawax MK-1”, de apoyo a la guerra electrónica para Unidades Navales de Superficie, que optimiza la vigilancia marítima identificando automáticamente las señales provenientes de radares de buques y aeronaves.
Operaciones aeronavales
Uno de los aspectos más espectaculares, y a la vez de gran tensión, ocurrió cuando la flota quedó bajo el sorpresivo “ataque” de dos escuadrillas de aviones de combate, lo que motivó una serie de medidas de preparación y respuesta a la amenaza.
Efectivamente, fueron los Sukhoi Su-25 y los KT-1P, pertenecientes al Grupo Aéreo No. 11 de Talara y No. 51 de Pisco (Escuela de Formación de Pilotos) de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) convertidos en “agresores”.
Los primeros han sido recuperados y modernizados en el marco de un proyecto que impulsa el Servicio de Mantenimiento – SEMAN Perú, mientras los segundos fueron coproducidos con Korean Aerospace Industries (KAI) en Lima.
La participación de los “Frogfoot” en este evento es una novedad, considerando que sus roles más conocidos son los de ataque a tierra y apoyo cercano, a los que se les sumaría, de esta manera, el de guerra antisuperficie.
Para ello, disponen del cañón bitubo GSh-30 de 30 mm., misiles aire-superficie AS-10 Karen y AS-14 Kedge de guiado por láser, antirradar AS-17 Krypton, a los que se suman las bombas de propósito general FAB-100, FAB-250 y FAB-500; de alto explosivo OFAD-100 y OBAD-500PM, de racimo RBK-250 y RBK-500, y lanzacohetes UB-8 de 80 mm. y UB-32 de 57 mm.
Entre tanto, los más ligeros “Toritos”, además de cumplir misiones de alerta temprana y exploración marítima, validaron sus capacidades combativas que les permiten operar con “pods” de ametralladoras FN HMP-250 12.7 mm, bombas MK-82 de 250 kg. y MK-83 de 500 kg, y lanzacohetes LAU-131 de 70 mm.
En el aire también accionaron los Beechcraft B-200 junto a un Fokker-50 de vigilancia electrónica, modernizado recientemente en la Fábrica de Aviones (FAdeA) en Argentina.
En tanto, los helicópteros modernizados Kaman SH-2G Super Seasprite, cuya entrega fue completada recientemente, cumplieron el rol de defensa de flota antisubmarina y ataque desde las Lupo clase Aguirre, junto a los Augusta Sikorsky ASH-3D y Agusta Bell AB-212, más veteranos pero todavía con las garras afiladas.
Por razones de austeridad en los recursos económicos, y obviamente por las restricciones sanitarias por la pandemia, este tipo de experiencias se habían restringido y pocos tripulantes las habían vivido con anterioridad, menos los cadetes y alumnos.
Asalto en Ancón
Luego de recorrer la costa norte, en la primera etapa, y luego la costa sur, en la fase semifinal, las expectativas estuvieron puestas sobre las operaciones de desembarco anfibio un poco más al norte de la playa de Ancón, donde tiene su base la Fuerza de Infantería de Marina.
Fue otro momento para que los Comandos de Infantería de Marina (los Re-Con) desarrollaran sus capacidades de reconocimiento de playa, colectación de información y neutralización o destrucción de los objetivos preestablecidos, para que no obstaculicen el desembarco de la Brigada Expedicionaria Anfibia peruana, que por su parte y luego de sus acciones de guerra, pasó a brindar el apoyo humanitario a una supuesta zona afectada por un desastre natural.
Entre tanto, dos Patrulleras clase Río Pativilca de las seis pertenecientes a la Dirección General de Capitanías y Guardacostas (DICAPI), ensambladas en el SIMA Perú, realizaron sus acciones de interdiccion en coordinación con las “Lupo”, las BAP Aguirre y BAP Mariátegui.
Lanzamiento de torpedos y de señuelos, disparos reales con la diversa artillería desde los buques de superficie, incursiones de los Operadores Especiales FOES desde submarinos a unidades fondeadas, control y abordaje de embarcaciones por personal Guardacostas, detección electrónica de blancos, operaciones helitransportadas diversas, desembarco anfibio desde el buque multipropósito BAP Pisco, y acciones cívicas en favor de la población…
“Este fue un VILIT power”, afirma con orgullo el Contralmirante Cacho Pella, cuyo fin de operaciones coincidió con el 202 aniversario de la Fuerza de Superficie, componente que materializa el poder naval desde los inicios de la república hasta la actualidad.
Perspectivas de renovación
El relanzamiento de la Marina de Guerra como una fuerza naval creíble se expresa con estos ejercicios, y también con el reciente anuncio de lo que el SIMA Perú construirá con fondos públicos.
Se trata de una patrullera oceánica, dos patrulleras marítimas (probablemente más clase Río Pativilca de 500 toneladas) y dos unidades auxiliares logísticas, que forman parte del compromiso para el fortalecimiento de la industria naval y el crecimiento económico y social del país.
La ejecución de estos proyectos se financia con la transferencia de 588.4 millones de soles (155.5 millones de dólares) al Ministerio de Defensa, autorizada por el Ministerio de Economía y Finanzas mediante el Decreto Supremo 003-2023-EF.
Sin embargo, lo más esperado es el financiamiento del cuarto proyecto de inversión para Unidades Tipo Multirrol, que se viene gestionando a través de una nueva propuesta para autorizar una Transferencia Inicial de Partidas, en el presente ejercicio fiscal, a favor del Ministerio de Defensa, que asciende a S/ 624 millones (166 millones de dólares).
“Se viene una fuerza operativa, una fuerza que navega en buques nuevos y confiables”, afirma el Contralmirante Cacho Pella, al detallar que estas embarcaciones se construirán localmente con asistencia técnica de un gran astillero de talla mundial.
Como el desarrollo de este proyecto de incorporación de estas unidades consumirá algunos años, se hace necesaria una etapa de transición que implica la modernización de los buques actuales en operaciones, que ya tienen algunos años encima.
“La unidad principal de superficie –peruana- es una fragata misilera, que se sigue modernizando. Una de ellas ya está por entrar a modernizarse en motores, seguridad contraincendios y los sistemas de armas”, agrega.
Los BAP Ferré y BAP Guisse también forman parte de esa transición; son corbetas de segunda mano recibidas de Corea del Sur que, sin embargo, aportan un paquete de sensores más moderno, con capacidades interesantes para la guerra antisubmarina.
De hecho, durante VILIT 2023 y con la participación de un avión de exploración, jugaron un rol clave en un evento de tales características en el sur peruano, generando expectativas sobre si sería posible recibir otras dos unidades del mismo tipo.
Estas, a su vez, serían las corbetas de la transición, pues también se tiene previsto un proyecto de inversión para la construcción de buques de ese tipo en reemplazo de las PR-72P de diseño y fabricación francesa.
Las nuevas generaciones de cadetes embarcados en este VILIT 2023, que dentro de 20 años serán los comandantes de las multirol construidas por otros peruanos; y los alumnos, los suboficiales técnicos a cargo, saben que se enfrentan a un futuro sumamente motivador.